Capítulo 34.

1.4K 81 15
                                    

Tras salir esa sombra mi vista se nubla, ¿qué significa esto? esa sombra me rodea y por más que intento salir, evitarlo de cualquier forma, no lo consigo, cierro mis ojos con fuerza creyendo que es un sueño y puede que lo sea, con todas mis fuerzas deseo que lo sea... pero no pasa nada, sigo con los ojos cerrados diciendo mentalmente «es solo una pesadilla, nada de eso es real» comienzo a escuchar voces que me atormentan, todas esas voces quieren llevarme a la locura... no puedo permitir que pase, yo soy fuerte y nada podrá dañarme. Tapo mis oídos con mis manos, pero eso no funciona, las voces se escuchan cada vez más fuertes y mi cabeza ha comenzado a doler por la presión que ejerzo con mis manos.

—¡Déjenme en paz! —grito fuertemente, pero solo escucho risas y de mis ojos resbalan sin consentimiento alguno mis lágrimas, ¿qué sucede? no entiendo nada de lo que pasa justo en este momento... —. ¡Sebastian! —grito su nombre esperando a que venga a ayudarme como siempre lo ha hecho... —. ¡Sebastian! —vuelvo a gritar con suma desesperación su nombre sin tener respuesta por parte de él —. ¿Acaso... me has abandonado? ¿Has roto tu promesa? ¿Sebastian...? —Todo queda en silencio después de haber dicho eso —. Sebastian... ¿por qué? —Me hago esa pregunta una y otra vez a mí misma porque no hay nadie más a mi lado que pueda resolverla.

—¿Y todavía lo preguntas? —De nuevo es ella, mantengo mi mirada hacia el suelo y este mismo refleja mi rostro, hace que me vea a mí misma, viendo los cambios que he sufrido —. ¿No me digas que al no tener a Sebastian en este momento te afecta? —dice burlona.

—¿Acaso a ti no? dices ser mi consciencia, formas parte de mi... y ¿me dices que si no me afecta? —menciono con un tono neutral —Sinceramente no creo que seas mi consciencia, eres un yo que jamás he dejado salir...

—Claro que soy tu consciencia, querida...

—No es así, dime que quieres realmente... ¿Qué eres?

—Nada en especial, quiero guiarte solamente... para eso estoy ¿no?

—Momentos atrás te comportaste de una manera diferente... ¿qué ganas haciendo esto? ¿por qué ahora? —pregunto mientras volteo a verla —. Ni siquiera me has contestado.

—Ah, está bien... es cierto... no me afecta en nada, es un demonio y tarde o temprano te abandonará a pesar de que tengas un contrato.

—Sabes que no es la única forma de retenerlo ¿cierto? —Sonrío con cierto cinismo y he provocado que en su rostro se refleje una notable confusión.

—¿A qué te refieres?

—Otra forma de retener a un demonio... es hacer que se enamore de una humana, es lo que acaba de pasar conmigo... y sé que no me abandonará.

—Eres tan ingenua, él probablemente juega contigo, eres un pasatiempo para él y después devorará tú alma sin piedad y dolorosamente. Quizás tengas razón, tal vez sea un yo que no has dejado salir... tu contraparte, la oscuridad de tu mente y de tu propio corazón, aquello que jamás durante toda tu vida quisieras liberar... esa maldad que has procurado dejar encerrada dentro del rincón más olvidado de tu alma... pero saldrá cuando menos lo pienses y sin tu consentimiento, liberando todo lo que has guardado dentro, porque tú y yo somos dos almas completamente diferentes, pero en el mismo cuerpo.

— ¿Qué? ¿Dos almas? —Mis ojos revelan mi sorpresa ante sus palabras, pero no las comprendo del todo. .

—Eres tan lenta, me apoderé de tu cuerpo cuando naciste, sin embargo, no logré manifestarme puesto que tú me encerraste... ¡Con esto te doy la razón de todo!, soy un yo tuyo, uno al que has dejado encerrado por mucho tiempo.

Enamorada de un endemoniado mayordomo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora