Capítulo 18.

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Aquella chica de ojos violáceos se quedó mirando a la nada después de haber desaparecido Ojo de tigre, luego observó en dirección a la mansión en donde se encontraba Amélie Phantomhive junto con su mayordomo Sebastian Michaelis, durante bastante tiempo los había estado espiando, a ella se le encomendó vigilar y mantener informado al Gran jefe, sin embargo, se preguntaba el porqué de asesinar a una persona inocente, sabiendo ella que Amélie Phantomhive no era culpable de nada, viendo desde cerca que ella era el tipo de persona que no haría daño a otra a excepción de que la lastimaran y eso fue lo que pasó, ni siquiera siendo la hija del Gran jefe sabía con certeza si fueron ellos los que asesinaron a la familia de la pobre chica.

Seguía con la misma duda, del sí o no llevar a cabo su trabajo como una de las doce, ella era la número doce, la más poderosa como su padre, nunca quiso pertenecer a esa secta y no tenía ningún interés en entrar, ni siquiera de conocer lo que se llevaba a cabo dentro de una iglesia abandonada, así es, nadie conocía la ubicación de ellos y menos Amélie quien era la más interesada por encontrar a los culpables. Esta chica era querida por Amélie y también protegida por Sebastian, era casi imposible que ellos supieran su verdadera identidad, era claro que se trataba de Molly la pequeña niña que Amélie creía débil e indefensa.

—¿Por qué, padre?, no quiero herir a una persona inocente, no quiero herir a la única persona que me ha dado un poco de amor por primera vez, no quiero —se decía a ella misma observando entre los arbustos a la pareja que se encontraba ahí, Molly desde un principio se había dado cuenta de que Amélie y Sebastian sentían un amor mutuo, ella no podía creer que un ser infernal como lo era Sebastian pudiese ser capaz de tener sentimientos, Molly había crecido con la idea de que los demonios carecían un corazón, sin embargo, él era diferente, había caído bajo los encantos de Amélie Phantomhive. Provocó que un demonio pudiera amar de verdad, que volviera a sentir un sentimiento maravilloso, pero a la vez doloroso, sabía que se trataba de un ser que siempre estaba lleno de crueldad y que había llegado a jugar con los sentimientos humanos desde siglos atrás —. ¿Cómo puede ser posible?, un demonio se enamoró de una mortal, es algo improbable, pero sé que ese amor que ambos sienten es puro a pesar del contrato que los une. Amélie, cuando llegue el momento de revelar mi verdadera identidad espero que no te decepciones, sé que llegaras a odiarme y le ordenaras a Sebastian que me asesine, pero no importa si es así, te protegeré porque lo tengo decidido, no te haré daño, tú eres la única que me ha mostrado el amor de una madre, porque me presenté ante ti con una niña —decía ella como si la tuviera enfrente.

Tenía claro lo que debía de hacer de ahora en adelante, se revelaría contra el gran jefe y es que eso significaba la muerte por parte de su padre o por la chica que llegó a tomar afecto. Comenzó a caminar en dirección al norte dejando caer algunas lágrimas, era claro que no era una chica fuerte, pero era astuta e inteligente.

Al llegar al lugar en donde se escondían su padre y también la secta, se quedó de pie por un momento admirando lo que tenía frente a ella, aquello era una iglesia del siglo XIX, era como si todos esos años no hubiera pasado por ella, dejándola tan impecable y con la pintura intacta, comenzó a reír como si se tratara de una maniática, mientras que en sus mejillas seguían resbalando lágrimas amargas y llenas de tristeza.

—Han profanado un lugar de paz, un lugar en donde era cercano estar con Dios, qué ironía, se supone que somos seres que deben dar luz, pero es todo lo contrario. —Reía con más fuerza. Se adentró a la iglesia, todo estaba lleno de polvo y se acercó a una puerta, la cual abrió, comenzó a bajar lentamente por las escaleras, hasta por fin toparse con las personas que servían a su padre, cada una de ellas comenzó a arrodillarse como si estuvieran frente a una reina a quien le deben respeto y devoción —. ¡Son unos malditos hipócritas! —les gritó, todos ellos se quedaron estupefactos, viendo cómo se alejaba hasta llegar a una gran puerta.

Enamorada de un endemoniado mayordomo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora