Capítulo 20.

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Me encerré en mi habitación, luego de dejar solo a Sebastian y sin siquiera escucharlo, salir corriendo fue un acto impulsivo de mi parte, pero tenía miedo de la reacción de él por haberlo rechazado por segunda vez. No era el momento más adecuado, pero ¿qué podía hacer? ¿esperar a que comenzara gritarme?, estaba segura de que haría eso o puede que esté totalmente equivocada en absoluto. Me acosté en mi cama ocultando mi rostro con una de mis almohadas, pensando en mi vida y en los meses que llevo conviviendo con Sebastian, meses en que no he tenido ni un solo descanso, ni un solo momento de seguridad, en donde no ponga en peligro a nadie por estar conmigo, de pronto escuché que tocaron a mi puerta, supuse que era alguien de los sirvientes o si no Molly.

—¿Qué necesitan? —dije mientras me dirigía a la puerta, pero no obtuve ninguna respuesta, abrí la puerta esperando encontrarme con alguien más, sin embargo, frente a mí se encontraba Sebastián quien se apoyaba en el marco de la puerta —. Sebastian... no deberías estar de pie.

—No podía dejar que pensaras cosas equivocadas de mí —respondió, no podía dejarlo ahí, así que lo ayudé para que se recostara en mi cama, cuando me iba a alejar de él, me tomó por sorpresa y me abrazó —. No quise presionarte, discúlpame.

—Sebastian... discúlpame tú a mí, no te dejé hablar —dije correspondiendo al abrazo, al parecer me había equivocado con respecto a su reacción y nunca pensé que él se pondría de pie para venir a mi habitación y hablar, pero ahora no puedo decirle que regrese a la habitación en donde se encontraba, será mejor que se quede aquí y yo dormiré en otra.

El día transcurrió normal, pasé la mayoría del tiempo al cuidado de Sebastian, llegada la noche me sentía cansada puesto que tenía asuntos pendientes con algunos accionistas de la empresa Phantom, además de que tuve que ver al asqueroso de Aarón de nuevo ya que mi tía me lo pidió por no demostrar descortesía. Entré a mi habitación para tomar mi pijama y ropa limpia para vestirme mañana, ya había decidido que dormiría en otra habitación.

—¿A dónde irás con eso? —me habló Sebastian antes de salir, me detuve y me acerqué a la cama.

—Iré a dormir a otra habitación, no quiero molestarte —respondí.

—No, te quedarás aquí, esta es tu habitación y no me molestarás, quiero que estés junto a mí —dijo, mientras esbozaba una sonrisa.

—Esta bien, solo iré a cambiarme. —Me dirigí al cuarto de baño para ponerme la pijama, tras cambiarme me cepillé los dientes y salí, esta vez mi pijama ya no eran tan "reveladora" como la que usé el día en que conocí a Undertaker, ahora consistía en una blusa de tirantes y unos pantalones de tela delgada y liviana.

Estuve de pie por unos minutos luego de salir del cuarto de baño, quise suponer que mi reacción era normal porque me sentía apenada de dormir ahí y más cuando Sebastian se quedaría conmigo toda la noche, era obvio que no sería la primera vez ya que tiempo atrás se había quedado dormido a mi lado el día en que me secuestraron, pero en ese entonces no sabía nada sobre sus sentimientos y mucho menos había aceptado los míos, sería ahora algo extraño y probablemente incómodo para mí, él se dio cuenta de que me quedé de pie.

—¿Ocurre algo? —preguntó un poco preocupado.

—No, no ocurre nada —contesté, comencé a caminar hacia la cama y me recosté, después me cubrí con las sábanas, me encontraba volteada del lado opuesto de donde se encontraba Sebastian. Él se acercó a mí y comenzó a acariciar mi cabello, cerré mis ojos quedándome profundamente dormida.

Sonó la alarma del teléfono, lo apagué y seguí durmiendo, la verdad era que no tenía ganas de levantarme así que quise dormir más hasta que escuché una voz.

Enamorada de un endemoniado mayordomo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora