Capítulo 24.

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Las personas se pasaban de largo la habitación, me seguía preguntando a mí misma la razón del por qué no venía Sebastian, en mi cabeza rondaban demasiadas cosas, preocupaciones, regresaban las imágenes de Molly atada de pies y manos, todo me pesaba emocionalmente, me sentía fatal, pero todo esto ya estaba escrito, este era mi destino, debía pasar por todo porque esto ya estaba decretado. Me limitaba a mirar de reojo a mi tía, después de un largo tiempo pudo tranquilizarse, aunque decirle eso no fue una gran idea, pero es simplemente la verdad, es una realidad que ya he aceptado desde mucho tiempo atrás, estoy segura de que no moriré a manos de estas personas, pero sí en manos de Sebastian, mantenía mi cabeza hacia abajo hasta que escuché que abrían la puerta y lentamente los pasos de esa persona, las pisadas le pertenecía a una mujer a quien ya conocía... era Ángela.

—Espero que se encuentre bien, señorita Phantomhive —dijo con cinismo, me limité solo a mirarla, no le contesté y solo la veía con odio. Pronto se acabaría esto de una vez por todas. Ella se encontraba justamente en medio del marco de la puerta, su silueta se proyectaba hacia la pared y comenzó a acercarse a mí, sus pasos eran firmes como si intentara intimidarme más con su presencia, se dejó ver por completo, ella venía vestida de manera extraña quizás para mí.

—¿Quién es usted? —preguntó alzando la voz mi tía del otro extremo de la habitación, Ángela se giró para observarla y comenzó a caminar hacia ella —. ¿No piensa contestar?

—Ya veo, ¿también es una Phantomhive? —preguntó, lo más probable era que si mi tía respondía que sí, la asesinaría enfrente de mí.

—No lo es, ella no es una Phantomhive —respondí rápidamente para evitar que mi tía dijera algo, Ángela se giró para verme .

—Por la manera tan repentina en la que contestas por ella, puedo suponer que sí lo es. —Frunció el ceño.

—Ya te dije que no lo es, por tratar de salvarme la trajeron aquí junto conmigo. Te lo vuelvo a repetir, ella no tiene nada que ver conmigo. —Levanté la cabeza y pude ver la mirada sorprendida de mi tía, ya no quería que nadie más fuera a ser lastimado por mi culpa, ya estaba harta de esa situación.

—En ese caso deja que ella responda y así creeré que no tiene nada que ver contigo. —Se acercó más y con un instrumento hizo que levantara la cabeza —. Así que responde, ¿no tienes nada que ver con ella? o solamente lo hace para protegerte porque en realidad eres una Phantomhive.

Demoró en contestar, solamente la miraba fijamente y yo pedía que respondiera que no lo era, que en verdad no tenía nada que ver conmigo.

—Ya la escuchaste, no tengo por qué contestar de nuevo con lo mismo. —La miró desafiante.

—Bien, entonces no te importará que la torture enfrente de ti, si no tienen ningún lazo familiar puedes ser liberada dentro de unas horas. —Se alejó de ella y comenzó a caminar hacia mí, de una de sus mangas sacó un látigo haciéndolo resonar por toda la habitación, solamente la miré inexpresiva, ya era hora de mi sufrimiento —. Ahora verás el espectáculo, querida —le mencionó a mi tía quien por unos momentos quería gritar, pero con mi mirada le pedí que no lo hiciera.

—¡Ah! —Dio el primer golpe haciéndome gritar, ella solo comenzó a reír mientras daba otro con un poco más de fuerza, uno tras otro gritaba por el dolor, con el látigo hizo tirones el vestido que aún portaba dejando un poco al descubierto mis piernas —. ¡Ah! —Cada vez gritaba con más fuerza, mi piel ardía por cada latigazo que me daba, los moretones comenzaban a hacerse notorios en mis brazos y piernas, sentía que las fuerzas me estaban abandonando, el corsé que mantenía cubierto mi abdomen logró romperse un poco por el latigazo que dio Ángela, uno mucho más fuerte.

Enamorada de un endemoniado mayordomo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora