Capítulo 36.

1.4K 83 25
                                    

Mi alarma sonó, lo que indicaba que era hora de levantarme para alistarme e ir al colegio después de haber faltado el día de ayer, pero algo o más bien alguien me impedía moverme para poder apagar mi teléfono, me encontraba abrazada de la cintura por unos fuertes brazos los cuales le pertenecían a Sebastián, también sentía su respiración y al verlo se encontraba dormido o al menos eso parecía. Acaricié su rostro, rozando apenas con las puntas de mis dedos sus labios y pasando después por su nariz, intenté más de una vez separarme para poder levantarme, pero no fue suficiente ya que cada vez que lo hacía me abrazaba con más fuerza, hasta que poco a poco comenzó a abrir los ojos haciendo de mi sospecha una realidad, efectivamente se encontraba dormido.

—Buenos... días —dije con un poco de nerviosismo, solo sonrió sin dejar de abrazarme.

—Buenos días —respondió mientras me daba un beso en la frente y me limité a reír.

—Sebastian... tengo que... arreglarme para el instituto —dije apenada.

—Lo sé —respondió con una sonrisa.

—Entonces... podrías... —me interrumpió.

—No digas nada, quisiera permanecer más tiempo así.

—Pero...

—Por favor. —Sentía mi rostro arder, sin más lo oculté entre su pecho desnudo quedándonos abrazados un tiempo más, después de eso me soltó y me cubrí con las sábanas para poder ir al baño y ducharme, tras arreglarme me paré frente a mi espejo para ver mi reflejo, al observarme le puse más atención al sello del contrato que aún mantenía con Sebastian, pensé en todo lo que había ocurrido desde ese día luego de haberlo hecho, ver a la chica que se reflejaba en el espejo... me hacía reflexionar, era distinta, irreconocible, su vida se vio afectada por terceros, su mirada había cambiado y comencé a creer hasta cierto punto que aquella chica que veía ya no era yo... lo que era antes solo podía verlo en mis recuerdos.

El reflejo del espejo se deformó, apareciendo de nuevo ante mi ella... con una apariencia totalmente diferente, colmillos que se asomaban debajo de sus labios, aquellos ojos tan penetrantes que poseía haciéndome sentir unos escalofríos terribles en mi cuerpo y que constantemente cambiaban de color, una sonrisa se hizo notable entre sus labios mostrándome completamente sus colmillos, poseía las uñas largas que se asemejan a garras.

No puedo creer que te hayas entregado a un demonio...—Su tono era molesto, solo esbozó una sonrisa burlona mientras observaba sus uñas con cierta fascinación.

—Deberías creerlo —respondí.

Que tonta eres... ¿no te das cuenta que solo lo hizo para saciar su deseo carnal?...

—No necesito que te comportes como si fueras mi conciencia, queda más que claro que no lo eres, así que por favor... no, te exijo que dejes de darme charlas sobre moralidad.

Bien, bien, si así lo desea la señorita Phantomhive... ¿sabes? es cansado pasar dieciséis años encerrada dentro de ti...

—Si piensas que daré mi consentimiento para que puedas salir... estás muy equivocada —respondí con seriedad, mientras tanto ella solo rió por lo bajo haciendo que me molestara un poco.

¿Pedir tu consentimiento? por favor, ya te dije que no lo necesito... cuando llegue el momento... cuando tú pierdas esa cordura... y mi otra mitad venga hacia mí... ese día será cuando salga y me apoderaré de tu cuerpo encerrándote a ti de por vida, querida, además, tengo un propósito que cumplir. "

—¿Propósito? —pregunté extrañada.

¿Acaso no escuchaste? tengo un propósito que cumplir, querida... es algo que no te puedo revelar... lo único que puedo decirte es que ese propósito cambiará mucho tu vida y al de los que quieres... una vez me preguntaste ¿por qué estoy dentro de ti? ¿por qué te elegí? —dijo ella, con sumo cuidado se llevó las mano hacia su rostro, pasando sus dedos por su nariz y finalizando en los lados de su cabeza.

Enamorada de un endemoniado mayordomo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora