CAPÍTULO 18

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La Lucha

—Zamire, ¿viste las noticias? La señora que falleció es la madre de Lucas—Expreso Marcos sentado en el sofá al lado de la chica.

—De verdad Marcos, lo siento tanto —Se acercó y lo abrazo —te diré algo, Sergio me dijo que la conocía, que era la mamá de un examigo de él.

—Seguro lo conocía y nunca nos dijo nada, como es él, pero no hablemos de eso en estos momentos, estoy destrozado por Lucas, me parte el corazón verlo de esa manera, siento que se destruyó algo dentro mí.

—Comprendo amigo, pero debes estar ahí para que él no se sienta solo, sabes yo estaré ahí contigo para ayudarte todo lo que tú quieras.

—Gracias Zamire, iré a descansar unos minutos, para luego ir al velorio.

—Está bien, si quieres yo te acompaño.

—Bien… mejor me baño y me voy de una vez.

—Ve, aquí te espero para que nos vayamos.

Marcos subió por diez minutos, bajo para ir al velorio con su amiga. Pero ella dijo que lo sentía, pero no lo podía acompañar porque se le presento un percance y debía solucionarlo, el chico solo le dijo que fuera, lo arreglara y le avisara. Mientras él se marchó para casa de Lucas.

—Ya tengo aquí dos horas, debo marcharme. Marcos no puede encontrarme aquí. ¿Qué le digo? ¿Cómo expreso que todavía lo deseo?

Debo irme, debo irme —Sergio buscaba una forma de irse pero no había encontrado ninguna. La situación no hacía más que hacerlo pensar y desesperarlo.

—¿Te sucede algo Sergio? —le pregunto su amigo.

—No, Lucas debo marcharme, Ya es tarde…

—Acompáñame al sepelio y te marchas amigo.

Sergio no tuvo de otra que quedarse, de repente Marcos llego.

Sergio bajo su rostro, trato de cubrir su cara, pero el joven lo saludo. El chico al escuchar su nombre, se sintió intimidado, inseguro, la rabia le estaba amarrando las venas, quería levantarse y largarse del lugar, pero el orgullo lo tenía atado a la silla.

—No sabía que ustedes dos eran amigos —les dijo mirándolos mientras estos estaban sentados uno al lado del otro.

—Marcos, somos amigos de la carrera, somos conocidos.

—Está bien Sergio. No te preocupes.

—Bueno Lucas, yo me marcho te dejo con él, sabes que lo de hoy no tiene que ver con lo nuestro, todo permanece igual.

Sergio se marchó. Marcos quedo inseguro ante la situación que se había encontrado, de la que ya Zamire le había hablado, le dijo a Lucas que después de esto hablarían seriamente.

***

Una semana después de la trágica muerte de Teresa Milán. Estaba en su habitación decaído, hundido en sus lágrimas, arropado con la tristeza, tratando de luchar con un dolor que le era difícil sanar.

También lo estaban carcomiendo los pensamientos, el encuentro de Marcos y Sergio. El que el busco que pasara, para suavizar la situación, pero esta llevado por la incertidumbre de lo que pensara su novio.

Por otro lado Zamire estaba luchando con la confesión que Roger le había hecho, pero también estaba preocupada por Sergio y Marcos, todas esas miradas de odio que ambos intercambiaban cuando estaban en casa, la chica no comprendía que pasaba, tampoco busco saberlo.

Lucas estaba cansado de llegar aquel sentimiento dentro de él. ¿Qué podía hacer? Debía buscar ayuda, llevaba muchísimo tiempo sin visitar al psicólogo, la vida lo estaba jodiendo por completo.

—Lucas baja a desayunar por favor, llevas metido ahí desde el sepelio, sal.

—Que soso es mi tío. Hoy bajaré para que se quede tranquilo —se levantó de la cama —ya bajo tío José.

Sentado en la mesa con su tío no contuvo el llanto, desayunar con su tío en la misma mesa que lo hacía con su madre, lo llevo a un declive emocional. Se levantó y nuevamente subió a su cuarto donde las cosas no le recordaban a ella. José subió junto con él y se le sentó a un lado.

—Sobrino sabes una cosa, la vida es así. Un día estamos aquí sonriendo, llorando, golpeándonos por razones inexplicables, porque de esa forma es la vida, respiramos, luchamos para superarnos, no todos, solo algunos, otros solo se dejan derrumbar por un acontecimiento inesperado, cuando tu abuela murió, tu madre y yo no comprendíamos que pasaba, éramos unos niños, nos preguntábamos porque nuestra madre estaba ahí en esa sala metida en una caja muy inmensa; porque las personas lloraban ¿Qué estaba pasando? Solo nos decían, ahora ella ira a un lugar mucho mejor, de donde los estará observando, que ella se fue lejos, para no volver, lloramos porque nuestra madre se fue y no se despidió, con el tiempo de tanto combatir el dolor, superamos esa situación.

— ¿Qué me quieres decir? —Se sentó, mirando fijo a los ojos a su tío.

—No lo tomes a mal Lucas. Con esto trato de decirte que sufras toda lo que puedas, desahoga todo lo que tienes dentro, conmigo, tienes a alguien con quien hacerlo. Ese tiempo sufrimos tu madre y yo solos sin un apoyo, sé que es fuerte perder a alguien, estamos en este mundo para eso para pasar por esto, salir a delante con o sin soporte, ahora debes de levantarte de esa cama y continúa con tu vida.

—Tío no es fácil. Mi corazón está roto, duele mucho su ausencia.

—Levántate chico. Salgamos a tomar algo.

—Bien, pero no le garantizo que pueda con todo esto, creo que tendré que vender la casa, para matar este dolor.

—No es recomendable que la vendas, los recuerdos con tu madre están aquí… Si la quieres vender no me opondré, es tu casa… Además, sabes que debo regresar a Caracas la semana que viene. ¿Si quieres vienes a pasar año nuevo con nosotros? Y te regresas en febrero a si te distraes un poco.

—Lo pensaré tío.

El chico salió junto a José a despejar un poco su mente. Pero no le sería fácil salir de aquella situación, cada cosa le recordaba a su madre, trataba de contenerse, pero sus ojos eran débiles y sus lágrimas perdían el control.

Love At HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora