CAPÍTULO 23

26 10 0
                                    

Perdón

La impaciencia la consumía, llego golpeando puertas y gritando el nombre de su esposo en área de emergencia, los médicos presentes le pidieron que se calmara, ella continuaba como una loca sin control de sus palabras, en aquel momento de gritos y desesperación una de las doctoras de rizos dorados se acercó a ella.

—Señora calmase ¿usted es la esposa del guardia? —le pregunto la doctora.

—Si doctora ¿Sabe cómo esta él? ¿Se va a salvar?

La doctora le mostro una mirada agradable. —Señora su esposo está bien, no sufrió nada grave, pero llego delirando por la pérdida de sangre, decía el nombre de Marcos. Gracias a dios la bala no afecto ningún órgano, en este momento está descansando, cuando despierte podrá entrar y conversar con él. No se preocupe.

—Gracias doctora, muchas gracias —tras pronunciar aquellas palabras sus ojos se llenaron de lágrimas, no le importaba que la vieran llorando, pero en ese mismo momento no lloro por miedo, lloraba porque podría tener una segunda oportunidad con su esposo.

—Bueno la dejo. Dígale a uno de los médicos de la emergencia que le tome la tensión arterial y consuma algo, para que calme esos nervios.

—Gracias doctora…

Los minutos pasaron y la mujer se fue calmando, desbloqueo su teléfono y llamo a su hijo, este dijo que llegaría muy rápido. Pocos minutos después la doctora que había hablado con ella se volvió a acercar a ella, pero esta vez para notificarle que Antonio había despertado y ella decidió entrar a verlo

—Amor, me preocupé mucho por ti, pensé que ya no estarías más conmigo.

—Carlota no llores por favor —Le respondió Antonio acostado en esa camilla de hospital, hidratándose.

—No me digas que hacer, te he dicho que tu trabajo lo detesto. Después de todo esto he venido por una sola cosa ¿Quiero saber si todavía me amas?
Porque la rabia me sofocaba el pecho al pensar que te perdería por una estúpida bala.

—Mujer cálmate, no pienses vayas a pensar que te he engañado, porque nunca he tocado a otra mujer, tú eres quien haces fantasías, mis enojos contigo lo pago con una botella de licor, ven abrázame Carlota, este año ha sido una mierda para mí. Ya este odio que tengo lo derrame, sentí que moriría al recibir ese disparo, necesito hablar con mi hijo, ya no aguanto este sufrimiento que por orgullo he guardado, por él que piensen los demás. Qué ironía de la vida, debes pasar por una situación terrible para comprender tu realidad, te pido perdón por todo, mis lágrimas son tan reales como el estar en esta cama de hospital —el hombre lloraba —perdóname por todo el daño que he causado a nuestro matrimonio, a ti, a nuestros hijos...

—Tranquilízate Antonio, esto no te hace bien. Pero yo no tengo nada que perdonarte, somos humanos amor y nos equivocamos, en cuanto a Marcos está por llegar, estaba tan preocupado, él te ama Antonio y yo también te amo tanto —se acercó y lo abrazo.

Carlota lo abrazo y un fuerte dolor le atravesó el lado de la herida, pero en aquel momento decidió aguantar un poco.

—Me duele un poco, pero no me sueltes —fue lo único que le dijo a su esposa.

—Señora debe permanecer alejada del paciente —dijo la enfermera que estaba en la entrada observando la escena.

—Está bien enfermera es que había pasado mucho tiempo desde que sentí un abrazo con tanto amor —sus ojos lloraban, pero mostro una sonrisa — Antonio ¿Cómo sucedió lo del disparo?

—Se estaban escapando unos reos del retén ubicado por la casa y mi combo estaba cerca del lugar. Llegamos hasta allá, nos encontramos con un enfrentamiento, eran veinte que querían huir, logramos atrapar con vida a quince, tres fueron abatidos y dos se escaparon, sin dejar rastro, pero en ese encuentro uno de mis compañeros apunto mal, al soltar el disparo llego a mi estómago, caí al suelo de ahí no recuerdo más nada.

—Viste amor el peligro que tenemos al vivir cerca de esa cárcel de infierno. Por eso te he dicho que nos mudemos a la capital o Mérida.
En ese instante entro Marcos.

—Papá ¿Cómo estás? —la preocupación se escuchaba en la voz de este.

—Marcos no te preocupes ya el peligro paso, estoy bien. Conversaba con tu madre como había sucedido todo.

—Papá me alegra ver que estés bien.

—Hijo acércate, abraza a tu padre y te pido… —Marcos no dejo que su padre terminara la frase, él nunca había sido una persona que guardara rencores.

—No papá, está bien, no te inquietes, eso queda en el pasado.

—No hijo déjame hablar un poco, es lo único que puedo hacer, perdóname, perdón por tanto sufrimiento que he causado en tu vida. No me importa como seas, nunca me ha importado desde que nos enteramos que estabas con Sergio, pero si me consumía en las venas lo que los demás hablaban de ti, como te tratarían al saber… Hijo esos golpes de esa noche, fueron los más dolorosos de mi vida, pensé en suicidarme porque no aguantaba más el haberte golpeado de esa forma, quería acercarme, acariciarte, pedirte
perdón por esas malditas palabras…

—Papá no sigas—el chico lloraba.

—Si continúo Marcos, porque te amo y no quiero que sufras, nunca te hable de mi hermano Víctor, él era como tú, siempre me lo recuerdas, por culpa de
nuestro padre se quitó la vida, yo no quiero eso para ti, el silencio se lo llevo. Marcos perdón, por tanto.

—Papá ¿Cómo sabían lo de Sergio? No comprendo nada y no importa lo que los demás digan papá… pero te digo algo ni yo a veces me entiendo. Pero lo siento por tanto sufrimiento que les causado a mamá y a ti, no fui mi intensión.

—Hijo nunca has sido un daño, en cambio yo si una porquería como mi padre. Tu madre ha sido tan buena contigo, cuando los padres de Sergio nos lo dijeron, decidimos cambiarte de liceo. Hijo ya eso está olvidado —el hombre lloraba mientras su hijo lo abrazaba, Carlota observaba con sus ojos llorosos.

—Ya papá no te lastimes más. Pensé que solo mamá sabia —lo dejo de abrazar y lo miro a los ojos.

—Hijo yo también sabia, tu madre me lo expreso ¿Y cómo esta él?...

—Papá enserio quieres hablar de eso, en estos momentos.

—Si Marcos porque no —sonrió

—No papá lo nuestro fue algo insignificante.

— ¿Pero si tienes novio en estos momentos?

—Antonio por favor —le dijo Carlota fulminándolo con la mirada

—Carlota solo quiero saber.

—Si papá, tengo como seis meses con un chico llamado Lucas, el me trajo, le dije que no entrara.

—Bueno hijo ve con él. Sabes que todavía tienes tu cuarto en casa, cuando quieras puedes venir a visitarnos y quedarte, invitas a Lucas para que conversemos, en estos momentos no. No quiero que me vea en este estado.

—Bien papá, no sufras, yo soy feliz. Me marcho, mamá cuida de él.

—Nuestro hijo nunca cambia, siempre es el mismo. ¿Por qué lloras?

—Mujer también tengo sentimientos.

El chico salió de emergencia con sus ojos que corrían ríos de llanto. Llego al automóvil de Lucas y se montó.

—Amor y esas lágrimas ¿Qué paso con tu papá? —Se acercó y las seco.

—Nada Lucas él está bien. Conduce, llévame a casa.

Love At HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora