Capítulo 4
Bonnie
Noviembre de 2036
Mi mente viaja vagamente a través de un contexto onírico, pero no estoy del todo inconsciente, lo sé porque percibo sonidos graves que hienden la oscuridad en la que habito. Un haz de luz polvorienta jaspea el agujero en el que estamos, pero no me doy cuenta de dónde procede hasta que ese halo cegador se hace más grande acompañado de un estrépito que trona en mis tímpanos.
—¡Bonnie!
Escucho mi nombre y noto cómo mis terminaciones nerviosas sufren un espasmo en reacción. La luz es tan fuerte que no puedo abrir los ojos, se está demasiado bien con ese nuevo calor, con la brisa fresca que me envuelve. La brisa... Toso con agresividad y tomo una bocanada de oxígeno que raspa mi garganta.
—Cogedla —dice una voz familiar.
—John —farfullo cuando noto unos brazos alrededor de mi cuerpo.
Intento recuperarme con esfuerzo, todavía no he abierto los ojos y necesito hacerlo.
—John —repito, y noto que me llevan en volandas.
—¿Quién es John? —pregunta Enzo; reconozco su fornida complexión y su voz contra mi cara.
—Será el soldado de la Guardia Blanca, ¿te llamas así?
Se está dirigiendo a él. Cuando mis ojos se adaptan a la luz del sol, veo por encima de los hombros de Enzo cómo Roi y Lori lo sujetan para que camine dando traspiés con una venda en los ojos.
Le llevan con nosotros. Suspiro, relajada, y sucumbo al agotamiento.
***
Hace cuatro años y seis meses que me separé de mi familia.
La Guardia Blanca nos sorprendió en nuestro antiguo refugio y consiguieron llevarse a muchos de los que nos escondíamos allí. En aquel entonces no entendíamos la caza indiscriminada de gente, el horror al que el gobierno nos estaba sometiendo. No nos mataban, solo nos llevaban en contra de nuestra voluntad, no sabíamos a dónde ni qué querían de nosotros.
Lori y yo, ambas de aspecto pequeño y flexible, pudimos meternos en los conductos de ventilación y no pudieron encontrarnos. Hubiese querido ir con mi familia, pero si eso ocurría, ¿quién iría a por ellos y les haría recordar quiénes eran?
Agradecía que Lori se hubiese escondido conmigo, de no ser así, haberme quedado allí sola no hubiese sido una opción. Me habría marchado a encontrar a mi familia y de esa forma no estaría donde estoy hoy.
Lori y yo decidimos que lo mejor era quedarnos allí. Era poco probable que la Guardia Blanca volviese al mismo lugar y allí teníamos provisiones suficientes para varias semanas debido a las pertenencias de la gente que se habían llevado. Necesitábamos idear un plan, encontrar a más gente que nos ayudase a llevarlo a cabo. Pero no fuimos nosotras quienes los encontramos. Ellos nos encontraron a nosotras. Irrumpieron en el edificio en plena noche después de cuatro días tras el primer asedio y pensamos que era la Guardia Blanca otra vez, pero iban vestidos de calle.
—¿Estáis las dos solas? —nos preguntó Roi.
Asentimos, asustadas.
—Esperábamos encontrar a más gente...
—Hemos llegado tarde —comentó Enzo.
Sus expresiones apenadas eran reales; habían venido para ayudarnos; de modo que nos fuimos con ellos. Y desde entonces seguíamos juntos.
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Dulce Anya
Romantizm«Él encendía en mí cosas que jamás había sentido, era un dolor constante en el pecho, un arrullo, ¿si estiraba la mano cuando cruzaba por mi lado en los pasillos podría rozarle la mano? ¿No debía odiarle? ¿No era el enemigo?» Anya tiene dieciocho añ...