Capitulo 45

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-La señorita Ana Rojas es inocente -declaró el juez-.

Después de esas palabras la sala se llenó de gritos de felicidad, al parecer todos apoyaban a mi hermana, todos los que la acusaban ahora celebraban su libertad ¿Qué ironía verdad? Mirta y la señora Aranda nos miraban con odio puro, una mirada tan fría que te hacia estremecer.

-¡Ganamos! -Gritó Ana mientras corría a abrazarme- ¡Ganamos! ¡Gracias, te adoro!

-No es nada -dije riendo levemente- todo por ti.

-No me dejaste -dijo separándose- aun cuando te traté mal -sonrió orgullosa- eres muy buena persona.

-Gracias -sonreí- oye... Te hablan por allá -reí mientras apuntaba al ex de mi hermana-.

-Prefiero estar contigo.

-Conmigo puedes estar siempre, con el no. Mejor aclara todo.

-Está bien -suspiró- adiós.

Me quedé un rato parada ahí, viendo como Ana iba y hablaba con su ex-novio.

-Felicidades -me dijo Fede- eres una muy buena abogada -rió-.

-Gracias.

-Me alegra que tu hermana haya salido -sonrió embobado mientras la miraba- es muy linda como para desperdiciar su vida en la cárcel.

-¿Linda? -Pregunté con una sonrisa coqueta- ¿Te gusta mi hermana?

-N-no -dijo nervioso- ¿A-acaso n-no puedo de-decir q-que es li-linda si-si q-que m-me guste?

-No -dije riendo levemente- se nota que te gusta, estas rojo -le apreté las mejillas-

-Como sea -rodó los ojos- si me gusta -dijo con una sonrisa- la he observado muchas veces desde que comencé a trabajar en esto.

-¿Quieres que los presente?

-¿Lo harías? -dijo emocionado-.

-Claro.

-Pero ¿tú crees que tengo oportunidad?

-Fede eres uno de los chicos más lindos que he visto. Yo creo que si mi hermana no te toma enserio está mal de la cabeza-.

-Gracias -se sonrojo y bajó la cabeza con una sonrisa-.

-Orden en la sala -dijo el juez- felicidades Ana has demostrado tu inocencia -sonrió- en unos minutos comenzará el juicio de la señorita Mirta.

-Suerte -susurró Fede antes de irse-.

-La voy a necesitar -murmure para mi misma-.

(...)

Si en el juicio de Ana estaba nerviosa no sé cómo estaré ahora, hace ya cinco minutos que había comenzado el juicio y las personas estaban sentándose en sus respectivas sillas. Quería correr pero también quería quedarme aquí y pelear para encerrar a Mirta de una vez por todas.

Por primera vez en mi vida iba a dar batalla.

-Llamo a Mirta al estrado -dije mientras me levantaba de mi asiento-.

Mirta caminó y se sentó donde iban las personas a declarar mientras yo intentaba hacer algo con el desastre que había en mi cabeza.

-¿Sabes porque estás aquí, verdad? -Asintió con la cabeza- ¿Por qué?

-Porque me incriminaron.

-¿Quién?

-Tu.

-Yo no te incrimine por nada -fruncí el ceño- admítelo, tú me ocultaste la información sobre la empresa de mi padre y se la diste toda al padre de Megan.

Tu eres mi AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora