36. Persephone...

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Todo es verde y las flores hermosas, los girasoles son lo más hermoso, se extienden por todos lados, las rosas, todo es tan hermoso, todo tiene vida, todo es verde,  un fuerte estruendo llama mi atención y el ruido de las ninfas gritando hace que voltee, la tierra se está cuartiando, tengo que correr, así que suelto las flores y salgo corriendo.

No me puede alcanzar, tengo que correr, la tierra no paraba de tronar, pero entonces sentí como todo se separo, y yo, yo caí.

No podía ser, no podía acabar de esta manera, no podía, caí en algo, y en ese momento lo vi a él.

-Persephone - susurre agitada, ¿que acababa de pasar, Auremio solo se removió un poco, más no se despertó lo cual me causo paz pero... ¿Qué fue todo eso?

No había sido fácil cruzar todo el camino hasta aquí, no estaban los chicos lo cual lo hacía más peligroso, pero pude pasar sin que las bestias me vieran, Gula fue el más peligroso, pero por fin llegue a mi destino, unos gritos hacen que me aleje y me esconda en unas piedras.

-No puedes hacerlo, es injusto, vamos Hades, tú más que nadie sabes que significa para mi.

-Y no me importa, si lo hice una vez lo puedo hacer otra vez y las que quiera.

-Se que no eres asi, por favor, solo Déjala.

¿A quien se refería? ¿Qué tenían que dejar?
Apreté el collar y entonces vi a Persephone, me estaba mirando, no hizo nada solo siguió con lo que estaba.

-Yo no fui quien la abandono, ¡fuiste tú! Así que lo que menos me puedes decir es eso.

-Sabes que no eres tú, es cassian el que esta encaprichado! Así como tú lo estuviste algún día de Persephone...

-¡No! Con mis hijos no, a demas yo no soy el que bota a alguien de la familia por que no hace lo que tú quieres que hagan.

-Hades... - susurro.

-Zeus... - susurro y entonces sentí que algo recorrió mi cuerpo, y entonces lo mire, su cabello era blanco, y su piel un poco oscura, Hades me miró y temí que fuera a decirme algo, pero no lo hizo solo frunzo el seño. - Tú eres el menos indicado, tu la dejaste, yo la recogí y yo la criare, ¿por que? Por que ella es una de los míos.

No me sentía bien, tenía nauseas y el dolor de cabeza había aumentado.

-Yo no quiero que este con gente como tú, que le da la espalda a su familia, yo nunca lo haria.

Cuando él empezó a dar la vuelta, yo me quede perpleja y empecé a correr, entonces escuche como algo gruñó y me tropecé.

-Mierda - susurre, pero empecé a correr, no podía quedarme aquí.

Me detuve cuando supe que ya estaba lo suficientemente lejos, y fue cuando me percate de la gran herida que se extendía por mi muslo, de la cual salía sangre, pero seguí corriendo.

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