fiesta monstruosa

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El resto de clases fueron... simples.

Diluc no le hablaba.

Ella sabía que él la miraba, pero cuando ella miraba, Diluc pretendía que ella no existía.

¿Cómo podía existir alguien tan idiota?

—Lumine, ¿estás segura de que vas a ir a la fiesta?

Susurró Childe observando el culo redondo de Lumine. Ese vestido era un peligro para él.

Ella estaba inclinada para acercarse al espejo y así maquillarse mejor, y sin más se giró para sonreír de lado viendo que Childe le miraba el culo sin disimulo alguno.

—¿Por qué tú no te animas Childe? Venga, si tanto te preocupa que yo vaya...

—Uhm, no. Tengo que estudiar.

Childe levantó la mirada, y forzó una sonrisa al darse cuenta de que Lumine lo había pillado.

—Pues tú te lo pierdes.

Ella se quitó sus zapatillas de estar por casa, y se puso sus inmensos tacones blancos para dejar su pelo suelto y empezar a peinarlo.

—¿Te gusta como me queda?

Lumine sabía que Childe estaba babeando con ella, y lo comprobaba con el bulto de sus pantalones.

Pero menuda pena que a ella no le gustara él.

—Estás muy guapa y... da igual. Ya sabes que no quiero a nadie aquí.

Lumine se acercó a él y dejó un beso en su frente, y le guiñó el ojo para guardar sus objetos en su costoso bolsito -que obviamente, le compró Childe- e ir hacia la puerta.

—Te he dejado la cena preparada en el horno, Ajax. Recuerda-

—Sí, limpiar y desinfectar todo. Ya lo sé.

Y la rubia se fue. Había quedado con un par de chicas más y con Venti, así que debía de meterse prisa.

—¡Agh! ¡Te juro que estoy harto de ti!

Kaeya parecía un príncipe. Aún con su parche puesto, mostraba un gran aura de majestuosidad.

En cambio Diluc...

Kaeya se tiró al suelo fingiendo llorar, y Diluc bajó su mirada para mirar sus propias piernas con pena.

—Por eso no voy a fiestas. Nada me queda bien.

Kaeya levantó su cabeza con enfado, y se puso de pie para cruzar sus brazos.

—No es que nada te quede bien, simplemente no tienes ropa que te beneficie... ¡vale, ahora vengo! ¡Desnúdate!

Claramente Diluc y Kaeya no tenían ningún tapujo sobre ver al otro desnudo, desde pequeños estaban juntos y no sentían ni vergüenza ni miedo con el otro.

Como hermanos, simplemente. Aunque Diluc insistiera siempre que eran hermanastros.

Kaeya trajo una gran bola de ropa, y la dejó al lado de Diluc para sonreír orgulloso.

—Esta noche vas a meter tu salchicha en una salsa, ¡te digo yo! Esta ropa era cuando estaba un poco más gordo... ¡No me malentiendas! No estás gordo-

—Tengo complexión ancha o fuerte, ya lo sé.

Sonrió un poco Diluc desnudándose, y Kaeya sacó unos skinny jeans azules.

—Kaeya, eso te queda bien porque tienes las piernas delgadas pero para mí, mis muslos se verán como jamones en una carnicería.

—Hay muchas mujeres que les gustan los hombres anchos, póntelo.

favorite. (diluc x lumine)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora