Capítulo 5: Ataque al corazón

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Sus ojos permanecían abiertos, pero no podía mover su cuerpo, ni tampoco hablar. Se sentía como estar dormida, pero con la mente
alerta a lo que sea que sucediese.

La alta figura, cubierta por una enorme capa negra, al punto en que ni siquiera su rostro era visible, se encontraba en un rincón de su habitación. Inmediatamente supo que
se trataba de la misma figura que había visto en el accidente de la carretera, rumbo a la iglesia. Ésta no hacía nada más que permanecer de pie allí, pero Anne sabía que, incluso sin ver su rostro, la estaba observando.

La desesperación que intentaba contener,
poco a poco, parecía querer esfumarse, pero
sintió el miedo extenderse por su pecho
cuando la figura avanzó a paso rápido hacía el lado izquierdo de la cama, inclinándose hasta la par de su oído izquierdo. La respiración de aquella "cosa" era pesada, desagradable, pero cuando le susurro fue mucho peor. Tenía una voz tranquila, pero grave y amenazante. No entendió absolutamente nada de lo que decía, porque hablaba otro idioma.

Anne sintió muchísimos escalofríos, la necesidad de respirar hondo, pero sentía como si un peso muerto estuviese sobre su abdomen, obstruyendo su respiración. Sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas pero, antes de siquiera intentar gritar con todas sus fuerzas, en tan solo un parpadeo, logró tener el dominio de su cuerpo.

Respiró hondo, sentándose y viendo a su alrededor con paranoia: no había absolutamente nadie, tan solo plena oscuridad y un malestar, el cual le indicaba que "el diablo" estaba presente. Podía respirar, podía moverse, y nada iba a dañarla. Suspiró entrecortadamente antes de volver a recostarse con lentitud, intentando no romper en llanto y llevando su mirada lentamente hacia la reina del inframundo, la cual estaba contra el respaldo de su cama.

—Tuviste una parálisis del sueño —Le dijo a la mundana, viéndola fijamente, sin expresión alguna.

Anne no comprendió si se debía a que se encontraba dormida o desprotegida pero, de
manera tímida y disimulada, se acurrucó contra el torso de la reina del inframundo, aún sin dejar de ver a su alrededor. El silencio permaneció hasta que fue capaz de regular los acelerados latidos de su corazón, con la
paranoia disminuyendo ante la calidez de la piel contraria, incluso por encima de la ropa.

—¿Alguien se salva de ir al infierno? —
Preguntó en un tono casi inaudible, temiendo una respuesta que -muy probablemente- recibiría.

—No, y es por eso que las personas no
realizan pactos conmigo muy amenudo —
Respondió Marcy, llevando uno de sus brazos por detrás de los hombros de la adolescente. Aquello la relajó aún más—. Tú me sorprendiste.

—¿Lo hice?

—Me maravillaste. Nunca vi a nadie tan puro verse tan malditamente bien al hacer un
ritual de invocación.

Las mejillas de Anne ardieron de manera
feroz, recordando en qué condiciones se encontraba cuando decidió permanecer bajo
el agua. Aún se sentía extraño para ella, jamás
hubiese creído que se atreviera a realizar una locura como aquella.

También recordó cuando Marcy le confirmó el haber sido ella quien la ahogó con su peso. Sin embargo, estaba oscuro, y la diabla no podía ver en la oscuridad...

¿O si?

¿Acaso la vigilaba cada segundo? Supuso que
si, ya que siempre sentía aquella protección, aquel malestar, aquel... agradable pero
extraño calor. Era una suerte para Anne no poder verla a los ojos, porque si así fuese,
luego de saber que ambas habían estado mucho más cerca de lo usual, o que había una pequeña probabilidad en que Marcy  estuviese presente mientras tomaba un baño, moriría
de vergüenza siquiera antes de qué ésta
última pudiese llevar su alma.

Dancing with the Devil - MarcanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora