Se levantó lentamente del suelo. No sentia ningún tipo de dolor, tan solo leves escalofríos al haber sentido la fría cerámica del suelo contra su espalda desnuda después de tan acalorada situación. Observó su alrededor, con más inseguridad que antes. Por suerte, la puerta estaba cerrada, y parecía ser de noche en donde quiera que este, así que no había mucha gente deambulando por el hospital.
Y, por supuesto, la... bueno, su guadaña yacía en el suelo. ¿Acaso esta la seguiría a donde sea que vaya?
Sintió una corriente detrás suya, la presencia reconocible, y rápidamente se giro, observando la burlona expresión de su esposa, la cual estaba perfectamente vestida mientras ella intentaba cubrir hasta el más mínimo rastro de piel, sin éxito. Sintió como sus mejillas comenzaban a arderle, y tan solo se observaron por unos pequeños segundos.
—No se cómo llegue aquí.
—Te ha llamando el deber por si mismo, y ahora debes cumplir con ello. —Respondió, y alzó un poco mas su mano, donde sostenía la camiseta de su niña favorita. Ésta la tomo rápidamente, poniéndosela. Honestamente, necesitaba un cambio urgente de ropa. —Una vez hayas dominado tus poderes ya no sucederá.
Anne bufo, aun mas sonrojada. Realmente no quería estar en una situación mucho más comprometedora y transparente. Ya habiéndose puesto la camiseta, observo mejor alrededor, y su mirada se posó en la camilla que había frente a ella, dejándola atónita.
—Yo... —Frunció levemente su ceño mientras los recuerdos llegaban a su mente. Era la misma niña, y estaba de la misma forma: Sus ojos cerrados, pálida, delgada y conectada a una máquina para poder respirar. A su lado descansaba un pequeño peluche de conejo al cual le faltaba una oreja y estaba algo sucio. —...esto... he visto esto antes. He estado aquí. —Afirma lentamente, finalizando con seguridad. Definitivamente era lo mismo.
—Cuando estuviste sin alma mencionaste haber soñado con esto.
Puede que haya sido una predicción. Y Anne podía oírlo, definitivamente, pero había algo que no la dejaba apartar la mirada de aquella niña. Había algo que la llamaba a estar ahí, a su lado, y cuando su vista se desenfocada levemente por la concentración, podía darse el gusto de observar algo blanco, levemente transparente flotar alrededor del cuerpo de esta. Era como una vibra, y podía sentirla extremadamente débil, a punto de desaparecer.
La necesitaba.
El notar sus propios pensamientos la hizo sentir un leve dolor en el pecho, y por inercia retrocedió. Se estaba asustando, y cuando la diabla fue capaz de sentir aquello, de inmediato llevo su mano a la espalda baja de su esposa, sosteniéndola y observándola fijo a los ojos.
—Ahora que eres Muerte pudo sentir tus emociones, incluso más fuerte que antes. Lamentablemente para ti, la niña también puede. —Tenía que ser sincera, no podía mentirle a su niña, ya bastante estaba intentando retener el asunto de haber estado sin alma.
—P-pero, yo... —Anne comenzaba a desesperarse levemente, y su mente la obligaba a mantenerse en calma. Debía de ser inteligente, debía obedecer lo que su esposa le pedía indirectamente. Sin embargo, cuando bajo la mirada a sus propias manos, estas temblaban. —...No se si pueda, Mar mar.
—Si puedes. —Afirmó Marcy, casi gruñendo y acercandose un poco mas. Anne llevo la mirada a la niña al oír un jadeo adolorido de su parte, y sintió más pánico en su pecho, pero su esposa la tomo del rostro para que sus miradas se encontrarán. —Eres la responsable de llevarla al otro lado, necesitas brindarle bienestar y paz para que no tenga miedo. —Limpio con su pulgar la humedad que se estaba formando bajo los ojos de su niña favorita. —No tienes que estar triste, morir es un proceso tranquilo y para nada doloroso. —A pesar de que no era realmente paciente, sabía que debía de serlo con su esposa, o ésta se acobardaría, y todo se iría al mismísimo infierno... literal. —Vendré apenas termines. Nombrame, y vendré.
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Dancing with the Devil - Marcanne
FanfictionEs 1967 y Anne está harta de ser aquella chiquilla religiosa la cual todos molestan. Ya cansada de Dios fingiendo no oírle, decide tomar otras riendas a escondidas; ¿Qué tan mal podría irle si recurriera al Diablo? ¿Qué tan rápido le oiría éste? Es...