Capítulo 27: Confesiones con el diablo

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Los días pasaban igual de tranquilos que siempre. Había un clima de porquería, porque la humedad lo volvía todo pegajoso y la lluvia demacraba bastante en cielo, pero a pesar de aquello la gente continuaba de buen humor.

El joven finalizó de sacar dinero de la caja, tendiéndoselo a la anciana frente a a el y por encima del mostrador, la cual lo tomo con cuidado.

—Tome Nana. Espero que tenga un muy buen día.

La señora sonríe mientras cuelga la bolsa de las compras en su muñeca. —Muchas gracias cariño. Espero que tu también tengas un lindo día. —Responde la anciana , y mientras se va de la tienda se cruza con un trabajador, el cual sostiene una enorme caja en sus brazos. —El es un caballero. —Le dice a aquel joven, refiriéndose al cajero antes de irse de la tienda, haciendo sonar una pequeña campanita.

El adolescente que cargaba la caja de giro hacia el chico en el mostrador, alzando y bajando las cejas. —Ella realmente te ama. —Dice de manera coquetea, sonriendo de lado mientras caminaba al rincón del jugar dejando la caja en el suelo.

—Oh, Cállate. Podría ser tu abuela.

—Pero no lo es. —El adolescente nuevamente se endereza, estirándose un poquito antes de girar sobre sus talones y dirigirse al pequeño cuarto con más cajas para llevar. Dios, su espalda dolía. El tocadiscos tenía una cancion que le provocaba bailar y cantar, pero seria demasiado vergonzoso si su amigo o alguien regresaba, así que simplemente se dirigió a tomar el pequeño trapo y lo rocío con agua, comenzando a limpiar el mostrador mientras tarareaba la canción. Oyó la risa era su amigo desde el otro lado del cuarto, su rostro se volvió rojo pero aun así siguió cantando. Pero sus cantos fueron interrumpidos debió al fuerte estallido de los vidrios de la tienda. El chico del mostrador se cubrió rápidamente, con su ropa y cabello lleno de pequeños cristales de igual manera su pómulo sufrió un leve corte.

Oyó la puerta de la tienda abrirse de manera brusca, por lo cual abrió sus ojos y observo, creyendo que seria su amigo. No fue nada así.

Ya la había visto antes. Vestimenta negra, ojos color sangre, mirada fría, un poco desesperada. Una arcángel, la arcángel. El diablo. Ésta no parecía para nada cómo la primera vez que la había visto. Continuaba pareciendo calmada, a excepción de sus dos ojos mas abiertos de lo normal. Su mirada era desquiciada, como si no fuese a tolerar una pequeña inconveniencia más.

Observó a su alrededor rápidamente antes de observar al joven en el mostrador, el estaba entre sorprendido y asustado, retrocediendo lentamente.

—Oh Dios.

Aquello pareció enfadar más a la diabla la cual, con un simple movimiento de mano, de manera brusca puso al adolescente contra la pared. Se oyeron unos pasos mezclados con gemidos adoloridos y su amigo, el cual estaba un poco lastimado, salio del pequeño cuarto y observo la escena.

—¿Donde esta? —Finalmente hablo el arcángel, sin apartar la mirada del adolescente ejerciendo más fuerza al agarre contra la pared, volviéndolo más doloroso.

—N-no... no lo sé.

—...No voy a pedirlo de vuelta.

—¿Qué le haces? —Su amigo alzó la voz a la chica frente a el, la cual le daba la espada. Tenia miedo, pero era su mejor amigo. No permitirá que nada le pasará. —Suéltalo.

—N-no se donde ¡AHHH!—Sintió de manera dolorosa su brazo saliendose de lugar, y no pudo evitar gemir de dolor mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—¿Qué le haces? Te dije que lo suel...

Marcy fue más rápida. Tan sólo movió su otra mano y el cuello del adolescente se partió. Su cuerpo cayó al suelo , sin vida.

Dancing with the Devil - MarcanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora