Capítulo 10: Intercambio de Almas

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Honestamente, Anne creyó que no podría dormir aquella noche. Luego de hacer el amor sintió que no podría pegar un ojo. La diabla había dicho que sería la humana más amada de toda la tierra... pero "hoy". Solo por hoy, y ya.

Y eso no había salido de su cabeza para nada. Sin embargo, los cómodos y cálidos brazos de Marcy envolvían su cuerpo de una manera que la hacía sentir protegida, agotada. Tenía más sueño de lo que alguna vez había tenido, e incluso creía que Marcy podría estar haciendo aquello. Sin embargo, estaba realmente cansada como para ponerse a llorar, o despedirse apropiadamente del -ahora- amor de su vida, incluso si ésta era la que finalizaría por matarla.

La de pelo corto pasaba las cálidas yemas de sus dedos por el suave brazo de la castaña, la cual se estremecía con el toque a la par que veía cada vez más nublado. Para cuando quiso darse cuenta, ya se había dormido.

Y despertó al siguiente día.

El dolor que sentía en los músculos era inexplicable, la pesadez de su cuerpo y el leve malestar en su pecho lo empeoraban. Las cobijas cubrían su figura y la de la persona que la abrazaba desde atrás, la cual hacía todo más cálido. Quitándole el malestar que llevaba sobre ella, estaba realmente feliz. Había dado su primer beso, había hecho el amor por primera vez, todo eso con Marcy. Con el diablo.

Ya nada podía ir mal.

Se removió un poquito al sentir que la mano de la reina de las tinieblas le acariciaba el abdomen. Claramente estaba despierta... ¿Siquiera dormía?

¿Siquiera ella seguía viva o era todo una ilusión?

—Mh. —Marcy suelta aquel sonido luego de olfatear los rizos de Anne. —Hueles como si te hubiese hecho mía. –Dice.

Tira del cuerpo de la castaña y ésta comienza a darse la vuelta hasta quedar de frente al cuerpo desnudo de la pelinegra. Su oído ya no hace ese extraño sonido, y ahora puede mirarla a los ojos las veces que lo desee. Sin embargo, se siente muy avergonzada como para verla, pero se mantiene observando fijamente sus labios. Marcy toma aquello como una señal y no se negó a dejar un suave pero lento beso en los labios de su niña favorita, la cual parecía algo pérdida en sus pensamientos. La diabla se alejó solo un poco para verla, esperando que hable.

—Sigo aquí... —Dijo la castaña, parpadeando lentamente y rodeando tímidamente el cuello de la más alta en cuanto ésta se acercó más y comenzó a dejar tibios besos sobre la piel de su cuello.

—N-no me sucedió nada. —Tartamudeó.
Aún sentía algo de miedo, y fue como si
Marcy pudiese sentirlo ya que la envolvió mejor por la cintura. Apartó su bello rostro
del cuello de su amada y ambas se vieron fijamente por primera vez en el día. Fue algo precioso. — ¿Por qué?

Nuevamente continuaron observándose por unos segundos a los ojos. La diabla suspiró, sonriendo de lado con una lentitud delirante antes de girar un poco el cuerpo de la adolescente, dejándola boca arriba y posicionándose sobre ésta. Le acarició el muslo con cuidado, rozando por debajo de las sábanas su zona íntima entre las piernas de Anne. Ésta bajó la mirada con vergüenza, mordiendo su labio inferior para no suspirar como una torpe.

El rostro de Marcy baja lentamente hasta quedar a la medida de su oreja, mordiendo suavemente el lóbulo de ésta antes de pegar su boca. —Porque quiero y puedo. — Simplemente respondió.

En parte Anne teme a aquello. Piensa en que podría desaparecer en cualquier momento, sin tener una justificación válida, solo un "Porque quiero y puedo."

—Oh. —Dice, nuevamente aferrándose al cuello de Marcy cuando ésta se alejó para verla fijamente a los ojos. Anne se atrevió a alzar la mirada, cruzando su vista con la de la diabla.

Dancing with the Devil - MarcanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora