La diabla y Anne habían permanecido una largas horas en el infierno, las cuales habían sido días en la tierra. Se la habían pasado hablando de lo sucedido y, más que nada, brindandose mimos: Especialmente Marcy a Anne. Ésta última se encontraba abrumada por todo lo sucedido, aun no se sentía del todo bien. Estaba muy débil, al tanto que apenas podían mantenerse de pie. Le dolía el ojo, con el cual veía levemente nublado alrededor, y le palpitaba la cabeza.
Marcy tenia toda su atención en ésta, ella intentaba sanarla, pero no sería posible, y si se sobrepasaba con sus poderes la marca de Anne podría tomarlo como un ataque y enviarla lejos. No podía morir, pero tampoco quería eso, sabiendo que su niña favorita se sentirá lo suficientemente culpable para ni querer acercarse. En el despacho la diabla no había nada mas que calma, con el sonido de la leña quemándose en la pequeña chimenea, y las respiraciónes de ambas. Sin embargo, Anne sabía que no podía pasarse la vida allí. Necesitaba moverse, y una extraña sensación le hacía querer comenzar con su trabajo como Muerte.
Era extraño decirlo, o siquiera pensarlo.
Ella jamás se habría imaginando en una situación como aquella. ¿Acaso Marcy sabía? Creía que no, pero ésta anteriormente le habia dicho que había vigilado su alma desde siempre. ¿Acaso Marcy podía sentirlo? Recordó su expresión de sopresa cuando le confirmo ser la última Muerte, y lo descartó por completo.
Cuando la niña le pidió a su esposa salir de aquel lugar, Marcy no tardó en llevarla a otro pequeño pueblo, y en el cual había visto a Dios más de una vez. Se hospedaría en un hotel sin necesidad de pagar gracias a los poderes de la reina del inframundo. La habitación era mucho más linda que el hotel anterior, claro, Anne no podía recordarlo. El hotel quedaban en un lugar céntrico, lleno de bares y tiendas. A ninguna le importaba, pero Marcy creía que podrían usarlo a su favor para practicar los poderes de su niña favorita. Anne había acomodado su ahora preciada guadaña en el rincón de la habitación. Esta emanaba una vibra completamente poderosa, un poco peligrosa, se atrevía a decir la dueña de esta, la cual se miraba fijo frente al espejo del baño. Estaba sucia, con el pijama con el que despertó el cual, sin saber porque, tenia leves manchas de sangre.
No quería preguntar.
Suspiro luego de ver fijo sus ojos, en especial aquella mancha negra en uno de ellos. Sintió la presencia de Marcy, la cual ahora era mucho más fácil de interpretar, y vio por el espejo como la rodeaba con sus brazos desde atrás, rozando su mejilla con la de su niña.
Ambas compartieron una larga mirada a través del espejo, y Anne parpadeó rápidamente un par de veces antes de verse a sí misma.
—Necesito ropa nueva. —Comentó con un nudo en la garganta, aun notado las manchas de sangre. ¿Qué había sucedido?
—Debes saber que necesitas comenzar a vestir ropa oscura, por ser Muerte: Sin embargo, yo opino que esa es tu desicion. —Agregó al final. Sabía que todo era demasiado para su pobre niña, y no quería asustarla más de lo que ya la notaba, abrumada, y, por Dios, que lo notaba. Desde que Anne se había vuelto Muerte, podía sentir todo con mucha más intensidad de lo que ya hacia. Ahora podía sentir su notable preocupación, y le estaba poniendo algo inquieta. Presionó suavemente sus dedos con anillos contra el vientre de Anne.
—Anne, dime qué es lo que piensas.
—...Es solo... —Negó. Ni siquiera sabía por donde comenzar. Marcy la giro con cuidado en sus brazos. Anne aún seguía algo delicada, con suerte y no caminaba sin realmente marearse. Busco su mirada, pero no la encontró debido a que la evitaba. —...No se si quiero esto. No es por la vestimenta, o mi ojo, pero es sólo... —Se mantuvo callada. Sonaba malagradecida, o eso creía. Marcy le alzó el mentón con una de sus manos, sosteniéndola de la cintura con la otra, y ambas se vieron fijo a los ojos. —...No era lo que todo tenía en mente. No se si quiero pasar el resto de mi vida... de mi eternidad viendo a gente sufrir hasta morir.
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Dancing with the Devil - Marcanne
FanficEs 1967 y Anne está harta de ser aquella chiquilla religiosa la cual todos molestan. Ya cansada de Dios fingiendo no oírle, decide tomar otras riendas a escondidas; ¿Qué tan mal podría irle si recurriera al Diablo? ¿Qué tan rápido le oiría éste? Es...