Capítulo 30: La nueva y la última

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¿Cuánto tiempo había pasado?

No estaba muy segura, probablemente no tanto. Aun continuaba en aquel lugar, abrazando el cuerpo de su niña favorita, acariciándole su cabello, admirándola

"Jamás te he amado." Fueron sus últimas palabras. Marcy intentaba no dejarse influir por ello, porque recordaba sentir lo que Anne sentía por ella antes de no tener alma pero, de todas formas, sabían que no podría deshacerse de ese recuerdo ni en millones de años.

Lo peor de todo es que ni siquiera podía morir. No había nada que la matará, estaba condenada a ello. Estaba condenada a vivir sabiendo que había matado al amor de su eternidad.

Le acarició con su dedo pulgar los labios, los cuales estaban fríos. Jamas volvería a besar esos labios, ni oir su dulce voz. Jamás vería sus linda nariz y su tímida sonrisa.

Era tan injusto. Ella lo había intentado.

...realmente había intentado ser, al menos un poco buena, por ella.

Una fuerte y fría brisa interrumpieron sus pensamientos, un chillido fuerte se hizo presente, y se vio obligada a soltar a Anne cuando fue lanzada contra un rincón, en la oscuridad de la habitación. El cuerpo de Anne cayó al suelo al no haber sido re acomodado en la camilla. Marcy gruño con furia antes de levantarse del suelo, observando a la figura alta, con capa negra y, una guadaña de punta muy filosa en una de sus manos, encaminarse hacia el cuerpo de su esposa.

Marcy formó un puño con su mano al frente, manteniendo a Muerte en su lugar. Sus ojos nuevamente estaban completamente negros. Movió su mano con fuerza, y Muerte fue expulsada por la habitación, primero hacia un lado, y luego hacia el otro, golpeándola. —No la toques, maldita sea. —Gruño la diabla, finalizando por atraer a Muerte hasta tenerla frente a ella. —Te voy a hacer pedazos, lenta y dolorosamente.

La guadaña voló por la habitación, cayendo en el medio de esta, y Marcy tomó el cuello frente a la cosa sobrenatural frente a ella, apretando con fuerza y sintiendo como sonaban unos huesos contra su mano. Sonrió de lado, complacida pero nuevamente volvió a estar seria y, con un grito lleno de furia, arrojó a Muerte hacía la otra punta de la habitación.

Ya nada le hacía sentir satisfacción, lo único que sentía era un profundo hueco en el pecho, y no matando a la razón por la cual su niña estaba muerta le servía de consuelo.

Aún menos sabiendo que la verdadera razón era ella.

—Era todo un plan, ¿Verdad? —Dice, sonriendo con amargura mientras nota la figura de negro levantarse del suelo y soltar otro chillido. Marcy se tambalea hacia atrás. —Él quería esto, Dios quería a Anne. Y tu se lo diste. Te llevaste su alma para que yo volviera a ponerla en su cuerpo, y fallara. Ahora está muerta, y no hay manera de hacerla regresar. Bravo. —Muerte, la cual ya estaba de pie, caminaba nuevamente hacia Anne. —Esa es una gran lección: usar a las personas para probar cosas. —Asintió lentamente.

Todo había sido tan solo un juego del de arriba. O eso creía.

Alzó la mirada cuando noto la mano de Muerte ir en dirección al pecho de Anne, y fue justo cuando estuvo a punto de alejarla, cuando estuvo a punto de matarla, que esta chillo, más fuerte que nunca antes de ser arrojada, sin siquiera tiempo de caer al suelo debido a que, inesperadamente, se convirtió en cenizas, estimándose en el mismísimo aire.

El ceño de Marcy se frunció, totalmente confundida. Esa no había sido ella. Observó hacia la puerta, en busca de algo que se adentrara a su cuarto, pero no había nadie.

De pronto, Anne tomó una profunda bocanada de aire, abriendo los ojos de golpe y comenzando a toser.

Los ojos de Marcy se abrieron de golpe. —¡Anne! —Camino a zancadas hasta la morena, tirándose al suelo de rodillas y sosteniéndola cuando Anne intentaba sentarse, confundida.

Dancing with the Devil - MarcanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora