Capítulo 19: A la hora de mi muerte (2/2)

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Sus ojos se abrieron lentamente. Le pesaban demasiado y todo su cuerpo dolía. Hay una especie de vacío más notable en su pecho, y el malestar no está presente. Es cuando nota este último que sus ojos se abren.

El hospital... de nuevo.

Cielos. La gente de seguro ya la conocía ahí.

Tenia algo inyectado en uno de sus brazos, una venda en una de sus muñecas, la cual dolía como el infierno al que seguramente iría, y a su madre sentada en una silla de al lado. Es cuando respira profundamente que la mujer jadea bajo, aliviada y se acerca, tomándole la mano a Anne.

—Anne.

Anne carraspea. Su garganta esta algo seca. —¿M-mamá?

—Sh, tranquila. —Le sonríe dulcemente, intentando verse tranquila mientras comienza a acariciarle el cabello. —Estas bien. Te diste un golpe fuerte, pero estas bien.

—¿Que sucedió?

—Te caíste de las escaleras. —Su madre dice, y sus ojos se llenan de lágrimas. La culpa carcome a Anne.

—Oh. ¿Cuanto dormí? —Ha pasando un día, preciosa. —Vaya. —Supongo que te dejarán ir hoy, en un par de horas. Iremos a la cabaña, y durante el viaje pondremos la música que tu quieras. —Anne agradecía tanto el como su madre quería ponerla de mejor ánimo con caprichos. No puede evitar sonreír débilmente, no mucho ya que le dolía todo. —Horneare cosas ricas, y comerás mientras te arropo en tu mantita, y estarás bien. ¿Si? —Anne asintió lentamente mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. —¿Te duele algo?

El corazón.

—Me duele la cabeza, el rostro. El torso, las rodillas y sobre todo mi muñeca.

—Tienes muchos hematomas, Anne. Y tu muñeca se rompió. Debes tomar remedios.

—¿Papá y Ivy?

—Están afuera. Tu padre quería verte, le diré que pase. —Deja un beso en la frente de Anne antes de ponerse de pie.

—¿Mamá? ¿Puede papá traerme un poco de agua, por favor?

—Claro, Anne. —Y salió.

Se mantuvo esperando ahí, mirando al techo. Tenía miedo, pero estaba intentando ser valiente. Había pasado un día sin Marcy, y ya que estaba mejor física y mentalmente, podía pensar en que claramente la diabla tenía razón.

—Hey, Anne. —Parpadea y nota a su padre entrando a la habitación con una leve sonrisa. Anne tan solo sonríe débilmente mientras ve a su padre sentarse en el asiento que había a un lado de la camilla. Suspira. —¿Cómo te sientes?

—Estoy viva. —Anne responde, nuevamente poniéndose seria.

—Eso es bueno. Hable con el doctor, podrás irte en unas horas. —Finalmente con una buena noticia. Anne asiente, realmente aliviada. —¿Tu quieres que vayamos a la cabaña? Porque si estas mal y no quieres puedes decírmelo. Y no lo haremos.

Ese fue un detalle realmente bonito de parte de su padre. Por primera vez en mucho tiempo sentía que alguien escucharía su opinión. Con una leve sonrisa negó.

—No, no. Esta bien, quiero ir. Creo que me hará bien despejarme un poco.

El hombre asiente, de acuerdo. —Oh, toma. —Y Anne tampoco había notado el vaso de agua en la mano de su padre. Lentamente se sienta, negándose a la ayuda del hombre y toma el vaso con su mano sana, bebiéndose todo. Se lo devuelve a su padre y se estira un poco. —Ella me lo dijo.

Anne nuevamente ve a su padre. —...¿Que? ¿Quien?

—Ella. La chica de ojos rojos. —Dice. A Anne se le va la respiración, o al menos eso siente. Le da miedo cuando alguien más habla de Marcy, porque no sabe que hacer o qué decir. Su padre la esta viendo fijo, de manera neutra. —Me busco, sabía que yo estaba en el piso de arriba cuando llegaste. Me dijo lo que debía hacer, y te traje al hospital.

Dancing with the Devil - MarcanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora