Capítulo 29: Consecuencias infernales

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Habían pasado tan solo unos minutos de lo ocurrido, y Anne parecía haberse congelado en su lugar. Marcy se encargo de limpiarle el rostro con su propia camisa, la tomo en brazos y la llevó a la pequeña cama de aquel lugar, desvistiéndola para ponerle una camisa de manga larga y un pantalón holgado junto con unos calcetines. Era lo menos que podía hacer.

Fue cuando Anne se durmió, o eso parecía, que se giro hacia la puerta, haciendo un movimiento con su mano en dirección a esta, debía de bloquearla, al menos en el tiempo en que no se encontraba ahí.

Se puso de pie lentamente, caminando hasta el medio de la habitación con cada pisada provocando un ruido con la vieja madera del suelo. Echó un ultimo vistazo a la adolescente que parecía dormir plácidamente bajo las mantas y finalmente desapareció de allí, dejando en aquel lugar un silencio ensordecedor.

Y sin estar a tiempo para ver cuando los ojos de su esposa se abrieron.

...

Volver a esa casa significa ser recibida por gritos y llantos y cosas que no podían importarle menos. Estaba ahí para amenazar a la única prima de Anne que quedaba, advirtiéndole guardar silencio o su muerte sería una de las más dolorosas.

Habían oficiales en aquel lugar, pudo oír el llanto de una mujer y estaba segura que era una de las tías de Anne, lamentándose por la pérdida de otra de sus hijas. Claramente, ella no tenía la culpa de haber tenido imbéciles.

Marcy hubiese ido directa hasta el cuarto donde aquella idiota estaba, pero se detuvo. Había algo extraño, si... Llevo su mirada a la bolsa que envolvía el cadáver de Amity, el cual estaba sobre una camilla, y tuvo que acercarse un poco para comprobarlo. De todas formas, no estaba siendo visible para los demás. Llevo su mano sobre la bolsa, sin tocar, y lo confirmo: El alma de Amity seguía en su lugar.

¿Cómo era posible? Más bien, la verdadera pregunta de Marcy era: ¿Por qué Muerte no había ido por el alma de aquel lamentable intento de persona?

Cuando ella no estaba haciendo pactos. Muerte era la encargada de las almas. Se las llevaba y las guiaba había donde pertenecían: Cielo, infierno, purgatorio. El no tomar un alma de un cuerpo, significaba dejarla con desicion propia, es decir; Amity se volvería un alma en pena, o ni siquiera despertaría, continuaría como si estuviese dormida, cosa que a Marcy le parecía perfecto porque no quería ni verla en fantasma pero... aun así era extraño.

Lo suficiente para no prestarle atención.

...

Cuando Marcy reaparece en el cuarto de motel nota a su esposa despierta, observando al techo antes de girar un poco su cabeza en su dirección, observándola fijo. Hay ojeras más notables bajo sus ojos, parece como si se deteriorara con el paso de los minutos.

Esto tenía que terminar hoy, y más ahora, que estaba casi segura de haberlo conseguido.

La diabla camino hacia la cama, sentándose en el espacio que quedaba.
—Necesito que me cuentes sobre tus visiones.

Anne parpadea rápidamente antes de negar, regresando su mirada al techo. —No eran muy interesantes. —Dice. Un silencio se forma entre ellas antes de que Anne suspirara y se pusiera de lado en dirección a su esposa. —¿Por qué quieres saberlo?

Marcy debía de ser inteligente, y eso significaba no decirle a Anne su plan. Ésta había comenzado la etapa de oscuridad y probablemente no quería su alma de regreso.

—Simplemente no he dejando de pensar en ello. —Mintió, y con mucha facilidad. Era la reina de las mentiras. —Y quiero saber.

—He visto un hospital. —Responde de inmediato, sin siquiera titubear. —Yo estaba ubicanda en la punta de la camilla de una niña con cáncer.

Dancing with the Devil - MarcanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora