Capítulo 25: Nuevo comienzo

405 30 76
                                    

Anne estaba viva. Apenas.

Pocas veces los ángeles tenían el permiso de la otra persona para poseerla, pero a Marcy todo le daba igual. Marcy no podía dejar morir a Anne, simplemente no era lo correcto, este no era el destino que ella quería para la niña, y honestamente, poco le importaba si lo era. Iba a salvarla, por las buenas o por las malas.

Los arcángeles eran fuertes, Anne se curaría de inmediato si la diabla quería. Estaba maldita, pero aun podía sanar humanos, aunque jamás lo había hecho antes. Ella había sido la primera.

Suspiró era extraño ser humana, era extraño ser su esposa. Bajo los escalones que la habían llevando a la azotea, y nadie estaba en el segundo piso. Todos se encontraban debajo, en donde habían estado al principio. Se oía el llanto de su suegra y las personas se comunicaban de manera rápida. Marcy llegó hasta la escalera, pero se que quedo ahí de pie sin bajar y observando fijo a las personas mientras llevaba una de las pequeñas manos de su esposa al bolsillo delantero de su pantalón, con la otra apoyándose en la baranda, alzando un poco el rostro, mostrando superioridad ante todos los asquerosos seres humanos en aquella casa. Cada uno de ellos era lo peor.

Solamente estaban Oum, Ivy, Bee y el sacerdote, el cual sostenía su cabeza ante la sangre que emanaba de un corte que a simple vista parecía leve pero era algo profundo.

Nada para morirse.

La mujer dio un paso antes de que el señor Boonchuy la tomará del brazo, pero esta jamás quitó la mirada del cuerpo de su hija, la cual justo ahora no lo estaba siendo. —¿Anne? ¿Preciosa? —Le tembló la voz. Las cejas de la mencionada se alzaron, y su cabeza se fue ladeando lentamente con una cínica y ladina sonrisa en sus labios mientras observaba a la mujer caer de rodillas, sollozando. —P-por favor, devuélvemela, por favor.

—Mujer...

—Por favor.

—Si, Oum. —Hablo Marcy con la voz de su niña sonando tranquila y seca, tan fría como su cuerpo. —Paciencia. No mataré a Anne, todos ustedes podrán seguir torturándola como siempre. —Finalizó, comenzando a bajar las escaleras con paciencia.

El sacerdote llevo una de sus manos hacia el diablo en el cuerpo de Anne, pero esta última fue más rápida y antes de que el mundano pudiese siquiera recitar algo, lo hizo volar hasta pegarlo contra la pared de manera brusca y dolorosa.

—No me digas que hacer, viejo estúpido. —A pesar del insulto, continuaba tranquila. —Tú, tú iglesia y tu Dios pueden besarme el culo. No esté, por supuesto. —Aclara. —Este sólo lo besó yo. —Suelta una sonrisa tonta antes del girarse a la familia Boonchuy, observando a su suegra arrodillarse ante sus pies, aún sollozando con fuerza.

—Por favor, déjala ir. —Ruega. —Déjala ir...

—¡Está bien! —Exclamó, fingiendo animarse. —Pero dime "Por favor" de nuevo. —Claramente molestando. Sonríe un poco al ver el enfado mezclando con miedo en la mirada de todos.

—P-por favor... te lo ruego.

Vale, no es como si a Marcy le agradase del todo, pero era la madre de su esposa. A pesar de sus absurdas creencias, esta le preparaba la mejor merienda cuando Anne se sentía mal, la llevaba a la cama, se acostaba con ella cuando tenía pesadillas, le hacía fiestas, la iba a buscar a la escuela, siempre intentaba tratarla con la mayor amabilidad. Inhalo, mirando arriba unos segundos, pensando antes de exhalar profundo y ponerse de cunclillas frente a la mujer. Llevo una de sus manos al mentón de esta, la cual alzó la mirada con terror y tristeza, y la vio fijo por unos segundos.

—Sólo haz lo que digo, y todo irá bien. —Dijo, y la mujer aún sollozando asintió. Marcy se paró nuevamente. —Ponte de pie. —Le ordenó.

La mujer lo hizo de inmediato y Marcy dio unos pasos atrás, girandose y pasando una de sus manos por la barbilla de su esposa. Oh, Anne. Debía de curarse rápido, porque su paciencia se debilitaba con el paso de los segundos, y las ansias de hacerlos pagar a cada uno crecía en su pecho.

Dancing with the Devil - MarcanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora