Calor, sudor y pasión había en el despacho de la diabla, en el subsuelo del enorme e interminable infierno.
Si, Marcy lo había estado deseando hace rato. Tener a su niña desnuda sobre si, saltando sobre sus dedos, besandole todo el cuerpo y que sus gemidos hicieran eco en su despacho. Todo esto estando sentada sobre su trono, sintiéndose una verdadera reina.
Le acarició el culo mientras la hacía detener los saltos al estar muy cerca. Quería disfrutar más de aquellas sensaciones, de tener el cuerpo, desnudo y sudoroso sobre el propio, el cual estaba cubierto con su ropa, pero con sus pantalones bajos, por supuesto. Tomó el cabello de su esposa en un puño, tirando hacia atrás para alzarle el rostro y atacar directo a aquellos labios rojizos y levemente hinchados. Anne gimió, respondiendo como podía. Se sentía sin aire, con mucho calor y placer. Las manos de la diabla estaban por todas partes, sus besos la hacían estar mas cerca del límite, y las palabras sucias que le susurraba al oído lo hacían sentir una niña muy, muy mala.
La amaba tanto.
Marcy ordenó entre un beso los movimientos de Anne, y ésta nuevamente reinicio los movimientos de sus caderas, los saltos sobre los dedos de su princesa, su esposa, su reina. Su todo.
Anne rodeó el cuello de la diabla con sus brazos, aferrándose y mordiendo su labio inferior, con sus ojos cerrados y ceño fruncido. La diabla llevo su mano libre a la cintura de Anne, presionándola para ayudarla a subir y bajar más deprisa. En aquella habitación reinaron nuevamente los gemidos, los jadeos y chasquidos de los besos. Todo era simplemente demasiado, y ninguna pudo soportarlo por mucho tiempo. Llegaron al clímax casi al mismo tiempo, con sus cuerpos temblando sintiendo las descargas de placer mezclado con alivio. Anne se quedó abrazada al cuerpo de su esposa, la cual le besaba humedamente el cuello. —Lo siento... por manchar tu ropa—Se disculpo entre respiraciones agitadas.
Marcy le mordía juguetonamente el cuello en aquella área donde la morena tenía cosquillas, haciéndola reír adorablemente y retorcerse un poco en su brazos, los cuales se estrecharon de manera más firme.
—Deberías de tener una cama aquí...
—Deberíamos. —Corrige la diabla. —Esto es tuyo, también. —Un cosquilleo se hizo presente en el estómago de Anne a la vez que recibía un beso en su oreja. —Aunque me gusta hacerte mía en mi trono. —Dice baja, y le aprieta el trasero, provocando que gimiera apenas audible.
La diabla se aparta tan solo para alzarle el mentón y besarle en los labios. Las lenguas de ambas se encuentran de inmediato, frotándose entre sí, formando húmedos sonidos y más calor en el pecho de ambas. Marcy se aparta con una suave mordida en el labio inferior de la morena, y entonces abre los ojos para verla.
Cabello despeinado, mejillas sonrojadas, labios rojos y ojos brillosos, dilatados. La mirada de la mundana pasa de estar embobada a estar entre confundida y avergonzada.
—¿Qué sucede? —Pregunta ladeando levemente su cabeza, con su ceño frunciéndose.
—Te ves condenadamente bien. —Halaga la diabla, provocando que su niña se sonroje y no evite reír silenciosamente en una exhalación, bajando la mirada y negando lentamente. Las cejas de la reina se alzan por unos segundos. —Oh, vamos. Dime que mi niña favorita no sabe que es preciosa.
Una vez mas, su esposa niega, sin alzar la mirada. —No...
—¿Me estas contradiciendo? —La boca de Marcy vuelve a acercarse a la oreja de la más baja. —Porque, verás, yo soy mentirosa... pero no necesito serlo con mi esposa. —Lamió el lóbulo de su oreja antes de sostenerla mejor contra su pecho y observarla. —Deberíamos de volver. En tu casa no tardarán en despertar, y sería extraño si te ven en la escalera con los ojos vendados por unos de tus calcetines.
ESTÁS LEYENDO
Dancing with the Devil - Marcanne
FanfictionEs 1967 y Anne está harta de ser aquella chiquilla religiosa la cual todos molestan. Ya cansada de Dios fingiendo no oírle, decide tomar otras riendas a escondidas; ¿Qué tan mal podría irle si recurriera al Diablo? ¿Qué tan rápido le oiría éste? Es...