Anne no dudó en aceptar la mano que la reina de las tinieblas le tendía. A pesar de ser ésto último, su confianza estaba totalmente en la arcángel. No le importaba tanto salir dañada, aún más sabiendo que de todas maneras se iría al infierno, pero pondría toda su confianza en Marcy. Absolutamente toda.
Con un suave tirón, la diabla la atrajo cerca de su cuerpo y le rodeó la cintura con un brazo a la par que Anne apoyó una de sus manos en el hermoso saco rojo que traía, sobre el pecho de ésta. Pudo sentir lo cálida que su piel era, y las manos libres de ambas se juntaron, encajando perfectamente, como si estuvieran hechas una para la otra.
Sin más, la diabla comenzó a bailar lentamente, meciéndolas a ambas a un ritmo lento. Anne se tropezaba con sus pies, y todo debido a que no había nada que pudiese seguir. Nerviosa, intentó tragar el nudo de su garganta y rio falsamente, sonrojada y muy, muy avergonzada.
—No hay música... —Susurró, realmente esperando no romper el precioso ambiente que se había formado. De reojo observó a la diabla sonreir de lado.
—Mírame a los ojos.
No evitó alzar ambas cejas, sorprendida al oír aquellas palabras salir de la boca de la de pelo corto. Frunció un poco el ceño y bajó la mirada. El pitido ya de por sí era molesto, y sabía que no aguantaría más de un segundo oyendo éste mucho más potente. Era como sentir que su cabeza iba a explotar.
Negó lentamente. —No puedo...
—Mírame.
—E-es que...el pitido... —Esperaba que Marcy no se enfadara. —Suena un pitido cuando lo hago.
—Anne... –La nombrada de pronto se puso muy nerviosa, y más al sentir el como la diabla se inclinaba un poco, y el aliento de ésta rozaba su rostro como una leve brisa.
—Y duele un poco.
La mano de Marcy suelta la de la niña y la lleva al mentón de ésta última, levantándola con calma. –Mírame.
Los ojos de Anne se alzan, observando entre sus pestañas los ojos cafés, y un cuarto rojo de solo uno, de la diabla. El pitido hace latir su cabeza del repentino dolor que estremece sus huesos, pero éste se va de manera fugaz, sin dejar rastro.
Una melodía suave comienza a sonar. Un violín deja atrás el pitido, y suena tan triste que los ojos de Anne comienzan a lagrimear. La diabla, fingiendo no notar aquello y sin apartar la vista de los ojos de la más baja, lleva la mano
desde el mentón nuevamente a la de la chica, entrelazando los dedos y suspirando antes de comenzar a mecerse nuevamente.Esta vez Toni puede seguir los pasos, sin tropiezos, con calma. Las lágrimas caen por su rostro de manera silenciosa, está hipando y hasta tiembla, pero jamás aparta los ojos de los de Marcy. Disfrutará al máximo el ver aquella pieza de arte.
—¿Qué...? —Traga y luego suspira para que su voz no suene tan quebrada. —... ¿Qué es eso?
—Giuseppe Tartini.
Anne no puede evitar parpadear con sorpresa. Su prima Luz solía aterrorizarla con historias sobre ese famoso violinista, pero luego de tantas noches en vela debido al miedo que lo hacía sentir aquel nombre, incluso en aquellos meses no se lo hubiera creído.
—¿Está en el infierno?
—Me dio su alma. —Marcy susurra.
La realidad comienza a caer sobre su pequeño cuerpo luego de haber oído aquello. Porque es obvio: Marcy es el diablo, ella es una simple humana. Ha vendido su alma, y la diabla es una manipuladora. Tiene el mismo destino de todos, y nada va a cambiar. No debía de creerse éstos actos de cariño, pero no podía evitarlo.
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Dancing with the Devil - Marcanne
أدب الهواةEs 1967 y Anne está harta de ser aquella chiquilla religiosa la cual todos molestan. Ya cansada de Dios fingiendo no oírle, decide tomar otras riendas a escondidas; ¿Qué tan mal podría irle si recurriera al Diablo? ¿Qué tan rápido le oiría éste? Es...