Capítulo 20: Hogar, Agridulce hogar

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Aquel frío lugar, le falta vida y la notable crueldad le hicieron tener mas de dos escalofríos en menos de cinco segundos. Sin poder evitarlo se acercó más a Marcy, tomándola del brazo.

—No hay nada que temer. —Dijo la diabla. —En parte, este es tu hogar. —Y comenzó a caminar con su niña sosteniéndose de su brazo.

Pasaba con la cabeza en alto entre todas aquellas personas formadas, recibiendo silencio y ninguna mirada, respeto al ser la reina de todo aquel lugar. Anne evitó observar a algunas personas que golpeaban su cabeza contra la pared, fuera de sí. ¿Hace cuánto estaban ahí, tan solo de pie, esperando por lo peor? Muchos de ellos parecían estar pudriéndose, con sus pieles cayéndose de su cuerpo. Había un hombre de unos metros, al principio de toda aquella fila. Mientras Anne caminaba y observaba alrededor, podía oír la grave voz de aquel hombre hacer comentarios sarcástico y crueles. "¿Alguno tiene sed?" "¿No creen que se están tardando mucho? ¿Que dicen si aplaudimos?"

—Azazel. —Dijo Marcy cuando llegaron al principio de la fila, y Anne intentó no sorprenderse ante lo escalofriante que sonó su voz; Autoritaria, demandante, demasiado fría y seca.

El pálido hombre de unos cuarenta años, el cual dejo de reír de inmediato y se giró hacia la diabla, haciendo visibles sus ojos completamente negros, comenzaba a verse asustado e incluso débil.

—¿Si, mi reina? —Respondió, y de reojo observó a la muchacha que se encontraba a un lado de la reina del inframundo, abrazándose al brazo de ésta.

Marcy se mantenía inexpresiva y hablaba con decisión —Quiero que te inclines. —Dijo. El demonio de inmediato lo hizo, poniéndose frente a su reina. —Inclínate ante tu nueva princesa.

El demonio alzó la mirada, confundido al principio, pero de inmediato se arrastró frente a la morena, inclinándose ante ella. —Mi princesa.

Anne observa al demonio inclinado a sus pies con sus ojos mas abiertos de lo normal. Le parecía extraño, porque una de esas cosas era su pesadilla, una de esas cosas le seguía e intentaba matar. Le parecía, extraña la situación, irreal pero, maldita sea, que si era real. Que un demonio le estaba haciendo una reverencia y lo había llamado "Princesa"

—Hola. —Dijo, y se sintió estúpida.

Marcy rodó los ojos sin que nadie la viese. —De pie. —Ordena. El demonio lo hizo de inmediato y retrocedió unos pasos. —Ella vendrá aquí cuando se le antoje, y espero por el bien de todos que se le trate como se merece, o tendrán el doble de sufrimiento. —Dice mientras ve a todas las personas formadas, las cuales lentamente pasaban de ser muertos vivientes a muertos vivientes hiperactivos, con obvios nervios ante la presencia de la reina del inframundo. —¿Entendido?

—Por supuesto, majestad.

Marcy mueve su brazo, extendiéndolo hacia Anne, la cual toma a la diabla de la muñeca con ambas manos, distraída al estar viendo alrededor. —Sigue con tu trabajo. —Le dice a su sirviente, y da unos pasos más, abriendo una puerta que hay a un costado del largo y algo estrecho cuarto. Es alta, de hierro y suena pesada cuando Marcy la abre sin hacer ni un poquito de fuerza. Guía a la morena a que pase primero, y luego se adentra ella, cerrando detrás.

Ambas quedan en silencio, Anne parpadea debido a que la luz ha bajando aún más. Pareciese como si estuviese metida en un largo pasillo de pura tierra, con alguna que otra antorcha iluminando a lo largo. Se oían lamentos a lo lejos, llantos. Marcy se puso frente a ella, y ambas se miraron fijo para confirmar que la morena se encontraba en buen estado. Le dio un asentimiento a su esposa, y la reina del inframundo la toma de la mano antes de comenzar a avanzar.

Anne descubrió que aquel pasillo tenía muchas esquinas que llevaban a más pasillos con más esquinas. Vio algunas puertas y supuso que dentro había más gente encerrada, muchos rogaban por salir. Un nudo se le iba formando lentamente en la garganta. ¿Eso le habrá pasado a su padre? ¿Su prima? ¿Habría sido peor? Porque estaba comenzando a notar que nada era mejor en aquel lugar.

Dancing with the Devil - MarcanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora