Oír el desconsolado llanto de una madre desesperada al haber perdido a su marido en la sala de espera del hospital no era nada reconfortante para Anne Boonchuy, la cual temblaba en los brazos de su hermana mayor, que le acariciaba con una mano su cabello e intentaba consolarla, diciéndole que nada de lo que había sucedido fue su culpa.
Definitivamente todo era su culpa.
Bien podría haber aguantado un par de quemaduras en su piel, porque no eran nada a comparación de un ataque al corazón. No hubiese pasado de un castigo, porque su padre jamás podría herirla con gravedad...
¿O sí?
Ambas hermanas observaron la puerta del frente en cuanto ésta se abrió, con su madre saliendo y dedicándoles una pequeña sonrisa. Anne no sabía si aquello era bueno o malo. Su madre se acercó a sus hijas, tomando el asiento de un lado de Ivy y viéndolas.
—Niñas, no lloren. Su papá está bien, se va a recuperar —Besó la frente de ambos—. Tienen que rezar y Dios va a arreglarlo todo. Estará en observación esta noche, y se va a recuperar poco a poco. No debe llevarse disgustos, y debe comer saludable. Lo cuidaremos, tranquilas.
A pesar de la sonrisa de su madre y el profundo suspiro saliendo de los labios de Ivy, Anne temblaba como una hoja, y tenía el color de ésta. Estaba descompuesta, mareada, disgustada...
—Ivy, cielo. Lleva a Anne a la cafetería.
—Dijo a la vez que le entregaba dinero a la mayor de las hermanas Boonchuy—Cómprale un chocolate caliente y una dona. Cómprate algo tú también, es una noche muy fría. Me quedaré aquí, asegúrate que tu hermana esté bien.Ivy asintió y ayudó a su hermana a ponerse de pie y a caminar fuera de la sala de espera. Recorrieron el hospital hasta finalmente llegar a la cafetería, la cual estaba casi vacía a excepción de unos ancianos en unos asientos de la esquina, bebiendo tazas de café y charlando en voz baja. Ivy dejó a su hermana en un asiento de una mesa de las esquinas y acarició su cabello.
—No me tardo, quédate aquí —Le dijo antes de ir a pedir la comida. Anne se encogió de hombros, sintiéndose más pequeña de lo que era mientras continuaba temblando. Moría de frío, moría de miedo...
...Moría de ganas de continuar en los brazos
de Marcy. No se sentía a salvo, estaba
desprotegida, y tan nerviosa que apenas la
veía de reojo.Era su culpa. Su padre había tenido un ataque al corazón, ya no podrían verse mutuamente a la cara. Su familia sospecharía de ella, se preguntarían quién es "Marcy" y la acusaría, para luego matarla a golpes. Su alma iba a ser arrebatada de la peor manera posible, e incluso sabiendo que acabaría en el infierno, nunca dejó de sentir las ganas de ser envuelta por los brazos de la diabla.
Lo quería tanto, necesitaba aquello, y más. Necesitaba...
Las tazas siendo apoyadas bruscamente sobre la mesa la sobresaltaron, interrumpiendo sus pensamientos y acurrucándose más contra su asiento. Su hermana se sentó frente a ella y dejó el plato con las cuatro donas de chocolate en el medio.
—Come, Anne —Básicamente le ordenó.
No iba a negarlo, tenía hambre, pero sentía que podría vomitar en cualquier momento. La culpa no se iba de su mente, y si al menos pudiese irse vomitando...
Intentando dejar de pensar, respiró profundamente antes de sentarse derecha y tomar una dona, dando un mordisco y masticando lentamente. Su hermana suspiró y bebió de su café con crema, relamiendo sus labios luego.
—Anne—Llamó, pero ésta continuó con la mirada baja, masticando—. Sé que crees que es tu culpa p-
—Lo es —Interrumpió la adolescente. Apenas le salía la voz. Tragó la comida de su boca y dejó la dona sobre la mesa, tomando delicadamente su taza y soplando el contenido antes de darle un sorbo, sintiendo la bebida arder en su pecho.
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Dancing with the Devil - Marcanne
FanfictionEs 1967 y Anne está harta de ser aquella chiquilla religiosa la cual todos molestan. Ya cansada de Dios fingiendo no oírle, decide tomar otras riendas a escondidas; ¿Qué tan mal podría irle si recurriera al Diablo? ¿Qué tan rápido le oiría éste? Es...