Capítulo 4. Arriba.

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⚠️+18🚨 ya lo saben, esta saga tiene escenas de este tipo y yo advierto antes de que se les salgan los ojos. Para quienes tienen algún tipo de sensibilidad al leerlo no se preocupen, no será necesario que lo lean ya que no interferirá con la historia. Pueden detenerse en el diálogo: Se cuidadoso.

Sin más preámbulos, a leer.

     Ronald me traicionó y fue directo a uno de los barrios más elegantes y caros de todo Londres

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Ronald me traicionó y fue directo a uno de los barrios más elegantes y caros de todo Londres. La residencia era enorme y las casas lujosas con un estilo pintoresco, era una mezcla de lo antiguo y moderno.

—Me has engañado —protesté haciendo pucheros.

Él solo se burlaba y colocó una mano en mi pierna desnuda que activó todos mis sentidos y me hizo olvidar la razón de mi enfado.

—Pobre e inocente Aurora.

Lo fulminé con la mirada y en eso noté que estábamos frente a una enorme casa de tres pisos; el portón se abrió en automático y Ronald avanzando en su auto. Había preciosas jardineras muy bien cuidadas y la entrada era espectacular, todas las paredes eran blancas con detalles oscuros.

El estacionamiento de la casa era redondo donde los autos podían aparcar y quedar cerca de la entrada principal. Estaba tan concentrada en admirar la casa que no me di cuenta cuando Ronald abrió mi puerta para ayudarme a salir.

—Es muy bonita.

—Si yo tengo un gran ego el de mi padre es colosal.

Lo miré y casi me reí.

—Deja que te consienta un poco, después de todo eres su hijo.

Enarcó una ceja no muy de acuerdo.

—Ya pasó la etapa donde podía consentirme como su hijo, ahora soy autosuficiente y puedo mantenerme solo.

—Entonces disfruta de tenerlo cerca.

No respondió, tomó mi mano con una expresión dudosa y caminamos rumbo a la enorme puerta.

—Lo intento —confesó—. Solo... no quiero sentirme presionado, no es algo sencillo.

Asentí de inmediato.

—Poco a poco.

Entramos, y a primera vista estaba un precioso recibidor, el piso era de mármol y al fondo lucían una grande y elegante escalera caracol que daba al segundo piso. Me sentía muy diminuta por lo alto que eran los techos, había uno que otro cuadro en las paredes y todo se miraba pulcro, no faltaba la limpieza en absoluto.

—Es... impresionante.

—No está mal.

Caminé un poco para admirar la casa como una obra de arte de la arquitectura. Ronald me quitó mi jersey y seguí mi camino rumbo a las preciosas escaleras, jamás pensé enamorarme de algo así.

3º FRENESÍ: ¿Para siempre juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora