Capítulo 8. Noticias locales.

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     Solo había un lugar donde iba a sentirme seguro y tranquilo

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Solo había un lugar donde iba a sentirme seguro y tranquilo. Subí por la pared hasta llegar a la ventana. El cielo estaba despejado, las estrellas y la luna llena parecían señalar mi acto vandálico.

Abrí con cuidado la ventana y escuché que la voz de Aurora venía de adentro del cuarto de baño. Percibí una tenue voz masculina. Entré como gato sigiloso, cerré la ventana y me apoyé de ella para esperar a que saliera.

     —Vaya noticia, me da gusto saber eso ¿Es de la universidad?

     —Ni yo me lo creo y no. Trabaja en una cafetería cerca de ahí, una vez fuimos después de clases. Fue como amor a primera vista, tiene unos ojos preciosos y no me hagas seguir por sus músculos que es como ver a Hércules. Yo sabía bien que el amor de mi vida sería extranjero...

     Mitch. Reconocí de inmediato la voz parlanchina y energética. La puerta del baño se abrió y Aurora soltó un grito del susto que el móvil aterrizó en el suelo.

     —Pero ¿Qué fue eso?

     — ¿Quieres terminar matándome de un susto? —bisbiseó con ambas manos en el pecho. Solo pude sonreír porque mis ojos estaban en ese diminuto vestido de seda que usaría para dormir.

     Aurora alcanzó su móvil.

     —Tengo que irme, Mitch.

     — ¿Todo bien?

     Puse los ojos en blanco y me acerqué lo suficiente para que Mitch notara mi presencia. Al verme pegó un grito que estoy seguro que quebraría los cristales.

     Aurora brillaba como un tomate recién lavado y Mitch transformó su expresión de desconcierto a una más traviesa.

     —Ya veo, ya veo. Yo me despido y que la pasen muy bien.

     —Hablamos luego, Mitch —se despidió Aurora con un timbre de voz tierno.

     —Gracias por tu compresión, Mitch —agregué.

     Mi novia pasaba de un color a otro y terminó la videollamada.

     Lo mejor de todo es que su habitación ya era privada. Los ojos de Aurora me atravesaron, en ocasiones podía imaginarlos como dos filosos cuchillos, pero era solo cuando la hacía enojar.

     — ¿Qué haces aquí? ¿Pasa algo?

     Se miraba tan pequeña e irresistiblemente apetecible. Quería devorarla y besarla por todos lados. Mi autocontrol estaba derrumbarse por la placentera idea de estar dentro de ella.

     Caminé para recortar toda la distancia entre nosotros y la rodeé por la cintura para atraer sus labios a los míos.

     —Pasa... —besé y mordí su labio inferior lentamente—. Que quiero estar contigo.

3º FRENESÍ: ¿Para siempre juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora