HANNAH
– ¡Feliz cumpleaños, April! – estreche con fuerza a mi amiga entre mis brazos.
– ¡Gracias! Te quiero mucho.
La miré a los ojos. Aquellos grandes y brillantes ojos miel que parecían querer devorar el mundo.
– Yo también te quiero mucho – alcancé su vaso y se lo di – ¡Por muchos más años juntas!
– Sabes que jamás me separaría de tu lado – la sonreí, porque sabía que April no mentía.
"Jamás me separaría de tu lado" aquellas palabras ardieron en mi estómago. April adoraba celebrar sus cumpleaños. Las sorpresas, los regalos... siempre le había gustado, pero este año no había nada de eso para ella. No había nada porque April ya no estaba.
Me tumbe sobre mi cama sin fuerzas para hacer nada más y lloré. Lloré porque la quería, porque la echaba de menos, porque la necesitaba. Lloré porque me sentía sola, porque dolía y porque nadie podría llenar aquel espacio que había quedado vacío en mi interior.
Volvió a mí la sensación de asfixia, la fuerte presión en el pecho y el dolor de cabeza. Los pitidos ensordecedores y el temblor de las manos.
Llevé mi mano hasta el pecho tras el primer pinchazo. Dolía. Ardía. Picaba. Hay heridas horribles, heridas que duelen y sangran pero que con el tiempo se curan, cicatrizan y desaparecen, y hay otras aún peores, esas que ni siquiera ves y que crees que han desaparecido, pero que con el mínimo recuerdo queman, se abren y duelen como el primer día... y eso era April para mi.
Durante unos minutos me permití estar mal pero entonces llegaron aquellas palabras a mi cabeza:
"¿Me prometes que acudirás a mi si tienes algún problema, necesitas desahogarte o quieres hablar de algo?"
"Por favor Hannah, prométemelo"Y sin pensarlo dos veces, como si de una fuerza sobrenatural se tratase, me calcé y crucé la calle para llegar hasta su casa, para subir hasta su habitación, llamar a la puerta y esperar a que Jacob abriese.
– Hannah – dijo sorprendido al verme – ¿Que haces aquí?
Como si se acabara de dar cuenta paso sus manos por sus ojos, rojos, hinchados. No sabia con exactitud si se debía a la droga o a que había estado llorando, pero tras ver lo que escondían sus ojos, supe que era la segunda opción.
– Yo... no quería molestar – mis piernas empezaron a temblar – Es solo que... hoy es... y ella...
Antes de que fuera capaz de formular una frase Jacob alargó el brazo tomando por sorpresa el mío y atrayéndome haciendo el interior de la habitación antes de cerrar la puerta. Sus ojos, húmedos y cristalizados al igual que los míos me observaron durante unos segundos para después rodearme con sus brazos y dejar que mi rostro se hundiera en su pecho, porque siempre había sido muy pequeña a su lado.
Las lágrimas que me había esforzado en retener cayeron desbocadas junto a las suyas. Cada lagrima que soltaba era una herida que cicatrizaba, pero por mucho que sanara, la cicatriz seguía ahí, recordándome lo que es el dolor, lo que es perder a alguien y lo mucho que siempre la querría aunque no nos volviéramos a ver.
– Estaba apuntó de ir a verte – dijo separándose un poco de mí tras un largo rato abrazados.
Limpié mis ojos con la manga de mi sudadera y entonces me fijé en él por primera vez desde que había llegado. Estaba vestido, calzado e incluso llevaba ya puesta su cazadora negra.
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Cantando bajo las estrellas
RomanceHannah está rota. Hannah es un alma en pena desde la muerte de su mejor amiga April. Está atrapada en un agujero oscuro y profundo del que no parece haber salida. Jacob, el hermano mayor de April, también sufre su pérdida tapando ese dolor con alcoh...