Capítulo 12

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Ciertas cosas empezaban a encajar. Otras no. El cerebro de Liss comenzaba a estar demasiado confundido como para trabajar como debía. En los últimos días había tenido la experiencia sexual más maravillosa que habría podido imaginar. James había cumplido su promesa; nunca paraba hasta que la hacía gritar de placer. Una y otra vez, le regalaba orgasmos que la sacudían por dentro y hacían que acabara suplicándole un descanso. Pero en realidad siempre deseaba más; lo físico y algo más que eso. La presión que suponía la organización de la fiesta y la potente sensualidad de James la tenían exhausta. Sólo podía pensar en él. Cada vez le gustaba más. No tendríá por qué haberle dado aquella oportunidad; cualquier otro la habría despedido hacía tiempo. Y Liss sabía que no le había dado esa oportunidad sólo porque se estuviera acostando con él: siempre esperaba lo mejor de todo el mundo. Quería que la gente alcanzara el máximo de sus posibilidades. Era lo que esperaba de sí mismo y de los demás. Y era lo bastante justo para comprender que a veces se necesitaba más de una oportunidad para conseguirlo, que no todo el mundo era tan competente como él. Sin embargo, ella sabía también que no habría más oportunidades y no quería defraudarlo. Aunque lo haría tarde o temprano. Siempre acababa defraudando a todo el mundo.

No obstante, seguía con la firme intención de intentarlo y organizar la fiesta lo mejor que pudiera. Así cuando ella se hubiera ido, James no la recordaría como un absoluto fracaso, ni como una gran decepción. No quería que la apartara de su lado, pero sabía que era inevitable; en algún momento, ella haría alguna estupidez y todo habría acabado. O sencillamente, dejaría de sentirse atraído por ella.

Intentó olvidarse de él al menos durante cinco minutos para seguir con los preparativos de la fiesta. Lo que le preocupaba en esos momentos era la animación. Quería algo sofisticado para la primera parte de la gala; para después buscaría al mejor DJ de Aristo. Ya había comprobado que no podía recurrir a sus viejos contactos, así que probó en las nuevas discotecas de la ciudad. Tendría que ir a escucharlos para ver si estaban a la altura; no tardaría más de una hora. Sabía que James no querría acompañarla, pues estaba demasiado ocupado y había empezado a acusar el cansancio de sus interminables jornadas delante del ordenador. No quería molestarlo con un problema que tenía que resolver ella sola.

Salió en mitad de la noche, cuando la vida nocturna aún estaba empezando. Le costó mucho abandonar la cama en la que James dormía plácidamente, más atractivo que nunca. Por una vez, Liss no tenía ganas de meterse en un ambiente cargado y lleno de gente. Resultó que el DJ era horrible. Estuvo a punto de echarse a llorar de rabia.

Cuando volvió a la cama, casi dos horas más tarde, él se dio la vuelta para abrazarla.

-Tienes que entrar en calor -le dijo al sentir sus manos.

Así era, por dentro sentía el frío del fracaso y de la decepción que había supuesto descubrir que aquellos con los que creía que podía contar no querían ayudarla.

Al día siguiente recorrió las calles de la ciudad y por fin consiguió dar un paso adelante. En la asociación de teatro de aficionados dio con un muchacho, que parecía tener unos dieciséis años, el cual había hecho un magnífico trabajo de iluminación en el último montaje del grupo. Liss sólo esperaba que no lo llenara todo de cables y provocara un accidente.

Después pasó varias horas hablando con el chef del hotel.

-La semana pasada servimos los mejores manjares del mundo. Esta vez queremos que la fiesta sirva para ofrecer lo mejor de Aristo, pero tenemos un presupuesto algo limitado -añadió con una sonrisa. Va a ser toda una prueba para ti.

-Ya veo, ya -el chef aún parecía nervioso, a pesar de que estaba al tanto desde hacía ya varios días.

-¿Entiendes qué es lo que pretendo?

-Claro.

Al salir de allí se cruzó con Stella, la secretaria del hotel, y se fijó en las líneas asimétricas de la falda que llevaba.

-¡Dónde te has comprado esa falda? -le preguntó sin rodeos.

-Me la ha hecho mi novio -dijo con orgullo -Es diseñador.

Liss observó detenidamente la prenda; estaba bien hecha y era original. Muy interesante.

-¿ Vende en alguna tienda?

-No, no, aún no. Acaba de terminar los estudios.

-¿Te importaría darme su número?

Stella parecía sorprendida, pero se lo dio y Liss lo llamó de inmediato. Se reunió con él sólo unos minutos más tarde.

-Hola, princesa Liss -el novio de Stella, Tino, la saludó con actitud informal, como si estuviera acostumbrado a que los miembros de la realeza fueran a verlo a su modesto apartamento.

Liss observó sus bocetos y las obras que había hecho para el proyecto final de sus estudios. No tardó en tomar una decisión.

-Que quiere que haga ¿qué? -le preguntó Tino, asombrado.

-El vestido de fiesta más espectacular que se te ocurra.

-¿En dos días? -no parecía tan atónito, sólo algo escéptico-. Pero usted no suele llevar obras de diseñadores desconocidos.
Eso era cierto. Siempre llevaba ropa exclusiva e increíblemente cara.

-Después de esto, ya no serás desconocido.
Tino la miró de arriba abajo con gesto crítico.

-Es usted aún más delgada de lo que parece en las fotos.

Sabía que había perdido peso en los últimos
días.

-¿Podrás hacerlo?

-Supongo que no puedo decir que no.

-Gracias.

-Pero tendrá que dejarme que lo haga a mi estilo. sin injerencias.

Parecía muy seguro de sí mismo y, a juzgar por su trabajo, Lis pensó que quizá tuviera motivos para estarlo.

-Mientras tenga un aspecto decente, tienes vía libre.

-Genial -de pronto parecía un niño en una tienda de caramelos.

Liss esperaba no haberse equivocado.

-Otra cosa dijo de pronto, contenta de haberse acordado-. Necesito todo un ejército de camareros guapos.

-La agencia de modelos -respondió Tino, pensando en voz alta-. Si saben que va a estar allí la prensa, lo harán gratis.

Cualquier aspirante a estrella estaría encantado de tener la oportunidad de acudir a semejante fiesta y aparecer en alguna foto.

-No hace falta que sea gratis, sólo al precio habitual, ¿de acuerdo?

-Claro. Yo me encargo. ¿Qué ropa tienen que ponerse?

-No tengo presupuesto para vestuario, pero tienen que estar espectaculares. aunque de uniforme. Los invitados deben saber que están allí para ayudar..... y tiene que ser algo acorde al tema de la fiesta.

-Clásico, ¿no?

-Pero con un toque travieso.

-Algo así como usted, princesa.

Liss sonrió levemente.

El joven diseñador se quedó pensativo durante unos segundos.

-Cualquier modelo que se precie tiene una camiseta de Calvin Klein.

Liss lo miró, alarmada.

-¿Una camiseta? Tino, queremos que sea una fiesta con glamour -¿en qué lío se había metido?

Tino chasqueó los dedos con decisión.

-No se preocupe, déjemelo a mí.
Con todo lo que tenía que hacer y el poco tiempo del que disponía, Liss no tenía alternativa.

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