Capítulo 14 (final)

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Liss sonrió más durante aquella noche de lo que lo había hecho en toda su vida. Se esforzó en parecer contenta a pesar de que por dentro estaba destrozada. James apenas le había dirigido la palabra en toda la noche.

Estaba agotada. Ni siquiera tenía fuerzas para aguantar lo que quedaba de fiesta, aunque sabía que había sido todo un éxito. Una parte de ella quería celebrarlo, pero otra sólo quería salir corriendo y llorar en soledad. Aún le quedaban al menos un par de horas antes de poder hacerlo, así que respiró hondo y cuadró los hombros. Esa última semana había descubierto lo fuerte que era; sólo esperaba no tener que volver a utilizar toda esa fuerza. Por el momento, haría una ronda más para hablar con los invitados.

James la alcanzó cuando estaba a punto de unirse a un grupo. La agarró del brazo y la apartó de los demás. Al ver la ferocidad de su mirada, Liss volvió a sentir que se le desgarraba el corazón.

-Iba a esperar hasta que acabara la fiesta para hablar contigo, pero me he dado cuenta de que no puedo -le susurró al oído-. ¿Podemos hablar ahora?

Liss asintió, no porque quisiera estar con él, sino porque no quería hacer una escena. Lo siguió hasta una de las salas de reuniones. Él cerró la puerta con cerrojo. Era la misma sala de la semana anterior. Liss fue hasta el centro y él la siguió. No se atrevía a mirarlo, no quería ver la frialdad de sus ojos, la injusta condena. ¿Qué había hecho esa vez?

-El tipo de esta tarde era el diseñador del vestido, ¿ verdad?

Liss cerró los ojos un instante. No quería volver a hablar de ello, pero asintió porque no se fiaba de su propia voz.

-Por lo que he visto durante el encuentro de la prensa, supongo que es gay.

-No, no es gay -susurró ella y deseó poder disfrutar de decírselo, pero sólo sentía dolor.

-¿No? Pero no es tu tipo, ¿ verdad?

Liss meneó la cabeza.

-¿ Y yo, Liss? ¿Soy tu tipo?

Aquello la dejó helada. Apretó las manos en el regazo para controlar el escalofrío que recorría su cuerpo.

-No quiero hablar de eso... -dijo al tiempo que se dirigía a la puerta.

James la agarró de ambos brazos y la giró hacia él.

-Lo siento. Lo siento.

Liss no levantó la mirada.

-Escúchame -le pidió-. Por favor.

Ella no dijo nada, pero tampoco intentó apartarse. ¿Qué era lo que sentía? ¿Qué quería decirle?

Pasaron varios segundos antes de que volviera a hablar y entonces lo hizo con voz tranquila.

-Una vez me preguntaste si estaba unido a mi madre. Lo estuvimos, pero sucedió algo de lo que no volvimos a hablar nunca más. Una vez, al volver a casa del colegio, la sorprendí con su amante. Estaba teniendo una aventura delante de las mismísimas narices de mi padre empezó a hablar más rápido-. Ella sabía que yo lo sabía, pero siguió haciéndolo y, después de un tiempo llegué a la conclusión de que aquél no había sido su único amante -la amargura que sentía era palpable-. Esto nunca se lo he contado a nadie, Liss. Ni siquiera a mi padre.

Liss levantó la mirada, asombrada, y vio el tormento de aquel muchacho inocente reflejado en sus ojos. Imaginó la pesada carga que habría representado aquel secreto.

-Estaba furioso con él por no haberse dado cuenta. ¿Cómo podía no saberlo? Juré que ninguna mujer jugaría conmigo como lo había hecho mi madre con mi padre.

La princesa y su jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora