La invitación Parte 6

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Me desperté ese día sábado con resaca

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Me desperté ese día sábado con resaca.

Cómo no estaba acostumbrada a beber, lo que tomé me tenía el estómago revuelto, mi cabeza la sentía como si le hubiesen dado un garrotazo. No creo que fuera por la cantidad, sino que tomé un poco de todo, al parecer eso es peor.

Me di una buena ducha y me preparé un café bien cargado con una aspirina.

Y me desparramé en mi cama para mirar una maratón de series.

Encontré una que tenía Romance, con actores muy sexys, uno de ellos se parece a Norman. Así que estaba de lo más concentrada mirando, mientras pasaba las horas.

Creo que estaba empezando atardecer, cuando me desperté, ya que me había quedado dormida.

Y sentí viento, como si una ventana o puerta estuviera abierta.

Sali de la habitación, y la puerta que daba el patio estaba abierta de par en par. No recordaba haberla dejado así.

Entonces me asomé y me di cuenta que en la entrada trasera había tierra, como si alguien con los pies sucios, se hubiese pasado por ahí.

Cuando salí, y alejándome un poco más de la puerta pude comprobar que efectivamente habían pisadas de zapatos. Que, por el tamaño, obviamente no eran mis huellas. Me tensé. Era el segundo hecho que comprobaba que alguien se había metido a mi patio trasero.

Y aunque prendí la luz, no pude ver nada.

Corrí a cerrar bien todas las puertas y ventanas, otra vez me invadió el temor.

Según lo que recordaba Ethan solo estuvo caminando en el frente de la casa y en algunas habitaciones interiores, pero no en el patio trasero. Por lo tanto, no podían ser sus huellas.

No sabía qué hacer, tampoco creí que fuera demasiada evidencia como para que la policía pudiera hacer algo.

Lo único que me quedaba, era estar alerta y con algo con qué defenderme siempre.

Otra vez fui por el cuchillo y me cercioré de tener bien cargado mi celular para llamar a la policía en caso de ser necesario.

Se acercaba la noche, y el silencio era cada vez más grande.

Del susto se me espanto todo el sueño.

No es fácil vivir solo y comenzar a tener la certeza de que alguien ronda tu casa, quizás con qué intenciones.

De pronto suena el teléfono, y del susto salto en mi cama y lo suelto.

Cuando los sujeto de nuevo, era un número que no conocía. Cuando conteste, era Norman.

— Hola Jen, me conseguí tu número con Betty, espero no te moleste — dijo Norman

— no claro que no, dime en qué te puedo ayudar — respondí agradecida de la llamada que por un momento me distraía del intruso

— bueno mañana tengo libre, me preguntaba si podía invitarte al cine y después a comer algo, ¿qué te parece la idea?

— estaría genial, hace mucho tiempo que no salgo, me encantaría ir — respondí

— ¿qué tipo de películas te gustan ver? — me preguntó

— cualquiera que no sea de terror — le dije lo que menos quería era sugestionarme

— de acuerdo sé de una que seguro te va a encantar, paso por ti al mediodía, ¿te parece? — dice Norman

— de acuerdo, nos vemos — respondí

En medio de todo, me emocionaba la idea de salir con él, aunque estaba un poco nerviosa. Hacía muchos años que no salía con alguien en una especie de cita. Así que llamé a mi amiga Betty para pedirle consejo.

— hola Betty, Norman me invitó al cine — le dije y ella del otro lado de la línea saltó de la emoción pude escucharla

— no lo puedo creer, no sabes lo que me alegra saberlo, desde hace mucho tiempo yo lo incentivaba para que saliera con alguien, pero al parecer, todavía estaba muy triste por lo de su esposa. Tienes que ponerte algo muy bonito Jen. Me encantaría que ustedes dos pudieran terminar siendo más que amigos, de verdad se ven bien juntos — dijo Betty

— viene por mí como al mediodía — le dije

— mañana temprano estoy por tu casa, y vemos que tienes para ponerte, se más o menos cuáles son sus gustos yo te doy una mano. ¿Si es que realmente te gusta no? Porque si me dices que no lo encuentras atractivo te mando al oculista Jen — dijo Betty

Yo me reí a carcajadas en el teléfono.

— sí Betty lo veo bien, y de verdad que lo veo guapo tengo que ser honesta — le respondí

Quería continuar viendo la serie de la televisión, pero en realidad no estaba muy concentrada. De a ratos las imágenes de Norman pasaban por mi cabeza, y recordar su perfume hizo que suelte sin querer un leve suspiro.

Mientras pensaba en Norman me preguntaba qué pasaría si siguiéramos saliendo.

Ya que tenía claro que jamás en la vida sería madre, y después de todo lo que me humilló mi ex marido, tan solo quería volver a sentirme deseada por un hombre. Creía, aunque ya había dejado atrás mi juventud, que todavía podía tener derecho a una pareja.

Alguien con quien hacer planes los días libres, y quizás acompañarnos por unos años. Aunque ya a esta altura ni pensaba en formalidades. Por mi propia experiencia supe que la idea de matrimonio en realidad no servía para nada.

Solo te hace pensar erróneamente, que, por el simple hecho de ponerte un anillo, esa persona que está enfrente de ti te amará por sobre todas las cosas, pero en realidad eso nunca es así. O por lo menos muy pocas veces se cumple.

En mi caso a pesar de haber cumplido con todo lo que debía cumplir una esposa, por el hecho de no poder tener hijos, cosa que me era imposible de controlar, sufrí el más grande dolor de mi vida.

Más me hubiese válido no haberme casado nunca, no haber hecho jamás planes, saltar de un romance a otro sin planificar jamás un futuro. Solo dedicarme a vivir. Haber disfrutado mi juventud y de mi libertad, sobre todo mi juventud que jamás volvería a recuperar.

Los cuentos de hadas que memorizamos de niñas, en donde el único final feliz posible es el matrimonio, son solo mentiras que se desvanecen con el tiempo.

Tan solo falta una leve excusa, para que todo lo que se jura en el altar frente a Dios desaparezca.

Esta vez sería diferente, ya no esperaría nada, solo me restaría vivir lo que me quedara de juventud y salud. Y disfrutar lo que se pueda.

Divorciada y secuestradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora