Existen momentos, instantes en nuestras vidas que cambian completamente el rumbo de nuestro futuro y destino. Algunas veces solo suceden, otras nosotros mismos los propiciamos. Y después de eso ya nada vuelve a ser lo mismo.
Fue una fatídica mañana de lunes, mientras me disponía a estar lista para ir al trabajo, cuando alguien entró en mi casa. Y no pude percatarme porque estaba distraída, feliz escuchando y tarareando mi música.
Solo sentí que alguien me tomó con mucha fuerza de espaldas a mí y tapó mi boca con un paño impidiéndome gritar para pedir ayuda, y al tratar de respirar desesperada y aterrada lo que tenía el paño me hizo perder la conciencia.
No sé cuento tiempo habré estado inconsciente, pero estaba amarrada de pies y manos y tenía mi boca tapada, y una venda en mis ojos. Sentí terror de no saber quién me había amarrado, y me sentía completamente drogada.
Traté de tocar alrededor de donde estaba, parecía un lugar pequeño, no logré escuchar nada conocido, solo el silencio.
De pronto escucho unos pasos y trato de emitir sonidos aun con la boca tapada lo más fuerte que pude y al golpear lo que me rodeaba se sentía metálico.
Mi corazón se aceleró cuando escuché que abrieron en lugar donde estaba encerrada y no sabía si era la persona que me drogó, solo sentí un pinchazo en el brazo y una sensación vertiginosa antes de volver a quedar inconsciente.
Cuando desperté de nuevo, mi estomago me gruñía del hambre no sé cuánto tiempo llevaba dormida, mejor dicho, drogada y la falta de comida y de agua más la droga me hacían sentir mal.
Me percaté de que el lugar en donde estaba era el maletero de un auto porque iban en movimiento, estuvo andando mucho rato sin parar. No tenía la menor idea de donde me llevaban y me comencé a desesperar.
Trate aun sintiéndome mareada de tocar el lugar donde se abre el maletero, para intentar abrir desde adentro, pero no podía. La impotencia me hizo llorar y empecé a patear desesperada contra la parte interna de esa puerta para ver si lograba abrirla.
En eso me escucha quien conducía y para el auto, me enrollé como una bolita del miedo, no sabía si al darse cuenta que trataba de escapar iba a golpearme o peor matarme.
Entonces abre el maletero y sujeta mi brazo con fuerza y otra vez siento un pinchazo.
Cuando desperté me sentía pésimo, entre los pinchazos de droga y no sé cuántas horas sin alimento, todo me daba vueltas, pero pude abrir mis ojos.
Estaba amarrada de pies y manos, con unas fuertes correas que tenían cadenas fijas a los respaldos de una cama.
La habitación se veía como una casa normal pero elegante y por las ventanas vi que ya era de noche.
No sabía si gritar o no, ni siquiera sabía dónde estaba.
Estuve un buen rato intentando zafar mis muñecas de las correas, pero estaban demasiado apretadas y su construcción se veía imposible de romper, aun cuando intenté desesperadamente con los dientes. Parecían esas correas de los psiquiátricos, que están hechas especialmente para que no se escapen los locos peligrosos.
Lloré amargamente sin saber que harían conmigo, pero era obvio que no era nada bueno.
Y lamenté mi suerte. Me preguntaba porque me tocaba vivir esta desgracia, como si no fuera suficientes los años de desdicha que soporté con David, ahora que por fin era feliz quizás estaba cerca de terminar mi vida. No era justo. Y grité con todas mis fuerzas llorando.
—No es justo, ¿porque yo? — y gritaba llorando de impotencia hasta que nuevamente mis ojos estaban hinchados, podía sentir como me pesaban los párpados.
Hasta pensé que podía tratarse de una venganza de David. Según yo después de la escena que vio cuando estaba con Norman, él era mi único enemigo.
En eso siento que alguien se acerca a la puerta, pude oír sus pasos y mi corazón latía como loco del temor.
Pero tal fue mi sorpresa cuando por la puerta lo vi entrar a él. De todas las personas en el mundo que pudieron secuestrarme sencillamente, jamás me lo imaginé a él.
—¿Ethan? — dije completamente descolocada.
Y se acercó hasta la cama con su sonrisa de siempre de joven inocente y adorable, me miraba con una cara angelical y su expresión se mostraba feliz, como cuando lo lleve a celebrar sus calificaciones.
—¿Esto es una broma Ethan?, dime que esto es una fea travesura tuya por favor, te prometo que no me voy a enojar... — dije a punto de soltar las lágrimas, me negaba a creer que fuera él.
—Lo siento, sé que te asusté, pero estoy haciendo esto por tu bien Jen. Te voy a dar el mejor regalo para que seas feliz. — dijo mientras acariciaba mi cara.
—¿De qué hablas Ethan? como puedes pensar que tenerme así puede hacerme feliz. Tienes que dejarme volver a mi casa — le supliqué
—Esta es tu nueva casa, y aquí tendrás a tu familia — dijo él
—¿Y qué hay de Norman?, debe estar preocupado, él es policía me buscará Ethan y tu estarás en problemas. Esto es un delito irás a prisión, por favor no arruines tu vida. Todavía estas a tiempo de arrepentirte, te juro por el cariño que te tengo que no voy a decir nada. Solo suéltame. — le imploré para que recapacitara.
—Él no te merece Jen, te engaña con otra igual que tu marido, no es un buen hombre como crees. — me dijo
—¡Eso no es verdad Ethan, no trates de justificar esto con mentiras! — le dije enojada
Entonces encendió una televisión que había en la habitación y se paró al lado de la pantalla.
Se veían las imágenes de la calle, y una patrulla cerca.
—Mira la fecha Jen — dijo Ethan y el video apuntaba a una vidriera donde se veía un noticiario, la fecha era del día que se supone Norman iba a trabajar. Luego la cámara que grabó el video acercó el enfoque hasta la patrulla donde se veía claramente la imagen de Norman y una chica se acercó a besarlo en la boca. Y Ethan congeló la imagen justo en ese instante.
Yo no podía creer lo que veía, estaba viendo con mis propios ojos como besaba a otra. Y para variar más joven que yo.
No había forma posible de tratar de explicar esa situación. Y me sentí aún más mal si eso era posible.
Estaba aturdida por todo, el secuestro, esta personalidad de Ethan, el engaño de Norman. Era demasiado para soportar. Y cerré mis ojos mientras la pena y la angustia no me dejaban respirar.
Si era verdad que tenía a otra, no iba a esforzarse mucho por encontrarme, porque realmente no había nada tan fuerte entre nosotros. Y sabía perfectamente por los programas de televisión que veía, que muchas veces jamás encontraban a las personas secuestradas, aun poniendo todo su empeño. Mi salvación sería contar con su cariño, para que no se diera por vencido, pero al parecer no era el caso.
Era un sentimiento desolador saber que tenía que considerarme muerta. Mi final no sería otro.
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Divorciada y secuestrada
HorrorJennifer no pudo caer más bajo. Tras ocho años de matrimonio sin poderle dar un hijo a su marido él decide pedirle el divorcio tras enamorarse de una joven veinte años menor. Ella en un intento desesperado por restaurar su matrimonio, le ruega, le l...