Saliendo de las cenizas Parte 28

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Jennifer no murió por el disparo, pero sí tuvo que ser sometida a una cirugía para extraer la bala

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Jennifer no murió por el disparo, pero sí tuvo que ser sometida a una cirugía para extraer la bala.

Pero ese era el menor de sus problemas, le quedaba por delante sanar todas las heridas que hizo por dentro Ethan.

Al hospital llegaron sus tres amigas y Betty, quiénes no tenían forma de consolarla, ni tampoco conocían la real dimensión de todo lo que le pasó a Jennifer en esa casa.

Pero todos estaban horrorizados, de que estuviera embarazada de su secuestrador. Y a Betty le costaba demasiado asimilar, que ese joven que ella misma recomendó para que reparara la casa de Jennifer, fuera un ser tan maligno.

Lloró varias veces sintiéndose culpable. Pero Norman la consolaba, le hizo entender que, no había forma de darse cuenta muchas veces como es el corazón, de quienes nos rodean.

Cuando la policía terminó de recolectar toda la información, realizaron un informe, en dónde le mostraron la verdadera cara de Ethan al rector de la universidad. Este se disculpó con Norman y quitó la orden de alejamiento, expulsando simbólicamente a Ethan de la universidad por ser una deshonra.

Para intentar en parte resarcir su culpa, David se encargó de todos los trámites legales, para que, tras el nacimiento del bebé de Jennifer, fuera reconocido como legítimo heredero de todos los bienes de Ethan. Y tras dejar los trámites listos, se marchó, sabiendo que Jennifer ya no lo quería más en su vida.

La recuperación esta vez para Jennifer sería más dolorosa. Pues no se trataba solo de un divorcio con un amor no correspondido. Además de todo el dolor había consecuencias que no se podían eliminar tan fácilmente. Y Norman la acompañaba incondicionalmente a todas sus terapias.

Así como lo hizo con su esposa cuando enfermó de cáncer. Ahora luchaba con Jennifer para que ella pudiera sanar el cáncer que Ethan dejó en su corazón.

Sin contar, que mes tras mes, su barriga crecía y esto hacía más difícil dejar todo lo que pasó, sepultado en el pasado.

Jennifer accedió a mudarse a la casa de Norman, pues no podía ni tenía las fuerzas de vivir sola en esa casa dónde fue secuestrada. Y tardó muchos meses, en poder superar el trauma, de las torturas que sufrió.

Sentía culpa de no poder demostrarle su cariño a Norman, porque todavía no podía borrar de su mente las imágenes que la traumaron.

— Norman, no puedo obligarte a que sufras conmigo en esto. Si necesitas buscar otra mujer, para satisfacer tus necesidades no te sientas culpable. A mí me basta tu compañía. — dijo Jennifer mientras acariciaba su rostro.

Norman no decía nada, solo acariciaba su pelo. Y trataba de vez en cuando de abrazarla, pero sin incomodarla.

La policía finalmente reincorporó a Norman ascendiéndolo y notificándolo con disculpas formales por parte de todos sus compañeros de departamento.

Pero después de todo lo que había pasado era lo que menos le importaba a él. Su mente solo se llenaba, de que Jennifer pudiera recuperarse.

En un momento en que habló Jennifer con sus amigas y con Norman habían llegado a la decisión de que no podía abortar al bebé. Dado de que el pequeño no tenía la culpa de lo que hizo su padre, y sobre todo porque era parte de ella también.

Después de pensarlo mucho, creía que la mejor opción era darlo en adopción. No creía tener el valor, de verlo crecer y en caso de ser niño, que terminara por parecerse a su padre.

Mientras tanto pasado los meses, y tanto sus amigas que quedaron en la antigua ciudad donde vivía como Betty, la consentían todo lo que podían, para que afrontara de mejor manera su embarazo.

Norman por su parte, sin tener el título de esposo, ni mucho menos ejercer el derecho de tocarla, se esmeraba por cumplirle todos sus antojos de embarazada.

Jennifer muchas veces sin que Norman se diera cuenta lo miraba en silencio. Estaba ya por dar a luz, y ese policía sexy, que podía estar con cualquier otra mujer se esmeraba en estar a su lado. Entonces lloró al darse cuenta que, de eso se trataba el verdadero amor, de estar en las buenas y las malas al lado de la persona a la que amas. Siempre procurando su bien. Y aceptándola aún con sus sufrimientos y cargando cualquier cruz.

Se lamentaba, por la situación tan cruel en que pudo darse cuenta de este hecho, y se prometió a sí misma, luchar con todas sus fuerzas para salir de las cenizas y vivir junto a ese hombre que se esmeraba tanto por ella.

Llegó el día que debía dar a luz, tenía algunas parejas en vista para darle en adopción a la criatura. Dada su edad se planificó una cesárea, y Norman la acompañaba cuándo por fin nació el bebé. Ni siquiera quiso saber su sexo, en todos los exámenes que se hizo, solo se preocupaba porque no tuviera ninguna enfermedad. Al menos física.

Entonces cuando descansó tras la cesárea, Norman la sujetaba de su mano. Llegó la enfermera, para preguntarle si quería hablar directamente con los posibles padres a los que daría su hijo en adopción, o quería estar un rato con el pequeño ya que había sido varón.

Jennifer quiso cargar, aunque sea un momento al bebé, después de tanto tiempo y tantas amarguras que pasó cuando pensó que era estéril. Y de cargar a tantos bebés ajenos, pensó que lo justo, era por lo menos cargar a su propio hijo antes de despedirse.

Desearle con todo su corazón, que fuera feliz con sus nuevos padres, porque ella ya no lo vería más.

Después de unos minutos la enfermera trajo al bebé y lo puso en sus brazos. Y en cuanto lo cargó, el pequeño era tan vivaz que abrió grande sus ojos y la quedó mirando. Jennifer no podía comprender, como un bebé recién nacido, podría tener esas expresiones, si después de haber visto tantos otros, les costaba al menos unas horas, abrir bien los ojos y reconocer lo que pasaba a su alrededor.

Se quedó unos segundos mirando los ojos de ese bebé que había estado en su vientre, y su mundo se vino abajo, cuando el pequeño recién nacido no solo la miraba fijamente, sino que esbozó su primera sonrisa.

Tantas veces otros pequeños habían derretido su corazón, con sus sonrisas escasas de dientes, y ahora tenía un pequeño nacido de sus entrañas quién la miraba curioso y le sonreía.

Divorciada y secuestradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora