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A la mañana siguiente, después de tomar el Jeep nos fuimos de vuelta a la casa de Scott, pero el camaro no estaba y recuerdo haberlo dejado allí.

Cuando entramos, nos recibió el padre de Scott. 

— Señor McCall. ¿Scott no está? — 

— No, llegué y no había nadie. — 

— ¿Sabe si se llevaron el camaro? — 

— Cuando llegué no había nada — asentí y me senté a un lado 

De inmediato, su mirada se posó en Isaac y sabía que comenzaría a interrogarlo. 

Solo esperemos que no le ganen los nervios. 

Esperemos

~●~

Estuvimos un rato hablando con él. Hasta que abrieron la puerta bruscamente y aparecieron Scott, Stiles y una chica rara. Llevaba el pelo corto, enmarañado y ropa gris...

¿Cómo la de la casa Eichen? 

¡Es Meredith! 

— ¿Qué estás haciendo aquí? — fue lo primero que preguntó Scott a su padre 

— Tú qué haces aquí, más bien — los ignoré, me puse de pie y fui a donde Stiles

— Clase libre. Estudiaremos en grupo —

Yo le había dicho otra mentira al señor McCall. Stiles estaba arruinado mis mentiras. 

— ¿Quién es ella? — siguió preguntando 

— Es mi novia — me soltó el brazo y pasó el suyo por sus hombros 

— Tú no eres de mi estilo — le contradijo 

— Bueno, aun trato de convencerla. — vi a Isaac evitar reírse — Tal vez deberíamos hablar en privado —  

— Él me gusta — clavé la mirada en Isaac y después en ella 

¿Qué? 

Stiles me colocó una mano en la boca al instante. 

— Entonces Isaac viene también — gruñí aún con su mano en mi boca 

Y como no me soltaba, lo mordí. 

— ¡Auch! ¡Deja de hacer eso! — 

— ¡Y tú deja de poner tu asquerosa mano en mi boca! Seguro ni te las has lavado — caminé hasta donde Isaac y Meredith que estaban a punto de entrar en la habitación 

— Es guapo — escuché que susurró a Stiles 

— Sí es guapo, y tiene novia — lo jalé del brazo a una distancia considerable de ella 

Lo golpeé cuando sonrió.

Stiles me apartó bruscamente para hablar con ella y mostrarle un lenguaje de señas. El mismo que le mostró a Deaton. 

— ¿Lydia? ¿Hablas de la chica pelirroja? — 

— ¡Si! Si, bien. Progreso. — 

— Ahora solo tienes que decirnos dónde está — intervine secamente 

— Claro, si ella me lo dice — entrecerramos los ojos y la miramos fijamente 

— ¿Si ella te lo dice? — repitió Isaac 

— No hables — le reprimí 

— Lo siento, ¿puedes preguntarle? — me indigné cuando vi que me ignoró 

Cielo Sin Estrellas [Isaac Lahey y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora