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Las noches que siguieron fueron una tortura, tanto para mis oídos como para mi propio ser. 
Sentía su dolor, su desesperación, sus pesadillas, sus ataques de pánico... sentía su miedo. Sentía, por primera vez de esa manera tan horrible a mi hermano. 

Ahora entiendo el por qué Deaton no nos dejó juntos cuando hizo el sacrificio. Si esto era solo con uno... si hubiésemos sido los dos, probablemente estaríamos muertos. 

De nuevo. 

Me desperté de golpe cuando escuché a Stiles de gritar. Me puse de pie y fui hasta su habitación. 

Papá estaba abrazando a Stiles y deteniéndolo para que dejara de gritar y moverse como loco. 

— Cálmate. ¡Hey! Todo está bien, hijo... Todo está bien — me acerqué a ellos cuando papá lo hubo calmado 

Y lo abracé. 

Por enésima vez en la semana, sentí su dolor y su miedo... Todo. Y cada vez se volvía más asfixiante, porque, la mayoría de las veces, compartía algunas de sus pesadillas. 

Me quedé a dormir con él y no me separé hasta en la mañana que fui a vestirme y alistar mis cosas. 

— Oye — me detuve detrás de la puerta al lado de papá — ¿Estás bien? — Stiles le dio una mirada al libro y sabía que no lo estaba — ¿Listo para la escuela? — 

— Sí, estoy bien — papá y yo lo miramos, serios — Enserio, solo fue una pesadilla. — señalé la caja que papá llevaba en las manos 

— ¿Qué es eso? — 

— Solo son... expedientes de la oficina — 

— Dice "Estación del alguacil. No mover" — 

— Sí, a menos de que seas el jefe — sonreímos 

— Ah — 

— Ya váyanse a la escuelas, hijos — se detuvo a mi lado y me susurró — Cuídalo. No te separes de él — 

— Sí, papá — 

— Bien — me dio un beso en la cabeza y se fue 

— ¿Nos vamos? — 

— Si — 

~●~

Estábamos por entrar a la escuela cuando vimos a Scott huir de... ¿su sombra? 

Chocó con Stiles al instante.

— ¡Hey! ¿Estás bien? — le pregunté tomándolo de la mochila 

— No te ves muy bien, Scott — 

— Estoy bien — 

— No, no lo estás. Te está pasando también — le dije alterada 

— Estás imaginando cosas — 

— ¿Cómo saben? — 

— Porque les está pasando a los dos — le volví a repetir

— A los tres — Lydia y Allison llegaron por detrás de nosotros 

Seguimos a Lydia con prisa hasta llegar a su casillero. 

— Vaya, vaya, miren quien dejó de ser la loca — me reí disimuladamente 

— No estamos locos — protestó Allison 

— Uhm... ¿alucinaciones? ¿Parálisis del sueño? Si, están de maravilla — dije abriendo el casillero 

— Bueno, morimos y volvimos a la vida. Debe tener efectos secundarios — el timbre sonó 

Cielo Sin Estrellas [Isaac Lahey y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora