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Me cansé de todo esto. Ya no podía más.

Me dolía la cabeza y parecía como si me fuera a explotar. Solamente una vez me había dolido así y había sido cuando me enteré que Scott era un hombre lobo. 

Salí de la casa con la cabeza hecha un desastre. Necesitaba pensar en las mil cosas que habían pasado la noche anterior en las piscinas de la escuela. Lo necesitaba si quería evitar otra decaída. 

Ni lo manifiestes, eso solo atrae problemas

Suspiré profundo intentando evitar que me pasara otra vez. Las cosas ya estaban mal y sumándole algo así...  no. Lo mejor sería despejarme y no causarle otra preocupación y problema a papá y a los demás.

¿Un Kanima? ¿Qué posiblemente era Lydia o... Jackson?

— ¡¿______ A DÓNDE VAS?! — me gritó Stiles desde la entrada de la casa

— ¡NECESITO QUE MI CEREBRO DESCANSE. SI PASA ALGO TE LLAMARÉ! — y sin más comencé a caminar a no sé donde, solo quería despegar mi cabeza

Yo no tenía la misma paciencia y determinación que Stiles.

Durante la hora que estuve caminando mi mente no se despejo ni la mitad, seguía igual o peor de confundida que antes y los mareos se hicieron más presentes conforme daba los pasos. 

Respira... exhala... Me concentré lo más que pude intentando apartar las imágenes borrosas de las cosas a mi lado e intenté controlar mi cuerpo.

Al final decidí parar en un lugar que era como una bodega abandonada para descansar un poco. 

Suspiré pesadamente mientras me tomaba un café que había comprado y me sentaba en un bote que había allí. Tenía tiempo antes de que papá saliera del trabajo. Además de que la sensación de que me ahogaba se estaba yendo poco a poco. 

Lo estás ignorando: reprimiéndolo.

Lo sé.

Sabes que esa no es la manera.

Cállate, no quiero preocupar a Stiles o a Scott.

Tenía esa vaga costumbre de hablar conmigo misma, me gustaba llamarla "conciencia", así no sonaba tan loco.

Después de quedarme un rato mirando un punto fijo como tonta, decidí que ya era hora de volver a casa, papá no tardaba en llegar y me sentía un poco mejor.

Me puse de pie, estaba dispuesta a irme cuando escuché que una puerta se abría y cerraba con más fuerza de la necesaria. 
Instintivamente me giré hacia el sonido para encontrarme con una cabellera rubia que conocía bien: Isaac. 

Estaba mirando fijamente la puerta. Se notaba impaciente y desesperado. No sabía si era el mejor momento para hablarle, pero aún así decidí intentarlo.

Si está enojado y quiere estar solo lo vas a empeorar. Además, es un hombre lobo.

Ignoré a mi conciencia y me preparé para saludarlo. 

— Isaac. Que linda sorpresa — sonreí mientras caminaba a donde él 

Se giró algo desubicado y con el ceño fruncido. Al ver que solo era yo se relajó un poco. 

— Oh, ho... Hola, ______. ¿Qué haces por aquí? — preguntó tartamudeando de nuevo

Ahora fui yo quien frunció el ceño.

— Volviste a tartamudear — él se puso rojo al instante 

— Te... te diste cuenta — murmuró avergonzado 

Cielo Sin Estrellas [Isaac Lahey y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora