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— Oye. ¡¡OYE!! — le gritó Stiles al mecánico

Yo solo lo veía trabajar desde mi lugar. 

— ¿Quieres dejar de ver sus músculos y ayudarme? — me preguntó claramente enfadado

— ¿Qué quieres que haga? Solo lo dejo hacer su trabajo y no me pongo a gritarle — respondí encogiéndome de hombros 

Stiles negó y se apresuró a donde el mecánico. 

— ¿Qué crees que haces? Solo quería el sistema de encendido — 

— Si, pero creo que todo el sistema de escape tiene que reemplazarse — abrí la boca indignada 

— ¿Por qué presiento que estas exagerando los daños? — siguió discutiendo Stiles 

— Les costará unos 1000 dólares con las partes y mano de obra, tal vez menos si me consigues una cita con tu hermana — entrecerré los ojos molesta 

— ¿Es un chiste? — dije incrédula — Esto no tiene ni convertidor catalítico. Y sí, sé que es un convertidor catalítico — agregué al ver su cara 

— ¿Saben lo que es un autoblocante? — 

Stiles y yo nos miramos.

— Amm, no/más o menos — el mecánico nos miro entre sorprendido y fastidiado 

— Puede que sean unos 1,500 — y volvió a hacer su trabajo 

— De acuerdo, solo termínalo — Stiles volvió a donde yo — Esperaré aquí. Lleno de furia impotente — me tomó del brazo y me obligó a levantarme 

— De todas formas yo no se me hace tan lindo — 

Cuando Stiles intentó abrir la puerta, un líquido blanco y pegajoso estaba cubriendo la manija de la puerta. 

Hice una mueca de asco al ver que Stiles se llenó la mano de esa cosa.

— Que asco — 

— Que saludable — intentó limpiarse en mi ropa 

—  ¡ALÉJATE, MIECZYSLAW! — le di un golpe en la mano, pero una parte alcanzó a caer en mi antebrazo— Un verdadero establecimiento de calidad — abrió la puerta para que pasara 

— Ah, típico — me acerqué a donde estaba él 

— Vaya, el mecánico también jugaba lacrosse — dije al ver una foto de él con el uniforme del equipo 

Me quedé observando unas cuantas cosas que tenía allí. Solo hasta que escuche que el celular de Stiles se caía. 

— ¿Qué te pasa? — pregunté al ver que le temblaban las manos 

— No lo sé. No puedo escribir — me acerqué a donde él y le tomé una mano 

— Están... paralizadas — intenté hacer que sus dedos se movieran, pero no funcionó — ¿No te duele? — 

— No siento nada — comenzó a sudar demasiado — Mira — me dijo en un susurro 

— ¿Qué? — me giré a donde veía

Entre los autos que había logré distinguir una mano, pero no una humana. Esta tenía garras y no de hombre lobo. Sus garras eran blancas y su piel era verde y escamosa. 

— ¿Qué es eso? — y para mi sorpresa, mi voz también sonó débil y en un susurro

De repente todo mi brazo derecho, hasta la punta de los dedos se quedó paralizado. No lo sentía, no podía moverlo. 

Cielo Sin Estrellas [Isaac Lahey y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora