CUATRO

43 5 7
                                    

A la mañana siguiente, Jungkook llegó temprano y llamó a la puerta. Como Hyungsik seguía durmiendo, me levanté a abrirle.

—Hola, Nat —saludó.

No esperaba verlo, y menos a esa hora. Todavía estaba recién levantada, despeinada y sin siquiera cepillarme los dientes. Demonios.

—Hola, Jungkook.

—Vine a ver a Hyungsik.

—No ha despertado, pero pasa.

Me hice a un lado y lo dejé pasar. En ese momento, Hyungsik despertó y se sentó con cuidado en la cama.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Jungkook, mientras se sentaba al lado de él

—Bien, solo me duele un poco la mano.

—Anoche iba a venir a verte, pero salí tarde del trabajo.

—Tranquilo, no fue nada grave.

—Qué bueno.

Mientras hablaban, recogí mis cosas y me acerqué para darle un beso en la mejilla a Hyungsik.

—Nos vemos luego, chicos. Tengo que arreglarme para ir a clases —me despedí.

—Adiós, Nat —dijeron al mismo tiempo.

—Sí necesitas algo, no dudes en decirme, Hyungie. Y que tengas buen día, Jungkook.

Los dos sonrieron, y yo salí para dirigirme a mis clases. Cuando iba llegando al salón, me encontré casi de frente con Jin.

—¿Cómo amaneció Hyungsik? —preguntó.

—Dice que le duele un poco, pero que está bien —respondí.

—¿Te quedaste anoche con él?

Puse una expresión de impaciencia, eso sonaba a celos y me fastidiaba.

—Claro, por si necesitaba algo.

La forma en que me miró, me hizo saber que haría un escándalo.

—¿Durmieron juntos? ¿En la misma cama? ¿Qué hicieron?

Esas preguntas acabaron con la poca paciencia que tenía. Lo tomé con fuerza del brazo y lo llevé hacia la puerta más cercana, que era la del baño de mujeres. Lo empujé dentro y cerré la puerta.

—Escúchame bien, Kim Seokjin —le dije—. Tú y yo ya no tenemos absolutamente nada serio, de manera que no puedes hacerme ningún tipo de reclamo. Creo que fue un error decirte que siguiéramos teniendo sexo, lo mejor es que no tengamos nada que ver.

Mis palabras le dolieron, lo supe por su expresión. Me empujó contra la pared que estaba tras de mí, puso sus manos a mis costados y se acercó.

—No voy a renunciar a ti así como así, Nat, quiero que sigas siendo mía, como hasta ahora —susurró, a milímetros de mis labios.

—Yo nunca he sido tuya —le dije con rabia, mientras ponía mis manos en su pecho para empujarlo—. Ni de nadie.

Bueno... tal vez Jeon Jungkook sea la excepción.

Por alguna extraña razón, sentía demasiadas cosas por él, cosas que no había sentido nunca, demasiado amor, como si de alguna manera, perteneciera a él. Pero era un amor imposible, demasiado imposible. Yo era demasiado poca cosa para alguien como él, sin duda alguna, merecía a alguien mejor. Él era luz, mientras que yo no tenía más que sombras.

Ese no era ni el lugar, ni el momento para pensar en todas esas cosas, así que me obligué a regresar a la realidad, empujé a Seokjin lejos de mí y salí del baño corriendo, se me hacía tarde para clases.

Winter sunrise in Seoul - PHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora