SEIS

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Me despertó el dolor en el cuello. Hyungsik y yo nos habíamos sentado en el sofá supuestamente a descansar un poco, pero nos quedamos dormidos. Abrí los ojos y levanté la cabeza, ya que la tenia recostada en su hombro. No me había dado cuenta de lo largas que eran sus pestañas. No se podía negar que era bastante atractivo, por eso a menudo lo perseguían las chicas. Lo más extraño era que siempre las rechazaba, sin importar lo bonitas o interesantes que fueran, y yo me preguntaba por qué. Seguramente no le gustaban las mujeres y todavía no me lo había dicho. Lo sacudí suavemente del brazo para despertarlo.

—Hyungie —dije.

—¿Qué? —su asustó un poco y estuvo a punto de caerse del sofá.

—Se nos hace tarde para la clase.

Todavía faltaban unas dos horas, teníamos tiempo de bañarnos y cambiarnos. Hyungsik asintió, se restregó los ojos con las manos y se levantó.

Cuando salió, yo tomé mis cosas y fui a bañarme. Mientras estaba en la ducha, pensaba en lo ocurrido el día anterior, y trataba de encontrar una forma de averiguarlo todo sobre John Smith. Varias veces lo había intentado, sin dar con él. Me obsesionaba la idea de la venganza y sentía que no podría estar en paz ni tener una vida normal mientras no acabara con él y le aruinara la vida como él había arruinado la mía.

Cuando salí y regresé a mi habitación, encontré un ramo de flores en la mesa de noche. Me acerqué y busqué la tarjeta, pero no la encontré. Me imaginé que las flores serían de Seokjin. Cuando lo viera, le diría que dejara de enviarme flores. Era algo que siempre hacía cuando éramos pareja, pero eso se había acabado, ya no quedaba nada entre nosotros. No podía decir que no lo extrañaba porque sí, pero no podíamos estar juntos.

Me estaba vistiendo cuando sonó mi celular. Un número desconocido que aparte, no era de Corea. Fruncí el ceño y contesté.

—¿Sí?

—Háblame en inglés, Natalie —dijo la conocida voz de mi padre, al otro lado de la línea.

Tan pronto lo escuché, las manos comenzaron a temblarme y una gran cantidad de malos recuerdos se agruparon en mi mente. No podía ser que él supiera algo de mí.

—¿Qué quieres? —le dije, hablando de nuevo en inglés. Hacía tiempo que no hablaba en ese idioma y mi voz sonó un poco extraña.

—Ponerte sobre aviso.

—¿Sobre aviso?

—John Smith sabe dónde estás.

Eso no podía ser, era yo la que lo buscaba a él, no él a mí. De inmediato me asusté.

—No vuelvas a llamarme —le dije—, y no esperes que te agradezca por haberme avisado porque yo no tengo nada que agradecerte a ti.

Sin esperar a que me dijera nada más le colgué. Seguramente tendría que cambiar de número otra vez para que no siguiera llamándome. No quería saber nada de él, no quería saber nada de mi pasado. Tiré el celular sobre la cama e intenté calmarme, pero estaba al borde de un ataque. En ese momento, Hyungsik llamó a la puerta.

—Nat —dijo.

—Pasa —le respondí como pude.

Entró y tan pronto me miró, cambió se expresión por una de preocupación.

—¿Estás bien?

Sin decirle nada, me acerqué casi corriendo y lo abracé.

—Mi padre me llamó.

—¿Qué? ¿Para qué?

—Dijo que John Smith sabe dónde estoy.

Quería ponerme a llorar, pero no iba a hacerlo, no podía empezar el día de esa forma. Ese día tenia que hacer cosas importantes, tenía que entregar la maqueta que habíamos estado haciendo durante toda la tarde y casi toda la noche.

Winter sunrise in Seoul - PHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora