Capítulo 4 - Independiente

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POV Marinette

Desde que era muy niña, sabía que iba a ser muy distinta a otras mujeres. Siempre demostré una mentalidad independiente y para nada sumisa, una característica que era prácticamente mal visto para el estilo de vida de la gente actual.

Con mis habilidades, aprendí a ganarme la vida de forma honrada. A mis 13 años ya sabía tejer en lana, mi abuela Gina me había enseñado esto desde los 10 años, por saber esto empecé a ganar mis propias ganancias y ayudaba aportando algo a mi familia.

Pero, no solo para eso.

A mis 16 años, gané mi primera moneda de oro, un señor o mejor dicho un Noble de Arconia, de pelo canoso y ojos azulados había comprado varios abrigos de lana, y me pagó con unas cuantas monedas de plata y una de oro.

¿Tienes idea del valor que tiene una sola de estas monedas? Pues te lo digo, compré un montón de madera de pino, la suficiente cantidad como para hacer una pequeña choza. Este era el principio de mi propia independencia.

Faltaban muchas cosas aún, pero lo primero que debía hacer era comentarles a mis padres lo que ya había hecho. Se sorprendieron bastante, e incluso se opusieron porque era muy peligroso.

—Mi piojito, sabes que es muy peligroso para una mujer vivir sola, no te puedes ir así.
—No estaré sola —Comenté. —Alya y yo nos vamos a ir a vivir juntas.
—¿Están locas? —Mi papá preguntó con una mueca de desagrado. —Si las dos se van, en el pueblo dirán que... Son lesbianas.

Rodé mis ojos sabiendo claramente que no me iría de casa por eso, llevé varios de mis dedos a mi sien izquierda y me sobé.

—Papá, no me gustan las mujeres, y bien lo sabes.
—Lo siento hija, pero no se irán, —Mi papá volvió a negar suavemente para no hacerme enojar. —Aunque ya hayas gastado esa moneda de oro.
—¿Y si te digo que las dos tenemos planeado hacer nuestra propia panadería?

Mi papá tardó varios días en tomar una decisión, y aceptó. Se dio cuenta en que este paso era algo que nos convendría a todos, pero aceptó solo con la condición de que la choza estará cerca de quienes les suplen de trigo para la fabricación de harina.

Solo conocía de nombre al señor Le Chien, un anciano bajito y canoso que traía los sacos de harina en una carretilla que era arrastrada por un burro, vivía en un claro del bosque de cipreses y pinos que está al norte de la capital.

Transportamos la madera hasta allá, en el caballo que mi padre tenía, ya el señor nos esperaba con tres obreros y una porción del terreno donde construiríamos la choza.

—Tom Dupain, siempre es un placer verte.
—Igualmente Le Chien! —Pausó un momento para tomarme de los hombros y pasarme hacia el frente. —Mire, esta es mi única hija, Marinette, y su amiga Alya, ellas dos serán las dueñas de la choza que empezaremos a construir.

Saludé amablemente al señor con una amistosa reverencia a lo que él respondió de la misma forma, se ve que es muy buena persona.

—Oh, pensé que su hija era más adulta, es toda una hermosa jovencita.
—Muchas gracias señor, me alaga.
—Hermosa, educada, joven y emprendedora. —Alagó por segunda vez, asintiendo. —Es una maravilla.

Demasiados halagos, el punto es...

Que la construcción de nuestra choza, se hizo muy lenta, ya que iniciamos en mal tiempo en el clima, pero ya para cuando tenía casi 18 años estábamos planeando nuestra mudanza, y desde entonces, estuve vendiendo distintos panes junto con Alya. Teníamos ya dos años en este oficio.

Otra Vida ~ [Lukanette +18] - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora