Episodio 16

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POV HESTIA
Empecé a abrir los ojos cuando un fuerte ruido retumbo en el pasillo, me palpitaba la cabeza, los ojos me ardían como si estuviera enferma y debo admitir que incorporarme fue el esfuerzo más grande que hice en mi vida, me dolía hasta el alma.

Me toque la cabeza dolorida y empecé a observar mi alrededor; estaba tumbada en una cama de matrimonio gigante, dos ventanas también gigantes iluminaban la habitación y en cada lado de la cama había una mesita de noche con lámparas elegantes decorándolas... ¿Dónde mierda estoy?

Al levantarme me desestabilice un poco y casi me caigo al suelo, pero por suerte pude apoyarme en la mesita de mi lado izquierdo, tenía un montón de preguntas revoloteando por mi mente y aunque parecía que había dormido por horas seguía sintiéndome agotada.

Cuando por fin pude mantenerme en pie sin que todo a mí alrededor diera vueltas me dirigí a una de las dos puertas que había en la habitación. Al abrirla entre a un baño de lujo, me quede mirando a mi alrededor sorprendida de que existieran baños así de bonitos.

Me miré en el espejo que había al lado de la ducha y en cuanto me vi reflejada casi grito del horror; estaba horrible, tenía el maquillaje corrido, unas ojeras que daban miedo y el pelo revuelto. Pero cuando desvié mi mirada hacia mi vestimenta casi se me cae la mandíbula.

NO-ME-JO-DAS

Mi vestido había desaparecido y en vez de este, tenía puesta una camiseta de manga corta gigante que evidentemente era de hombre.

Me subí casi temblando un poco la camiseta para comprobar si aun llevaba ropa interior y gracias a dios seguía todo en su sitio, solté un suspiro de puro alivio y después de lavarme un poco la cara con agua me dirigí cautelosamente hacia la otra puerta decidida a correr en cuanto la puerta estuviera abierta.

Pero por desgracia cuando estaba a punto de salir del baño la puerta se abrió y sin ni siquiera ver de quien se trataba volví a meterme en el baño como alma que lleva el diablo, cerrando la puerta con pestillo para que quién fuera la persona que había entrado no pudiera ni tocarme.

Mi corazón iba a mil por hora, las manos me sudaban de los nervios y lo único que podía hacer era dar pequeños pasos hacia atrás, alejándome todo lo posible de esa puerta.

Escuché unos pasos acercándose hacia donde yo estaba encerrada mientras sentía como las paredes se encogían a mí alrededor y como a cada segundo que pasaba iba quedándome sin oxigeno que llevarme a los pulmones, era una sensación aterradora.

-¿Hestia?-escuche que me llamaba una voz masculina al otro lado de la puerta. Parecía preocupado y dudoso, como si no quisiera asustarme con sus palabras-¿Estás bien?

¿Qué si estaba bien? Pues ahora mismo tenía la sensación de que el mundo se encogía a mí alrededor y creo que también estaba al borde de un ataque de pánico.

-¿Quién...?-intente tragarme el nudo que se me había formado en la garganta-¿Quién eres?-la pregunta me salió en un tono firme y seguro, cosa que era totalmente contradictorio a como me sentía en esos momentos.

-Eros, soy Eros-en cuanto pronunció su nombre me quede más confusa de lo que ya estaba en un principio y extrañamente me invadió una sensación de alivio al saber que era él quien estaba al otro lado de la puerta-¿Puedes abrir la puerta, por favor?-parecía más bien una súplica que una pregunta pero supongo que eran imaginaciones mías.

-¿Qué hago aquí? ¿Donde están mis amigos?

-Hestia, abre la puerta y te lo explicare todo tranquilamente-estaba confusa, no sabía si me podía fiar de él, acababa de conocerle y sabía que algo raro me había pasado en la fiesta, no me acordaba de cómo había llegado hasta allí, estaba todo borroso y eso no me cuadraba, porque alcohol no había llegado a beber.

La debilidad del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora