POV HESTIA
Kratos, el primo de Eros estaba libre y a tan solo 3 metros de mi.
Al verle otra vez, con su típica sonrisa divertida me vinieron pequeños flashes de ayer... cuando intento matarme, parecía una pesadilla que se estaba haciendo realidad... otra vez.
-¿Como...?-no pude terminar la pregunta, estaba temblando y tenía un nudo en la garganta que me dificultaba hablar.
-Oh vamos... ¿no tendrás miedo de mi?-cada vez se iba acercando más a mi y yo lo único que podía hacer era golpear la puerta inútilmente rezando para que por algún milagro de Dios se abriera de repente-Deja de lastimarte Hestia... me irrita-antes de que pudiera volver a golpear la puerta, Kratos me inmovilizó agarrando con tan solo una mano mis muñecas.
Esa acción me sorprendió tanto que grite con todas mis fuerzas pensando que me iba a matar, como lo intento ayer.
Rápidamente me tapó la boca con su otra mano impidiendo que pudiera emitir otro sonido-¿Porque siempre tienes que gritar? Eres insoportable-le miré con todo el odio que ahora mismo sentía por él y pataleé como loca para que me soltara.
-Eres una... -un gruñido que hizo temblar las paredes le interrumpió.
Miré hacia la puerta de la sala de donde provenía ese gruñido y se me congeló la sangre al escuchar gritos de puro terror y agonía... ¿que estaba pasando?
-Encargaos de él ahora mismo-los guardias asintieron serios y ordenadamente se dirigieron hacia la sala.
Al abrir la puerta una persona ensangrentada salió volando y al impactar contra la pared se escuchó el sonido de sus huesos rompiéndose.
Mire a Kratos con lágrimas en los ojos, pero él solo me miró con una sonrisa de victoria que no entendí... ese cadaver pertenecía a uno de sus hombres.
-Ahora ya sabes quien es el verdadero Eros... un monstruo que mata sin piedad a sus enemigos-le mire confusa ¿como podía haber sido Eros? A ese hombre no le había podido matar una persona normal... y mucho menos Eros, él no era así ¿no?
Negué con la cabeza provocando que su sonrisa desapareciera y fuera sustituida por una mueca de pura ira.
-Si no me crees te lo mostraré- al terminar la frase me giró bruscamente y se posicionó detrás de mí, me rodeó la cintura con su brazo inmovilizando también mis brazos y su otra mano la mantuvo en mi boca para que no gritara.
Empezamos a avanzar hacia la sala donde aún se escuchaban gritos y golpes que hacían vibrar las paredes.
Estaba loco, si nos acercábamos más la cosa que estuviera causando esa masacre nos mataría a nosotros también y yo no quería morir sufriendo como parecían estar haciendo todas esas personas.
Me removí histéricamente entre sus brazos inútilmente al ver que cada vez estábamos más y más cerca.
-Tranquila... solo será un vistazo y nos iremos-deje de moverme cuando por fin pude presenciar el auténtico infierno que se había desatado en la sala.
Habían cadaveres repartidos por diferentes zonas de la estancia, a algunos les faltaba alguna extremidad o parte del cuerpo, todos poseían arañazos que parecían pertenecer a la criatura que estaba en medio de la sala luchando contra otras criaturas parecidas pero no igual de grandes y terroríficas como esa.
Parecían lobos pero MUCHO más grandes que los normales, a parte sus ojos emitían un brillo peculiar, cada uno tenía un color diferente, pero el que más me cautivó fue el rojo sangre que poseía el lobo más grande y terrorífico de todos.
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La debilidad del Alpha
Hombres LoboEros, el Alpha de los Alphas, con los años se ha convertido en un hombre más fuerte y distante, toda su bondad y inocencia murió esa misma noche donde vio como la vida se escapaba de los ojos de su madre. Ella lo era todo para él y ver como su mundo...