Episodio 17

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POV HESTIA

Eros seguía retorciéndose de dolor en la cama por el golpe que le di y yo desvíe la mirada hacia la mesita donde estaban las llaves.

Las agarre sin pensarlo y abrí la puerta de la habitación. Salí corriendo pero cuando estaba a punto de llegar a las escaleras Eros me cogió de la cintura y me paró de golpe.

Forcejeé contra él pero ni se inmutaba-¡Suéltame! ¡Déjame en paz!-como no conseguía moverme me levanto del suelo y me posiciono encima de su hombro como si fuera un saco de patatas-¡Te juro por dios que si no me bajas ahora mismo no pienso perdonarte esto jamás!-escuche una pequeña risa y siguió caminando de vuelta a la habitación como si nada.

-No deberías haber hecho eso pequeña-era una amenaza y no podía negar que el tono con el que la pronunció me causó escalofríos.

Entramos a la habitación y después de cerrar la puerta con llave me tiró a la cama de tal manera que rebote un par de veces antes de poder estabilizarme y empezar a retroceder lo más lejos posible de él.

Tenía los ojos de un tono morado casi llegando al rojo y eso no era normal, nada normal.

Parecía fuera de sí, como si no fuera él el que se acercaba lentamente hacia mí gateando en la cama, daba miedo y no sabía qué hacer para que volviera el Eros que hace un par de minutos estaba acurrucado junto a mí durmiendo plácidamente.

Estaba a punto de llegar al otro extremo de la cama y salir corriendo hacia el baño cuando de repente Eros me agarró del tobillo, tiró de mí de tal manera que pegué un grito del susto y quede acostada justo debajo de él.

-Está bien, me rindo ¿vale?-me miraba fijamente con sus ojos empezando a volverse de un color rojo muy intenso ¿Qué droga se había tomado?-No volveré a escaparme pero no me hagas daño-claramente intentaría volver a escapar y hasta él lo sabia pero por intentarlo no perdía nada ¿no?

Sus manos estaban hundidas a cada lado de mi cabeza y de reojo pude ver como clavaba las uñas en el colchón formando pequeños agujeros en este, trague saliva intentando no asustarme más de lo que ya estaba y observé esos ojos inyectados en sangre que me advertían que no hiciera ningún movimiento brusco.

-Puedes intentar escapar todas las veces que tú quieras Hestia, pero te aseguro que te buscare y encontrare una y otra vez hasta que aceptes que nadie se escapa de mi-esa voz era más grave, más tenebrosa y definitivamente esa no parecía la voz de Eros-Y menos tú, mi pequeña Luna-otra vez eso de Luna, en otra ocasión le hubiera corregido un par de cosas en esa última frase pero ahora no era el momento idóneo para hacerlo.

Asentí tragándome el orgullo y poco a poco fui viendo como sus ojos se volvían morados y después azules ¿Qué cojones?

Sus facciones se relajaron y dejó de fruncir el ceño por el enfado, empezaba a volver a ser él otra vez y de alguna forma eso me alegro mucho, no me gustaba el otro Eros.

Sacudió la cabeza como si hubiera salido de algún trance y me miró algo arrepentido.

-Lo siento, yo... no quería asustarte-se incorporo y empezó a dar vueltas por la habitación frustrado y enfadado consigo mismo. Se removió el pelo con rabia y después me miró analizándome con su mirada azulada-Nunca te haría daño, lo sabes ¿no?-ahora mismo sabía que no sería capaz de tocarme ni un pelo, pero hace un par de segundos sus ojos inyectados en sangre no me transmitían la misma seguridad.

Me senté en la cama y miré de reojo los agujeros que había hecho en el colchón con sus uñas, le miré a él intentando averiguar cómo había podido hacer eso, pero simplemente logré que Eros se diera cuenta de los agujeros que había hecho y que se sintiera más culpable de lo que ya parecía sentirse. Se le notaba angustiado por lo que acababa de pasar o lo que podría haber pasado.

La debilidad del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora