6.

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Lo peor de ser amigo de Jongseong, era su cero tacto para todo. Como para decirle "te quiere joder el culo, no lo dejes"

Esa fue su frase para todo lo que le contó el día anterior.

Y lo peor, es que lo había tenido todo el sábado pensando en eso. Explícitamente en eso y era demasiado. Culpa de haberlo visto sudado.

Lo peor había sido soñar con él la madrugada del lunes. Un sueño para nada inocente que lo hizo despertar jadeando.

Fue el día más incómodo del mundo. En los recesos, apenas lo veía los recuerdos llegaban a él, por lo que intento que eso no pasara.

Todo bien hasta el almuerzo, dónde volvió a aparecer.

Heeseung trago en seco y se mordió el labio mientras le servía.

—¿Te pasa algo?

"Sólo pensaba en tú y yo en la cama, nada más"

Negó.

—¿Es por lo de tu amigo? Eso provocas por...

—¡Cielos, Sunghoon! Ni siquiera somos amigos. — eso salió más alto de lo que quería por culpa del nerviosismo.

Sunghoon asintió, estrelló la bandeja en la mesa y se fue dejándola ahí.

Fue un lunes triste en lo que quedaba de día y el martes, lo fue aún más.

El auto pincho y llegó muy tarde a la escuela. Casi dos horas tarde.

Entro apresurado al despacho de Namjoon porque era horario de clase y antes de poder hablar, vio a Sunghoon sentado ahí. Con los puños apretados y una furiosa mirada.

—Heeseung, expedientes. — Namjoon dio una orden clara que él siguió.

Revisar que todo esté correcto.

—¿Quieres repetir el año, Sunghoon?

—Quiero irme de esta mierda.

—Ya hemos...

El teléfono de Namjoon sonó y él se disculpó para salir a contestar.

Heeseung de pronto fue muy consciente de su propio cuerpo.

Observó un poco a Sunghoon y vio sus manos con algo de sangre. Y eso podía manchar y la sangre no se quita.

Heeseung rebuscó en los cajones hasta encontrar las toallitas húmedas de Namjoon y se acercó a Sunghoon. Éste lo miro enojado, pero no se resistió al suave tacto de Heeseung al tomar sus manos para limpiar sus nudillos.

—¿Por qué haces esto? No somos amigos.

Bajo y escalofriante.

Estaba aún pensando en aquello.

—La sangre no se quita, Sunghoon.

Una risa sarcástica se hizo escuchar.

—¿Crees que me importa?

—A mí sí...

Terminó con ambas manos y observó a Sunghoon. Tenía aún su mano entre las suyas cuando Sunghoon con algo intimidante en los ojos, lo tomó con fuerza de la cintura y lo obligó a sentarse en su regazo.

La fuerza del acto lo hizo jadear con sorpresa.

Sunghoon lo miraba directamente a los ojos, como un depredador. Pasó sus manos por su cintura y lo abrazo de tal manera que sus pechos quedaron pegados.

Desde la altura, Heeseung lo observaba perplejo. Su vista decayó a los labios de Sunghoon y se lamió los suyos propios.

No estaba pensando en nada, pero cuando Sunghoon se impulsó para besarlo, Heeseung corrió la cara.

Sunghoon pudo tomar eso como un rechazo, pero en vez de eso dejó sus labios sobre su mejilla. La tensión desapareciendo lentamente de sus manos.

Entonces algo iluminó en la mente de Heeseung.

¿Qué estaban haciendo?

Alarmado se alejó de Sunghoon, volviendo rápidamente a su lugar justo antes de que Namjoon volviera a entrar.

Podía sentir su rostro acalorado y era tan evidente en su mente. Pero quizás exageraba porque Namjoon no se giró a verlo en ningún momento mientras hablaba con Sunghoon.

¿Qué decían? No lo sabe. Su mente estaba en otro mundo, en otro lugar, en otro recuerdo.

Ese día no salió al receso, se quedó ahí solo, porque Namjoon fue por un café a la sala de maestros.

Sus manos viajaron a su mejilla. Ahí donde los labios de Sunghoon seguían presionando en su recuerdo vívido.

Quería irse a casa, pero no podía. Aún era temprano y además él había llegado tarde.

Gracias al cielo no volvió a ver a Sunghoon ese día. No salió a los recesos y pidió a las cocineras si podía saltarlo solo por hoy, no hubo objeciones.

Por la tarde, se quedó más tiempo, para recuperar algo de lo que no estuvo y otra vez Namjoon le dejó las llaves para que cerrara. El siempre intentaba llegar pronto a casa para ver a su hijo.

Estaba ordenando cuando la puerta se abrió.

—¿Namjoon se te quedó...

Sunghoon se tardó un segundo en girarlo y ponerse frente a él.

—¿Qué haces?

—¿Qué haces tú? — contestó Sunghoon.

Heeseung frunció el ceño.

—No hago nada. ¿Qué te pasa? Tú te metiste aquí.

—No, fuiste tú el que se metió...

Heeseung no entendía nada. ¿A qué se refería Sunghoon? Obviamente estaban hablando de cosas distintas.

—Sunghoon...

—No digas nada.

Entonces comenzó a descender, y por segunda vez, Heeseung se apartó.

Dio vuelta las posiciones poniéndose de espaldas a la puerta y retrocediendo lentamente. Y como Sunghoon parecía no entender qué era el espacio personal, se acercaba a la misma velocidad.

Pudo haber escapado de no ser porque olvidó el escritorio. Y pronto estuvo atrapado entre él y Sunghoon.

—Deja de huir. — su voz fue firme. — Sólo... — de pronto sonaba indeciso. — sólo quédate quieto.

Sunghoon lo tomó de la cintura y lo sentó en el escritorio. Cuando acabó, se acomodó entre las piernas de Heeseung.

Las palabras no salían de su garganta, era como si hubiera perdido la capacidad de hablar.

Aún en la comprometedora posición, ninguno hace ningún movimiento. Sólo están viéndose.

Por la mente de Heeseung pasan muchísimos pensamientos. Muchos gritándole que salga de ahí. Y unos pocos, susurrándole que se deje llevar, pero no está muy seguro de qué significa eso.

Un pensamiento aún más bajo le aconseja hacer eso que quiso desde que vio esa marca en el rostro de Sunghoon.

Ese pensamiento gana.

Lleva una de sus manos a la mejilla de Sunghoon y lo acaricia. Pasando sus dedos un segundo por la cicatriz. Se siente extraño, sus dedos no reconocen la textura.

Eso es tan raro.

Todo es extraño.

—Vamos.

Heeseung lo empuja y se baja, luego toma su mano para sacarlo del despacho. Una vez afuera, cierra con llave y camina hacia la puerta trasera.

—¿Y así te vas? — Sunghoon lo alcanza afuera y le sonríe como si fuera normal.

—Adiós, Park.

Esta vez es él quien le besa la mejilla y luego se apresura hacia el auto que lo espera desde hace mucho rato.

Hay una sonrisa en sus labios en el viaje, cuando llega a casa, cuando se ducha, cuando se acuesta.

everlasting; heehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora