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—Esto no es un recital.

Heeseung negó, intentando borrar la sonrisa de su rostro mientras ambos estaban sentados en el suelo de una transitada calle de Seúl, escuchando a un grupo de tres chicos cantar acompañados de sus guitarras. Había una cantidad aceptable de gente a su alrededor y no podía mentir, los chicos no cantaban para nada mal.

Sunghoon, por su lado, tampoco podía borrar la felicidad de su rostro al tener por fin a Heeseung a su lado, especialmente cuando el chico sonreía de esa forma.

—Lo siento, sigo siendo pobre —bromeó a medias.

—No te preocupes, si me gusta — Heeseung centró su mirada en Sunghoon por un momento. Una balada que no conocía estaba sonando de fondo y la gente a su alrededor acompañaba a los cantantes con suaves aplausos sincronizados.

El "recital" duró casi una hora, donde Heeseung evitó quejarse por el frío e incomodidad en su trasero, y Sunghoon luchó valientemente con las bestiales ganas de tomar la mano de Heeseung y quizás -no tan quizás- besarlo suavemente. Pero se comportó, porque eran amigos, y había tomado mucho el lograr que Heeseung aceptara una cita como para arruinarlo presionándolo.

Ambos se levantaron cuando acabó. El cielo había tomado una tonalidad naranja al estar oscureciendo y Sunghoon no deseaba dejarlo ir tan rápido, por lo que se apresuró en inventar algo más.

—¿Quieres caminar un poco? Para estirar las piernas, claro.

Heeseung asintió como respuesta y guio el camino hacia su departamento. Su interior vivía una lucha constante entre no dejar ir a Sunghoon, y huir corriendo a la seguridad de su habitación.

Acabó en la mitad, ya que, si estaba caminando a su casa, pero muy lentamente junto a Sunghoon.

—¿Cómo está Jaeyoon? —preguntó luego de unos pasos.

—Bien, como siempre. Su negocio está creciendo lentamente, pero lo hace. Me agrada verlo así de bien —no mentía, su amigo estaba cada vez mejor y, por ende, los ayudaba cada vez un poquito más con su madre.

Recordar a Jaeyoon le trajo un mal sentimiento cuando a su mente llegó Soobin.

Sunghoon recordó por un momento y con amargura el día en que vio a su Heeseung salir con Soobin y lucir tan feliz a su lado. También volvió un poquito del miedo que sentía de perder a Heeseung.

Aún no sabía de qué se conocían ellos, y no podía pedir explicaciones o respuestas. Ellos no eran nada.

—Oye, ¿Estás bien?

Saliendo de sus pensamientos, asintió en dirección a Heeseung a su lado y se concentró en disfrutar.

—Perfectamente... ¿Sabes? El otro día estaba pensando en que te conozco muy poco.

—¿Qué quieres saber?

—Más o menos... Todo.

Heeseung adoptó una mueca pensativa, para luego enumerar con sus pequeños dedos.

—Mi animal favorito es la jirafa —levantó un dedo. — Soy pésimo en las matemáticas, pero bueno en Lenguaje y Comunicación —otro dedo. — No tengo color favorito, ni comida favorita, ni película favorita porque soy demasiado indeciso... y no recuerdo más.

—También pintas, eres ordenado, responsable, amable y dulce.

Heeseung gimió internamente, él no quería volver con Sunghoon. Y él definitivamente no quería tomar su mano, pero sus dedos habían hecho el camino inconscientemente hacia la mano de Sunghoon. Entrelazar sus dedos le llenó el estómago de una cálida sensación que creyó olvidada.

everlasting; heehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora