Sunghoon llevó el vaso a sus labios y bebió sin arrugarse el fuerte alcohol en su interior.
No estaba borracho, quería estarlo, pero sabía que no podía.
Jaeyoon estaba mirando un punto fijo en la mesa, distraído. Lo conocía tan bien como para saber que estaba debatiéndose entre contarle algo o no.
—Cuéntame ya. — exigió con rudeza.
Jaeyoon hizo una mueca antes de hablar. — Heeseung llegó al supermercado hace unos días...
Sunghoon apretó el vaso entre sus dedos.
—¿Qué le dijiste?
—Nada. Bueno, el solo quería saber cómo estabas y no pude negarme.
Sunghoon asintió.
—Amigo, sabes que no quiero meterme, pero el chico está mal. Se veía tan frágil que quise abrazarlo. — con amenaza, miró a su amigo directo a los ojos para buscar en ellos una pista de que Jaeyoon había tocado a Heeseung. — no me dejó hacerlo, pero lo necesitaba.
Su pobre Heeseung.
Sunghoon lidiaba con la culpa de lo que estaba haciendo cada día.
El día en que el ex novio de su madre estaba borracho, cuando vio el corte en su rostro y la preocupación del mayor, se sintió tan culpable. Ese inocente y dulce chico no merecía estar en medio de las cosas por las Sunghoon había pasado y pasaba.
Sunghoon debía cuidar a su madre, y no podía meter a Heeseung a ese mundo. Tenía que alejarse. Alejarse de lo que más amaba, por su bien.
Y cada día, dolía más.
—No puedes emborracharte. — le advirtió Jaeyoon, cuando se estaba sirviendo más alcohol.
Su madre y el estaban viviendo en casa de Jaeyoon. Su amigo accedió a que estuvieran ahí mientras las cosas se calmaban.
Lo único que lograba distraer su mente de Heeseung, era su madre. Estaba intentando dejar el alcohol, pero la adicción era difícil y su madre tenía un problema.
Cuidarla era complicado, la mujer tenía ataques de ansiedad, arranques de violencia y noches donde lloraba por horas.
Era una montaña rusa que le hacía fácil el no pensar tanto en Heeseung, lo cual era útil, porque si pensaba demasiado en él, terminaría corriendo a buscarlo.
Jaeyoon era un gran amigo y no le decía nada, aunque veía en sus ojos como le disgustaba su decisión y preferiría mil veces que hablara con Heeseung.
Sunghoon quería, pero estaba seguro de que le sería imposible alejarse de Heeseung si volvía a ver su rostro.
Estaba tan jodido por el chico que se recordaba cada cinco minutos que lo hacía por Heeseung.
—Lo extraño como no tienes idea, pero no voy a dejar a mi madre y él no tiene que presenciar esto. No.
Con un suspiro, Jaeyoon empino su propio vaso, dándole una mirada cargada de lástima.
—Tu madre necesita un centro de rehabilitación y tú, ir con Heeseung. Puedes visitarla ahí, Sunghoon. — intentó persuadirlo con la mirada, Sunghoon no la devolvió. — puedo conseguirlo, yo lo pagaré, no tienes que...
—¡Ya hiciste demasiado por mí! — no quería gritarle a su amigo, al que tanto le había dado, pero estaba tenso, molesto y deprimido como la mierda. — tengo que resolverlo por mí mismo. Es mi madre, yo puedo sacarla adelante.
Terminó la conversación con esa frase, se levantó de la mesa y volvió a la casa de Jaeyoon, sin la compañía del dueño de casa, que, para darles privacidad, se quedaba con un amigo que era de dinero, pero le gustaba la vida algo alocada y Jaeyoon era bastante bueno para eso.
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everlasting; heehoon
Hayran KurguDe servicio comunitario, chicos problema y violencia. Está historia no me pertenece, es una adaptación, todos los créditos a @-sxshnjeno. ©Todos los derechos reservados.