21.

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—Al fin llegas ¿Dónde estabas?

—Arreglando unos asuntos.

—¿Nada de lo que deba preocuparme?

—No, Heeseung. Solo estaba con unos amigos ¿No me dejarás tener amigos? — mientras hablaba, Sunghoon se acercó y le rodeó la cintura.

Estaban tras la escuela, pero no en los estacionamientos, sino al lado, cuidando que no serían vistos.

—Exageré, lo siento.

—Te extrañe.

Sunghoon llevó sus labios despacio hasta los de Heeseung, juntó ambas bocas lento y se quedó ahí. Un beso inocente y suave que solo duró un par de segundos.

—Hoy en la tarde llegaron los muebles y tú prometiste que sabías armarlos. — Heeseung no quería sonar así de meloso, pero lo hizo.

—Vas a presenciar al mejor armador del mundo.

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—Diablos, esta tabla no va aquí... ¿Dónde mierda está el martillo?

Heeseung rio con fuerza.

Sunghoon había resultado ser un buen armador, pero en el proceso era demasiado divertido. Refunfuñaba por todo y tenía aquella divertida mueca de concentración.

—Amor, no estás ayudando, busca el martillo.

—Está junto a tu mano.

—¿Qué? — Sunghoon observó hasta que lo vio. — ah, gracias bebé.

Heeseung era el encargado de posicionar los muebles cuando éstos estaban listos. Faltaban solo un par de cosas simples, de madera.

La habitación de Heeseung tenía lo básico, aunque le faltaba un televisor.

Decidió dejar las paredes del color que ya tenían, no le gustaba pintar de todos modos.

—Jodidos tornillos que se me sueltan...

Dejó por un momento a Sunghoon con su eterna pelea contra los muebles, y se paseó un rato por su nuevo hogar. En su mente pudo verse a sí mismo en el lugar que se sentía vacío, pero luego se aseguraría de que se sintiera como un hogar. Tal como Namjoon se había sentido al ver a su esposa.

—¡Terminé otro, Hyung!

Luego de asentir para sí mismo, caminó hacia Sunghoon.

—Por fin.

—No te veo ayudando... Maldita sea, el maldito martillo...

—Junto a tu mano.

Una mirada de Sunghoon bastó para encontrarlo. — Gracias, eres el mejor.

—Y tú estás ciego.

Heeseung se arrodilló en el suelo y le quitó el martillo de las manos, dejándolo a un lado.

—Hiciste mucho por hoy.

—¿Merezco un premio?

Sunghoon le sonrió coqueto, acercándose para dejar cortos besos en las mejillas de Heeseung.

—¿Cuándo te volviste tan meloso?

—Déjame pensarlo... ¿Cuándo fue que llegaste a la escuela?

Intentando apagar la cálida y algo agobiante sensación en su estómago, Heeseung atrajo a Sunghoon por el cuello para besarlo, sin tardar mucho en enredar sus lenguas juntas.

Besar a Sunghoon debía ser uno de aquellos placeres que tanto leyó. De esos donde describían el placer que obligaba a tus dedos a aferrarse con fuerza a lo primero que encontraran, tal como hacía ahora.

—Me gustas mucho. — le susurró entre besos, sin una razón concreta.

—¿Qué tanto?

—Abusas.

Sunghoon comenzó a reír por lo que continuar besándose no fue posible.

—Vamos a tu casa.

—¡Al fin lo entiendes!

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—¿Podemos quedarnos hoy?

Sunghoon se aferraba con fuerza a la espalda de Heeseung. Levantarse era un dilema cada día.

—No, vamos, arriba Sunghoon.

—Todos los malditos días lo mismo. — refunfuño.

—Sorpréndeme entonces. — ofreció poniéndose de espaldas en la cama.

Sunghoon se tornó serio por un momento, antes de meter la cabeza bajo las mantas y a diferencia de todos los pecaminosos pensamientos de Heeseung, Sunghoon solo se aferró a su cuerpo bajo las mantas.

—¡A ésta la llamo la llave no iremos a la escuela! — le gritó aún aferrado a su cuerpo.

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—Te dejé ganar.

—Ajá.

—De verdad lo hice.

—No estoy diciendo nada.

Heeseung sonrió. Ambos caminaban por los pasillos de la escuela, sus manos rozándose, pero no entrelazadas.

—Te veo...

—Al final del día. — completó Sunghoon.

Sus caminos se separaron en cuanto Heeseung entró al despacho de Namjoon.

—¿Una buena mañana? — le preguntó Namjoon en cuanto entró al lugar, estaba escribiendo concentrado en su laptop.

—¿Por qué lo preguntas?

—Por tu sonrisa.

—Es mi sonrisa de siempre...

—¿Y cómo está Sunghoon?

—Está bien, pronto entrará a su clase. — Segundos después, Heeseung se detuvo y analizó lo que dijo. Namjoon sonreía de oreja a oreja observándolo. — usar la psicología conmigo fue un movimiento bajo.

—Nada ilegal.

Heeseung rodó los ojos y se dejó caer en el asiento frente al escritorio de Namjoon.

—No te pongas cómodo, tienes papeles que ordenar.

Al salir al receso, Karina lo esperaba con un paquete de frituras para cada uno.

—¿Es un día especial? — le preguntó mientras tomaba el paquete.

—Nop, pero un regalo no hace mal a nadie. ¿Cómo vas con Sunghoon?

—Bien. Quizás demasiado bien.

—No seas pesimista. — ella le golpeó el hombro con su usual brutalidad para luego seguir caminando.

—No es eso, es mi primer... Algo con alguien, es obvio y natural que esté algo asustado.

—Dile que sea tu novio. — dijo ella de pronto.

Heeseung se atragantó un poco.

—¿P-para qué?

—Sabes que quieres.

Karina siempre sabía qué decirle, realmente era la mejor -y única- amiga del mundo.

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Gracias por leer<3

everlasting; heehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora