especial [h+b]

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De pequeño, había sido más fácil llevar la escuela. Los niños no se metían con él, simplemente lo ignoraban, prefiriendo jugar y perseguirse por ahí. Y él, con sus crayones, estaba más que bien.

Ahora, todo era distinto. La gente hablaba, y hablaba mucho.

Lo llamaban el "fantasma millonario", que para él no era nada ingenioso, ni mucho menos divertido.

Algunos habían intentado hablarle en su primer año, pero Heeseung se sentía extraño e incómodo y acababa dejándolos de lado por pasar tiempo a solas en la biblioteca. Y eso solo había provocado que hablaran más de él.

Aun así, no le preocupaba demasiado. La vida siempre había sido como un borrón para Heeseung. Todo iba muy rápido y a veces ni siquiera podía recordar qué había pasado el día anterior, porque todos los días eran iguales.

Temprano en la mañana, llegaba antes que cualquier otro alumno, antes que profesores y ayudantes, pero siempre después del conserje que se encargaba de abrir el lugar, había aprendido a la mala que de todas formas no podía entrar solo. No era lo suficientemente alto para saltar el portón ni mucho menos atlético.

Caminaba por los vacíos pasillos, escuchando música tranquila y mirando sus pies. A veces les echaba un vistazo a algunos salones y ordenaba el desastre de los adolescentes que apenas terminaba el día escolar salían como huracanes, sin preguntarse quién limpiaba su desorden luego. Se lo debía al menos al agradable conserje que no lo miraba raro por llegar casi a la misma hora que él.

Uno de los salones que siempre estaba en malas condiciones era su rutina habitual. Entraba ahí cada día, porque siempre era un desastre.

Al entrar, se quedó estático.

Al fondo del salón, un chico sentado en el suelo apoyado en la pared.

Bien, eso era nuevo.

-¿qué diablos miras?

La voz lo asustó. Retrocedió un par de pasos.

-yo...

-¿quién carajo llega a la escuela a esta hora?

La pregunta era retórica, Heeseung sabía que no le hablaban a él, pero estaba nervioso.

-es buena hora para ayudar al conserje y...

-¿ayudar al conserje?

En ese momento el chico lo miró a los ojos, una mirada fría, casi vacía. También notó la sangre que caía hacia la ceja izquierda del chico, a quién aún no podía dar nombre, no conocía los nombres de ninguno de sus compañeros.

Se acercó cautelosamente, mientras buscaba en su mochila las banditas que siempre traía consigo. El chico tan solo lo miró intimidantemente mientras se acercaba.

-¿qué diablos haces?

Cuestionó el chico otra vez, mientras Heeseung se arrodillaba a su lado, pero no se movió un centímetro, tampoco cuando Heeseung le quitó la sangre con una toallita de papel, ni cuando puso una bandita sobre la pequeña cortada.

Tan solo se quedó ahí, mirándolo. A Heeseung le rememoró a un cachorrito, un furioso cachorrito.

Le dedicó una pequeña sonrisa y salió del salón. Este definitivamente no había sido su inicio de día casual.

El resto del día por su mente quedó rondando la escena de la mañana, y por más que buscaba no podía encontrar el nombre del chico en sus recuerdos, ni mucho menos su cara. ¿de verdad no conocía a nadie de su salón?

En medio de su clase de matemáticas, se puso a observar a la gente a su alrededor, y en efecto, no conocía el nombre de ninguno de ellos.

De verdad estaba solo en esa inmensa escuela.

everlasting; heehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora