8.

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Cuando Sunghoon salió de la ducha, Heeseung le había dejado ropa en la cama mientras que él había bajado a prepararle algo de comer.

Heeseung no cocinaba, pero podía intentar.

Así que amablemente le pidió a la cocinera que se retirara.

Entonces se dio cuenta de que no sabía que cosas le gustaban a Sunghoon. Rápidamente subió a preguntarle, abrió sin preguntar.

—¿Sunghoon que quieres... para...?

Heeseung estaba seguro de que Sunghoon había tenido tiempo suficiente como para estar vestido, pero ahí estaba, sólo en calzoncillos (nuevos que le había dejado) observando una fotografía de él cuando era pequeño. Una que tenía en su escritorio.

—Eras muy adorable. — Sunghoon dijo. Con una sonrisa de esas que le gustaban a Heeseung.

—¿Por qué no te has vestido? — Heeseung preguntó lentamente.

Sunghoon levantó una ceja. — ¿Te molesta?

Más pronto de lo que pudo pestañear Sunghoon estaba frente a él, tomándolo suavemente por la cintura. Acercó su boca a su oído y despacio susurró.

—¿Quieres ver más?

Heeseung apretó los labios y alejó su rostro, pero no su cuerpo. Viéndolo a los ojos negó y luego llevó la yema de sus dedos al hematoma en su rostro y lo tocó suavemente.

—Espérame aquí.

Yendo hacia su baño buscó una pomada del montón que hay siempre ahí porque de pequeño era muy propenso a golpearse. La encontró y volvió a la habitación.

Sunghoon ya se había puesto el buzo que le dejó y estaba sentado en la cama.

Heeseung se acercó a él y encorvo su cuerpo mientras desenroscaba la tapa de la pomada.

Antes de terminar, Sunghoon tomó sus muslos y lo obligó a sentarse a horcajadas en su regazo. Luego sonrió inocentemente mientras cerraba los ojos, a la espera de Heeseung.

Esto ya estaba pasando todo límite de extrañez ¿Por qué se sentía tan normal?

Sacudiendo sus pensamientos, Heeseung silenciosamente aplicó con suavidad el producto en el hematoma.

Cuando hubo terminado se puso de pie y guardó el frasco. Sunghoon estaba esperándolo en el mismo lugar.

—Sunghoon, creo que tenemos que hablar.

El rostro del nombrado se contrajo en una mueca, obviamente no queriendo comentar todo el asunto, pero Heeseung no podía sólo seguir fingiendo que todo estaba perfecto. Que nada había pasado y Sunghoon en su casa era algo completamente normal.

—Para mí funciona más olvidarlo. — fue su respuesta en voz baja.

—No es lo mejor ¿Cuánto tiempo llevas viviendo así? — Heeseung se sentó junto a él en la cama, a una distancia prudente.

Sunghoon resopló y se dejó caer de espaldas en la cama.

—Es la única vida que conozco...

—¿Puedo ayudarte?

—No, no te estoy pidiendo ayuda, no la necesito. — Sunghoon observaba el techo de su habitación, de un blanco casi brillante.

—La necesitas, por favor Sunghoon, no eres tonto y sabes que lo necesitas. — Heeseung giró medio cuerpo para observarlo, pero no recibió una mirada de vuelta.

—Basta.

—Deja de negarte...

—Basta. — lo interrumpió. — deja de hacer eso, deja de preocuparte por mí.

Heeseung apretó los labios. Un gesto típico de cuando estaba frustrado.

—Al menos quédate hoy en mi casa.

—¿Tus padres no se van a molestar?

—Tendrían que llegar para hacerlo.

Era una conversación incómoda, pero Sunghoon sonrió. Y ante esa sonrisa, amplia y preciosa, Heeseung no pudo evitar copiarla. Volviendo su rostro al frente para no ser visto.

—¿De qué se supone que te ríes? — susurró Heeseung segundos después. Con una sonrisa queda en sus labios.

—De que acabas de hacerme una propuesta indecente y viniendo de ti es extrañamente inocente.

—No hice una propuesta indecente, mantén controlada tu imaginación.

—Contigo cerca, mi imaginación vuela. — de pronto, Sunghoon se incorporó.

Heeseung lo observó por inercia y se quedó viendo su rostro a pulgadas de distancia y disminuyendo. Sunghoon se acercaba, se acercó hasta rozar sus narices. Heeseung hizo el amago de esquivarlo, pero su rostro fue detenido por las grandes y ásperas manos de Sunghoon que lo mantuvieron en su lugar.

—Voy a quedarme esta noche. — susurró. Pareciendo ido, sus ojos fijos en Heeseung y su aliento cálido.

No lo besó. En cambio, se levantó y salió de la habitación.

Heeseung desconcertado, se demoró unos segundos en ir tras él, y encontrarlo rato después comiendo un sándwich en la cocina.

Lo observó escondido tras la pared y luego volvió a su habitación. Minutos después Sunghoon apareció de vuelta en el lugar y con una mirada que se había ensombrecido desde que habían hablado, le dijo que estaba cansado.

Eran las seis de la tarde, pero Sunghoon no tardó ni diez minutos en dormirse profundamente. Su cansancio siendo más mental.

Heeseung se metió a escondidas a su propia habitación, porque le aseguró que el dormiría en otro lado. Se sentó en la cama y observó a un pacífico Sunghoon dormir.

Sunghoon era guapo, mucho. Heeseung no era ciego, era capaz de hablar objetivamente de cualquier persona, pero tratándose de Sunghoon, sus opiniones dejaban de ser objetivas. Y nacía en el un sentimiento de protección, uno que no sentía con alguien que no fuera Jongseong. Y, aun así, se sentía distinto.

Heeseung siempre era una persona correcta. Sus acciones y movimientos eran de acuerdo a los buenos modales que le fueron enseñados, por eso, no puede explicar por qué, lentamente y sin hacer el menor ruido, se dejó caer en la cama a centímetros del cuerpo de Sunghoon... Tampoco puedo explicar por qué con la misma lentitud se acercó más y lo rodeó con sus brazos.

Ni mucho menos, por qué, cuando Sunghoon se agitó, obviamente teniendo una pesadilla, el acarició con suavidad su mejilla llena de tensión hasta que lo vio relajarse.

Sunghoon estaba tan atormentado que le provocó una molestia dentro, un suave dolor soportable pero molesto.

Se mantuvo acariciando aún después de que ya estaba relajado el lugar, se mantuvo observando hasta que su parte racional dijo basta.

Entonces se esfumó con los dedos de sus manos inquietos.

everlasting; heehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora