5-No soy gay

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Salió antes de su oficina parece tan fresca, como si no hubiese pasado nada, después de que casi cogimos arriba de su auto. La odio por eso, por fingir que no pasó nada, por haberme provocado un cortocircuito mental, porque besa bien, porque me gustó.

   Mi cabeza no ha dejado de dar vueltas, ni ha parado de pensar un segundo en ella y en lo que pasó, me tomé dos pastillas para la jaqueca que no me hicieron ni mierda.

  Subo al ascensor en silencio, ella tampoco dice nada y seguimos nuestro camino así, calladas. Mira su teléfono y sonríe, todavía no me dirije la palabra o la mirada. Llegamos al estacionamiento ella sale primero y yo me quedó atrás, todavía adentro del cubo metálico.

   —Creo que me mejor me voy en...

   —Te dije que te llevaría, no seas infantil y sube el auto ¿O me harás ir por ti? —me observa desafiante—, sabes que lo haré, y te cargaré si es necesario. Vamos.

   —Me muerdo los labios y subo, una vez en la calle tomo coraje y hablo— No soy gay —lo digo rápido y tomo un sorbo de agua de la botella que llevo en la mano, intentando disimular el tembleque de mi voz.

   —Que bien porque yo tampoco, mi novia lo era —me ahogo y empiezo a toser—. Puedes no mojar todo el auto, al menos no con el agua de la botella.

   —¿Cómo dices eso y pretendes que no me ahogué mientras tomo agua? —Intento respirar— Julia lo que pasó...

   —Fue solo un beso, nada del otro mundo, deja de darle vueltas al asunto —su comentario me molesta—. Ni que te hubiese robado la virginidad al besarte —se coloca lentes de sol.

   —Está bien —me muerdo la lengua, si para ella no fue nada, para mí tampoco... mierda, mierda, mierda, es que deseo creer que no lo fue, pero en realidad me gustó— estúpida  —susurro.

   —¿Dijiste algo?

   —En la esquina, que dobles en la esquina.

   La guío hasta el edificio de apartamentos. Voy a sacarme el cinturón y de los nervios por pensar otra vez en su último comentario no puedo, se desabrocha el cinturón y pasa su mano por el mío a lo largo, acariciando la cinta que atraviesa mi pecho, entonces lo desabrocha.

   —¿Era necesario hacerlo así?

   —No —dice naturalmente y me ruborizo—. Hasta mañana, Vicky —baja del auto y me abre la puerta—. Nos vemos mañana.

   —Es domingo, te veo el lunes —me alejo antes de darle tiempo a decir algo, no quiero escucharla.

   Se sube al auto y se va. Entro a mi departamento y está Deb seria, con cara se muy pocos amigos.

   —¿Quién era ella?

   —Julia —digo avergonzada—, mi jefa.

   —¿Tu jefa te trae a casa? ¿Es parte del servicio de la empresa?

   —Deb, es largo y complicado de explicar —Se sienta en la mesada.

   —Tengo tiempo —le cuento todo, mientras su expresión pasa de sorpresa, a estar seria y enojada— ¡¿No qué eras hetero?!

   —Lo soy, esto no cambia nada.

   —¿Te gustó que te besara? —dice enojada— ¡VÍCTORIA TE HICE UNA PREGUNTA!

   —Sí, si me gustó, pero es una imbecil y tal vez fue, el calor del momento... —Suena su teléfono y atiende la llamada.

   —Tengo que irme, necesitan que haga una guardia —ella es enfermera—. Adiós —se va enojada cerrando de un portazo ¿Qué mierda le pasa?.

Odio a mi jefa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora