8-La playa

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Victoria

   ―Sal conmigo este fin de semana.

   ―¿Sabes que le faltó a eso? Los signos de interrogación, porque fuera del horario laboral y la oficina soy libre... de ti. Aparte no, ya tengo planes que no voy a cancelar ―Ella frunce el ceño.

   Desde que volví es una persona nueva, lo cual es un alivio y los días definitivamente se han hecho mucho más livianos y pasables, ni hablar que por esto el clima está menos tenso a nivel general en la oficina.

   ―¿Saldrás con el idiota de contaduría?

   ―No es de tu incumbencia.

   ―Lo es porque... ―no va a decirme porque le gusto.

   ―¿Por qué? ―detuvo el auto y se bajó a abrirme la puerta.

   ―Buen fin de semana, te veo el lunes.

   ―Gracias por traerme y Julia, iré a la playa este fin de semana, tú disfruta tu finde ―ella se da vuelta, como siempre dejándome con la palabra en la boca― ¡Julia! ―frena― no seas tan caprichosa ―voltea a verme, me acerco y le doy un beso en la mejilla que la deja congelada— gracias por traerme —Me meto rápido y ella solo me sigue con la mirada procesando mi casto y repentino beso.


Julia

Llego agotada para dejarme caer en el sillón de casa, me saco los zapatos para liberar a mis pies de la tensión del día, liberando también mi cuerpo de la ropa formal de trabajo, las prendas quedan desparramadas por todo el lugar como si un tornado hubiera desnudado a una persona y la verdad no me importa, espere todo el día llegar a descansar.

   Abro una botella de vino, me sirvo media copa y me tumbo en el sillón en ropa interior, para finalmente ir cayendo en todo lo acontecido en estos días. Como le rogué a Victoria que se quedara dejando mi orgullo de lado. Antes no me importaba perder a alguien si tenía que ceder o rogarle, que mejor se fuera. Pero por Victoria renuncie a mi ego, dejándolo de lado para no perderla. Ella es... diferente y lo sé, por eso tengo que hacer las cosas de otra manera a como las hago con el resto. Me toco el pecho y espero que no sea amor, es peligroso para mí amar a alguien y más por como terminaron ellas, mis exs novias, no puedo, no debo amar a Victoria, pero como le hago entender al corazón, cuando lo único que hago cada día al llegar a la oficina es buscarla su escritorio y al hacer contacto visual con ella siento que las endorfinas suben. Cómo negarme a sentir lo que hace tiempo siento, que el tenerla cerca me da calma, que su aroma se ha ido convirtiendo en mi favorito, que me he ido aprendiendo sus reacciones cuando algo le gusta, le desagrada o cuando un chiste no le parece tan gracioso. Sé que cada vez antes de entrar a trabajar le lleva comida al gatito del callejón, ese gris atigrado que la espera cada día en el mismo lugar a la misma hora. Yo indudablemente ya la amo, lo sé y eso por un lado me aterra, porque con él suelto, mi amor hacia ella se puede transformar en un proyectil que la dañe.

   ―Va a la playa ―Me quedó pensando y llamo a Tris­­― te busco este fin de semana, no hagas planes.

   ―Hola Julia, buen día mejor amiga, sí, Luke tu sobrino está bien, ¿ah? Quieres también mandale saludos a James, que amable de tu parte, me sorprender lo EDUCADA que eres, yo le digo...

   ―Sí, si como sea ¿tienes planes si o no?

   ―Cuando Luke comience el kínder, los mandaré juntos, a ver si así aprendes los modales básico ¿de qué te ríes?

   ―Victoria ya me lo dijo antes...

   ―Te tiene bastante ocupada la cabeza esa chica, quiero conocerla.

Odio a mi jefa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora